AP/HUSEIN MALLA – Los jugadores del Barcelona celebran con un trofeo tras ganar la final de la Supercopa de España entre el Barcelona y el Real Madrid en Riad, Arabia Saudí, el domingo 16 de enero de 2023
La final de Supercopa no iba a ser un partido más para el Real Madrid ni para el Barcelona. Un título menor, a mayor gloria de una RFEF que dará más dinero a la empresa de Piqué por organizar el evento (4 millones de euros) que al Barça (2,8) o al Betis (750.000 euros).
El problema era que el equipo que perdiese el título iba a necesitar recuperarse física y mentalmente para lo que resta de temporada. El Barça y su Europa League ante el Manchester o el Real Madrid y su Champions contra un Liverpool, eso sí, en horas bajas.
Ancelotti empieza a descubrir fugas en la defensa y no encuentra un centro del campo que no sea Modric y Kroos en buena forma. El croata tiene un importante bajón físico y el alemán tuvo fallos impropios con pérdidas de balón que no se le recuerdan. Sujetar el centro del campo con Camavinga fue insuficiente porque Valverde tampoco acompañó en ese baile de mover el balón rápido y con sentido.
Xavi sobrevive en el Barça gracias a Busquets y a De Jong. Dos jugadores presionados hasta el extremo por Laporta para que se marcharan que están haciendo funcionar al equipo muy por encima de las consignas del técnico. Pedri y Gavi suman más kilómetros de los que deberían, pero a esa edad solo un entrenador con ascendencia y experiencia puede hacerles todavía mejores.
El primer gol del Barça llegó tras una pérdida de balón del Real Madrid. El club catalán leyó bien la debilidad del centro del campo blanco y atacó los espacios. Un balón de Lewandowski a Gavi que batió a Courtois, que no pudo hacer un milagro más.
La calamitosa defensa blanca propició el segundo gol tras otro balón perdido por Rudiger, Carvajal quiso recuperarlo en el centro del campo y dejó una autopista a su espalda que aprovechó Gavi para poner un balón fácil a Lewandowski para anotar el segundo gol antes del descanso.