Las campanas han tocado a rebato. En el reducido plazo de tres días han pisado el acelerador ¡qué casualidad! no uno, ni dos, sino tres proyectos gubernamentales de satélites: la llamada Constelación Atlántica, que desplegará 16 pequeñas plataformas en el espacio; los Spainsat NG, dos grandes satélites de comunicaciones seguras; y la sonda científica de tamaño medio Arrakihs.
La Constelación Atlántica está impulsada por el comisionado del PERTE Aeroespacial, Miguel Belló, y apadrinada por el ministerio de Ciencia e Innovación de Diana Morant. El programa Spainsat NG tiene como garante al director general de Hisdesat, Miguel Angel García Primo, que está amparado por la titular de la cartera de Defensa, Margarita Robles. La tercera iniciativa (Arrakihs) está pilotada por el profesor Rafael Guzmán, del Instituto de Física de Cantabria, que cuenta con el patrocinio del Centro para el Desarrollo Tecnológico y de Innovación (CDTI) cuya presidenta es Teresa Riesgo.
Lo que ha apremiado a todos los citados a dar un fuerte empujón a sus respectivos planes obedece a dos razones principales. En primer término, dejar sentadas las necesarias funciones de coordinación que debe asumir la Agencia Espacial Española, cuya creación está prevista para antes de fin de año. En segundo término, la reunión del 22 y 23 de noviembre en París de los ministros de la Agencia Espacial Europea (ESA), donde su director general, el austriaco Josef Ashbacher, pondrá sobre la mesa ambiciones multimillonarias y cada uno de los 22 estados miembro, entre ellos España, pretenden mostrar sus bazas.
De los tres proyectos, el de mayor complejidad, el que está sometido a plazos de tiempo más constreñidos es la Constelación Atlántica. Iniciativa de cooperación liderada por España y Portugal, cuenta con el apoyo financiero de los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia asignados a Lisboa y Madrid, por lo que las condiciones administrativas y temporales fijadas por Bruselas hacen que su desarrollo progrese a contra reloj.
Por fortuna, el proyecto ha recibido un nuevo espaldarazo en el marco de la 33ª cumbre hispano-portuguesa celebrada el 4 de noviembre, que ha reunido en la localidad portuguesa de Viana do Castelo al primer ministro luso, Antonio Costa, al mandatario español, Pedro Sánchez, y a una limitada colección de ministros de ambos gobiernos.
En el encuentro bilateral, la titular de Ciencia, Diana Morant, y su homónima de Portugal, Elvira Fortunato, han ampliado el grado de detalle del documento suscrito en la cumbre de octubre de 2021 en Trujillo (Cáceres). Han firmado un acuerdo tipo MOU ‒acrónimo en inglés de Memorando de Entendimiento‒ para avanzar lo más deprisa posible en el desarrollo y fabricación de 16 mini satélites ópticos de observación de la Tierra de alta resolución, todos ellos interconectados entre sí.
Ambas partes asociadas han reforzado su compromiso de que ocho ingenios serán fabricados y de plena responsabilidad de España y otros tantos de Portugal, lo que exige una coordinación extrema. Por ejemplo, los 16 tendrán un tamaño y forma exterior semejante, su peso se situará entre 20 y 30 kilos, y serán posicionados a una altura media de 500 kilómetros, los primeros en 2025.
Unos y otros serán producidos bajo patrones comunes, pero algunos incorporarán tecnologías diferentes para poder ser utilizados en una amplia variedad de aplicaciones. Porque entre las principales misiones que debe cumplir la Constelación Atlántica están las de velar por la biodiversidad marina, informar sobre los avances de la erosión terrestre, vigilar el tráfico marítimo, anticiparse a la proliferación de incendios y ayudar a reaccionar frente a fenómenos atmosféricos adversos.
