AFP/PAU BARRENA – El delantero polaco del Barcelona Robert Lewandowski (R) marca el tercer gol de su equipo durante el partido de fútbol de la 1ª ronda de la UEFA Champions League
Jugar algo parecido a los dieciseisavos de final de la Europa League o la fase de acceso para los terceros de grupo de Champions tiene un premio de 500.000 euros. Jugar los octavos de Champions suponen 9,6 millones de euros por los 1,1 de la Europa League; los cuartos de Champions 10,6 por 1,5 de la segunda competición europea; semifinales 12,5 por 2,4 de la Europa League y la final 15,5 por los 4,5 de la otra competición.
Esa es la realidad del Barcelona por segunda temporada consecutiva. Deja los grandes premios de la Champions por las limosnas de la Europa League, rivales con los que no hacer caja y viajes incómodos por Europa. Las palancas sobre las que tenía que apoyarse la temporada se han roto.
El batacazo del Barça en Champions deja en evidencia el proyecto de Laporta con Xavi Hernández como el entrenador que nunca quiso y al que tuvo que sacar de Qatar a la fuerza para que hiciera de escudo y animara a la tropa.
Ocho goles a favor y siete en contra, cuatro puntos y el abismo si el Inter gana al Plzen, último de grupo, en el próximo partido de Champions. Esa realidad dejaría al Barça de Lewandowski, Raphinha, Dembelé, De Jong, Eric García, Marcos Alonso, Kessie o Ferran Torres disputando la ruinosa Europa League y a las puertas de un nuevo drama si no consigue ganar ese título.