¡Por fin! El megaproyecto de sistema de combate aéreo del futuro que tienen en desarrollo los gobiernos de Berlín, Madrid y París, el FCAS, vuelve a rodar sobre la pista de despegue tras permanecer bloqueado en torno a 17 meses en tierra de nadie.
Ha sido después de que la sociedad francesa Dassault Aviation y la alemana Airbus Defence and Space GmbH ‒las que capitanean el proyecto por parte de los Gobiernos de Alemania y Francia‒ hayan mantenido innumerables reuniones telemáticas y presenciales para solventar sus serias desavenencias.
El ultimátum para acabar con las malas caras de los equipos negociadores, alcanzar un acuerdo industrial y continuar por la senda del trabajo compartido tenía como límite final de año, como habían dejado caer en octubre pasado tanto el presidente de Francia, Emmanuel Macron, como el canciller de Alemania, Olaf Scholz.
De común acuerdo, ambos políticos no han tenía más remedio que retrasar hasta 2023 la cumbre bilateral francoalemana de Fontainebleau prevista para el 26 de octubre, con la intención de poder llegar a la reunión con los deberes hechos del proyecto NGWS/FCAS, que es el acrónimo completo en inglés de Sistema de Armas de Siguiente Generación/Sistema de Combate Aéreo del Futuro.
La exigencia planteada por Macron y Scholz a las dos empresas no deja lugar a dudas. El fabricante de los famosos aviones Falcón y de los cazas Rafale, el veterano presidente ejecutivo de Dassault Aviation, Eric Trappier ‒a punto de cumplir 63 años‒, y el joven Michael Schoellhorn, al frente de la alemana Airbus Defence and Space GmbH, debían enterrar el hacha de guerra. Y, sobre todo, acordar los términos de la fase 1B del FCAS, que a causa del rifi-rafe francoalemán ha pasado de pretender tener un avión demostrador en vuelo para 2028 a intentar conseguirlo para 2029.
“No ha sido nada fácil” confirman desde fuentes españolas cercanas al FCAS. El problema más visible ha girado en torno a la propiedad intelectual de los controles de vuelo, que Dassault lidera y que no está dispuesta a compartir. Pero dada la importancia estratégica del proyecto, “ha habido total voluntad por lograr conciliar los intereses de ambas partes al precio que fuera… con matices”.
La reconciliación industrial francoalemana está centrada en acometer los trabajos respecto a la plataforma del avión ‒lo que interesa a Dassault‒ y sus motores ‒que repercute en MTU y Safran‒ ha sido saludada por los titulares de Defensa de Alemania, España y Francia, Christine Lambrecht, Margarita Robles y Sébastien Lecornu, respectivamente. Todos ellos han apuntado en sus declaraciones oficiales que el escenario donde se visualizará el relanzamiento del proyecto FCAS tendrá lugar en Madrid, en una fecha que todavía no se ha dado a conocer.
El comunicado conjunto de Airbus, Dassault e Indra ‒que es el coordinador industrial español‒ pone el acento en que se trata de “un gran paso adelante” y aplaude la determinación de los Gobiernos de Berlín, Madrid y París por desarrollar un sistema de armas “potente, innovador y totalmente europeo” que satisfaga las necesidades operativas de las fuerzas armadas de los tres países.
Recalca que las negociaciones de los últimos meses han permitido “crear una base sólida para la cooperación entre la industria y los tres Gobiernos”, a la vez que reiteran su firme compromiso para hacer del programa FCAS “el brazo armado de la autonomía estratégica de Europa, gracias al refuerzo de la soberanía operativa, tecnológica e industrial de su defensa”.
¿Qué supone el acuerdo? Pues que la Dirección General de Armamento de Francia, que actúa como órgano de contratación de los Gobiernos de Berlín, Madrid y París, ha adjudicado el 15 de diciembre a Dassault Aviation, Airbus Alemania y España, Indra y el consorcio EUMET el contrato de la fase 1B del FCAS. Significa desembolsar el primer tramo de un contrato por más de 3.000 millones de euros para ejecutar 36 meses de actividades. Esa cantidad asciende a cerca de 8.000 millones de euros si se incluye la fase 2 opcional, que abarca hasta 2029.
Cada uno de los tres países aporta un 33% de la financiación y sus industrias reciben un porcentaje equivalente de carga de trabajo. En su comunicado conjunto, Airbus, Dassault e Indra expresan que se trata de un “contrato histórico” y precisan que el valor del contrato “es por 3.200 millones de euros”, que cubrirá el trabajo “en el demostrador FCAS y sus componentes durante unos tres años y medio”, es decir, alrededor de 42 meses.
No se conoce el texto exacto del acuerdo, pero se sabe que contiene dos confirmaciones esenciales. La primera es que, tal y como ya pactaron Berlín y París en julio de 2017, queda claro que el Estado francés es el que ejerce la plena y completa dirección de la gestión del proyecto. La segunda reafirma que Dassault es el contratista principal hegemónico y “jefe de filas” industrial ‒precisa el Ministerio de Defensa galo‒ para el desarrollo del avión de combate furtivo europeo de sexta generación.
En su calidad de coordinador industrial nacional del programa NGWS/FCAS, Indra es la principal compañía española beneficiada por el desbloqueo del FCAS. Su consejero delegado, Ignacio Mataix, ha afirmado que “me enorgullece pensar que Indra va a participar, de igual a igual, con Dassault Aviation y Airbus Defense and Space GmbH en el diseño de este innovador sistema de armas”.
Además de su papel como coordinador en el programa trilateral, Indra es el contratista principal trinacional en materia de Sensores, en el que participa la francesa Thales y el consorcio alemán FCMS, formado por Hensoldt, Diehl, ESG y Rohde & Schwarz. En el pilar de la Nube de Combate, es líder nacional y trabaja con Airbus Defence and Space GmbH y con Thales en el desarrollo conjunto del concepto de Sistema de Sistemas, que permite capacidades colaborativas sin precedentes entre las plataformas conectadas.
¿Qué hay de las plantas motrices del futuro caza? El motorista español ITP Aero encabeza el componente nacional, pero está desplazado del eje del asunto ¿Motivo? En febrero de 2019, las entonces ministras de Defensa de Alemania, Úrsula von der Leyen, y de Francia, Florence Parly, impulsaron la conjunción de esfuerzos de la francesa Safran Aircraft Engines y la alemana MTU Aero Engines.
El resultado fue que, en abril de 2021, para tomar el control y desarrollar los motores del FCAS, se constituyó EUMET ‒acrónimo de EUropean Military Engine Team‒, una empresa conjunta francoalemana al 50/50 que asume el diseño, desarrollo, fabricación y soporte del motor del futuro caza europeo. Así pues, ITP Aero está fuera de EUMET y supeditada a la más o menos importante carga de trabajo que el consorcio le ha querido asignar.