Ni Negreira hizo el saque de honor, ni de Burgos Bengoetxea ayudó al Barça a ganar. El primer Clásico tras el escándalo arbitral que ha ensuciado los últimos 20 años de historia del Barça quedó en segundo plano en un partido definitivo si lo ganaban los locales o que podía dar esperanzas a los blancos de llevarse los tres puntos.
Camavinga, Kroos y Modric es el centro del campo de Ancelotti. De Jong y Busquets son el referente de los culés mientras Gavi tenga luz verde para hacer todo tipo de faltas, con y sin balón, sin ver nada más allá de una amarilla de vez en cuando.
Fue extraño que en los minutos finales la televisión, tan coartada siempre para enseñar según qué imágenes, enseñara una agresión propia de un pandillero de Gavi sobre Ceballos y que el VAR no avisara del suceso al árbitro.
El caso es que esos dos centros del campo tuvieron poco trabajo en los primeros minutos donde el Real Madrid salió a no dejar respirar al Barça y, como siempre, a volcar el juego sobre Vinícius. En una de esas jugadas donde el brasileño se escapa por la banda, su centro tocó en Araújo y se envenenó de tal forma que entró en la portería de Ter Stegen a cámara lenta.
Ese extraño compañero de fatigas para Vinícius como fue Araújo resultó dar mucho más al club catalán de lo que se esperaba en vista de su envergadura y, a priori, poca de técnica que solventó con faltas y juego sencillo.
La mediocridad del Barça en muchos de los partidos que ha ganado por un gol no le iba a servir en el Camp Nou. Xavi lo sabía y tenía que darle algo más a una grada que estaba totalmente enchufada. Necesitada de títulos, con o sin palancas, porque todo lo que no estaba sobre el césped solo sabe darle disgustos.
El Barcelona subió líneas antes del descanso y el Real Madrid no tuvo la calidad suficiente para sacar el balón con claridad. Nacho y Carvajal tienen una excelente capacidad defensiva y mucha experiencia, pero en estos partidos se necesita algo más cuando pisan el área rival que centros planos o pases telegrafiados.
Al final, Sergi Roberto remató un balón que nadie de blanco acertó a despejar y puso el 1-1 justo antes del descanso para locura de una grada que celebraba el gol como si se tratase de un título.
Ancelotti no hizo cambios hasta el 60 y eso empieza a pesarle al equipo. Su guardia pretoriana tiene físico para una hora, pero si el partido requiere mover antes el banquillo debería ser más ágil. Rodrygo y Mendy animaron al equipo en ataque y, al menos, se veían más camisetas blancas acompañando a Vinícius y a Benzema en las arrancadas. De hecho, Rodrygo tuvo el segundo gol tras un error de Busquets, pero mandó el balón a la grada.
Xavi esperó al 76 para quitar a Sergi Roberto y dar paso a Kessié. El equipo funcionaba bien. Lewandowski no mete goles, pero mueve al equipo arriba y Raphinha le ha quitado el puesto definitivamente a Dembélé.
Ya en el 75, Ancelotti revolucionó el equipo con Ceballos y Asensio a los que se unió Tchouaméni. Esa calidad no puede pasar tanto tiempo en el banquillo cuando el partido te pide a gritos tipos creativos que muevan el balón. En apenas cinco minutos crearon ocasiones y llegadas. Asensio marcó el 1-2. Se hizo el silencio en el Camp Nou. El mallorquín se besaba el escudo en una llamada de atención a los que negocian ese contrato que no acaba de firmarse. Entonces entró el VAR y puso milímetros entre su cuerpo sobre el del defensa. Suficientes para anularlo y para que el fantasma de Negreira apareciera sobre el cielo de Barcelona.
El Real Madrid dio por buena la imagen, aunque Ancelotti dijo tras el partido que “tenemos derecho a dudar” y siguió buscando la portería rival mientras el Barça hacía lo propio a la contra. Un duelo de golpes bajos que acabarían tumbando a uno de los dos. El taconazo de Lewandowski sobre un denostado Ansu Fati provocó una salida de presión que acabó rematando Kessié en el segundo palo para darle a la Barça la Liga más necesitada de su historia. La gran cortina de humo que tapará sus desdichas y su acuciante crisis económica antes de que el verano nos traiga un nuevo sainete.
Ansu acabó el partido enfrentado a Ceballos. El andaluz bastante tiene con disputar minutos y ser profesional de este deporte en vista del maltrato al que le sometió la RFEF con infiltraciones sin control. El delantero del Barça podría estar jugando sus últimos meses de azulgrana. El heredero de Messi es el as de Laporta para sanear las cuentas y su entorno le ha calentado demasiado la cabeza sobre un futuro fuera de España.
El Clásico terminó, pero queda otro casi igual de importante para los de Xavi. La vuelta de semifinales de Copa decidirá qué equipo se mete en la final de un título menor que puede tapar del todo las desgracias azulgranas o darle al Real Madrid una red por si el camino a Estambul está en obras.