La Juventus de Turín revive de nuevo un calvario en la liga italiana. Hace 17 años perdió la categoría y los últimos títulos de liga por el Moggigate, un escándalo de sobornos a los árbitros por parte de Luciano Moggi, director general de la Juventus y Antonio Giraudo, delegado.
Después de aquello, la «vecchia signora» ha sabido recomponerse en el panorama del fútbol italiano y europeo con varios títulos domésticos aunque sin Champions Leagues, su gran caballo de batalla.
Su interés en esta competición ha sido tan importante que los directivos de la Juventus han hecho todo tipo de ingeniería fiscal para fichar y pagar a grandes jugadores. Fue el caso de Cristiano Ronaldo que abandonó el Real Madrid para poner rumbo a Turín por 100 millones de euros más 30 millones como salario.
Aquello fue insostenible. Poco a poco se han ido conociendo las maniobras salariales para tomar el camino más corto al éxito, que no les proporcionó ningún beneficio deportivo porque el gran título europeo se les resistió.
Andrea Agnelli y Pavel Nedved son los grandes nombres de esta nueva historia de la Juventus. Dos directivos puestos bajo la lupa de la Fiscalía de Turín porque las cuentas del club turinés no les convencían.
Aunque en un principio la Audiencia Nacional Federal absolvió a los directivos porque “no existe un método objetivo para establecer el valor de un futbolista”, el fiscal siguió detrás de la pista del dinero y consiguió nuevas pruebas contra el club.
Ganancias de capital ficticias, noticias falsas sobre los salarios de los jugadores, falsa contabilidad y comunicaciones corporativas, manipulación de mercado o declaraciones fraudulentas.
Ante eso, la «casa Juve» tomaba medidas y presentaba una dimisión al completo de su junta directiva para amortiguar el impacto de la sanción que, finalmente, fue de 15 puntos que se deberán descontar esta misma temporada. Eso dejará al histórico club sin opciones de Champions y sin otro importante flujo económico.
El «caso plusvalías» es una maniobra habitual en el mundo del fútbol, pero no tan explotada como hizo la Juventus en su momento. El objetivo era intercambiar jugadores de valor similar, pero tasándolos en valores mucho más elevados. Para esto necesitaba que el otro club que entraba en la operación aceptase estos precios. Colaboración necesaria para cometer un delito.
La sanción a la Juventus debería salpicar al Barça, aunque en España bastante tiene el club catalán y LaLiga con el tema de las palancas y los topes salariales como para abrir esta caja de truenos.
En la temporada 2019/2020 el Barça vendió a Arthur a la Juventus y compró al equipo italiano a Pjanic. Cuadrar las cuentas era la primera de las razones para llevar a cabo ese fichaje tan extraño.
Ambos clubes necesitaban 60 millones de euros para cuadrar las cuentas y tasaron a estos dos jugadores en cifras próximas a los 70 millones de euros, muy por encima de su valor real. La jugada era anotar en sus cuentas el ingreso en el mismo momento en el que se hizo la venta, mientras que la compra se distribuye en tantos años como ficha el jugador.
Otro caso menos conocido fue el de Alejandro Marqués, jugador del Barça B por 8 millones de euros a cambio de recibir la misma cantidad por la cesión con opción de compra de Matheus Pereira.
A la Justicia italiana le llamó la atención que la Juventus declarase 155 millones de euros en plusvalías entre 2018 y 2021 y decidió abrir una investigación que ha acabado en una dura sanción que puede hacer que el equipo pierda a muchos jugadores importantes y pase a ser un equipo de media tabla.