“Lo que toca ahora es sincronizar los ritmos de trabajos entre los equipos hispano y luso”, comentan en círculos próximos al proyecto. La Agencia Espacial de Portugal que preside Ricardo Conde ya ha seleccionado el consorcio industrial que va a materializar los ingenios portugueses. Está liderado por Geosat e incluye al fabricante Open Cosmos. Pero España todavía no tiene el tema resuelto. Debe acelerar el paso y decidirse más pronto que tarde por una de dos alternativas: sacar a competición mediante concurso público el componente industrial o asignar dicho cometido a la ESA, lo que agilizaría el proceso.
Mientras el ministerio de Ciencia baraja la opción más acertada y posible, la sociedad de servicios gubernamentales por satélite, Hisdesat, daba a conocer el mismo día 4 de noviembre su acuerdo con la compañía norteamericana de lanzamiento SpaceX de Elon Musk, ‒el nuevo dueño de Twitter‒, para colocar en órbita en 2024 y 2025 sus satélites de comunicaciones de nueva generación Spainsat NG-I y NG-II, respectivamente.
La firma del contrato ha tenido lugar en Madrid entre el director comercial de SpaceX, Sean Pitt, y el director general de Hisdesat, Miguel Ángel García Primo, quien ha subrayado que el lanzador Falcón 9 seleccionado es el “más fiable hoy en día en el mercado”. Lo acredita su índice de fiabilidad, que es del 98,92 por ciento, de un total de 188 vuelos efectuados y 186 éxitos desde su vuelo inaugural del 4 de junio de 2010. El Falcón 9 ya puso en órbita el satélite Paz de Hisdesat en febrero de 2018.
Los términos del contrato con SpaceX ofrecen a Hisdesat la garantía de que cada grande y pesado satélite de unas 5 toneladas cuenta con reserva de plaza para volar al espacio, lo que es mucho decir en un mercado colapsado por la creciente demanda y la limitada oferta de cohetes. El pacto con SpaceX asegura que el despegue se podrá realizar desde cualquiera de los dos complejos de lanzamiento que Elon Musk tiene asignados en Cabo Cañaveral (Florida), uno en la zona militar y otro en el área dedicada a la NASA y vuelos comerciales.
El diseño de los Spainsat NG superó en diciembre su revisión crítica y ahora se encuentran en plena fase de fabricación. Con un coste del orden de los 750 millones de euros, el contratista principal es Airbus Defence & Space System. Su filial española es responsable de los equipos en banda X y Thales Alenia Space España de los de UHF y Ka militar. Con protección frente a interferencias, intentos de suplantación y los efectos de las explosiones nucleares a gran altitud, lleva a bordo un procesador digital transparente que, en la práctica, les convierte en “satélites definidos por software”, destaca Hisdesat.
El tercer proyecto que ha recibido el pistoletazo de salida tiene carácter multinacional y se llama Arrakihs. Es una misión bajo bandera de la ESA, cuya importancia para la comunidad científica internacional fue defendida por Cecilia Hernández (CDTI), delegada española ante el Comité Científico de la Agencia. Arrakihs resultó ser la única misión aprobada en la reunión del 2 de noviembre del citado Comité, en competencia con otras 19 propuestas de diferentes países.
Primera misión científica de la ESA liderada por España, para el jefe de la Dirección de Ciencia de la ESA, el profesor alemán Günther Hasinger, Arrakihs es una propuesta “imaginativa e innovadora”, cuyo objetivo principal es “localizar y descifrar cómo se forma y evoluciona la materia oscura”, que parece ser hasta cinco veces más abundante que la materia ordinaria que conforma los planetas, estrellas y galaxias. La compañía española Satlantis de Juan Tomas Hernani ha diseñado la avanzada cámara en los espectros visible e infrarrojo que montará el telescopio de Arrakihs.
Con un peso próximo a los 300 kilos, un coste industrial máximo de 175 millones de euros y con su despegue planeado para 2030, en la parte científica de Arrakihs participa un consorcio de centros de investigación de Austria, Bélgica, Estados Unidos, Reino Unido, Suecia y Suiza bajo la coordinación del Instituto de Física de Cantabria.