Pedro Sánchez recibió este lunes el apoyo del presidente francés, Emmanuel Macron, en su gira para defender el desacoplamiento del precio de la electricidad respecto de los del gas, y puso presión a la Comisión Europea, que debe presentar propuestas en la cumbre europea del jueves y viernes próximos.
Antes de empezar un encuentro en París con Macron, dentro de la gira que inició la semana pasada por varias capitales europeas, Sánchez señaló ante la prensa los dos aspectos a su juicio “fundamentales” que habrá que resolver en esa cumbre de Bruselas: “garantizar el suministro energético y la evolución del precio del gas y su traslado al precio de la electricidad”.
“Esperamos –subrayó el presidente del Gobierno español– que la Comisión Europea pueda encontrar una respuesta equilibrada que nos permita a todos los países poder responder en función de cuál sea la gravedad en uno o en otro aspecto a este reto, a este desafío formidable que nos está planteando desde el punto de vista energético la guerra en Ucrania”.
Macron le había agradecido momentos antes “su compromiso personal” y su trabajo para “encontrar soluciones europeas que permitan protegernos de las consecuencias de la guerra”, y se refirió a los contactos que Sánchez ha mantenido en los últimos días con los responsables, entre otros, de Italia, Grecia, Portugal o Alemania.
Se trata, según el presidente francés, de limitar el precio del gas y “el impacto sobre el precio de la electricidad”, pero también de buscar mecanismos de almacenamiento en común de gas y de diversificar las fuentes de aprovisionamiento.
Los contactos de Pedro Sánchez continúan este mismo lunes en Bruselas, donde Sánchez tenía cita con el primer ministro belga, Alexander de Croo, y con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Francia y España coinciden, con otros países de la UE –esencialmente los del sur– en llevar a cabo una reforma “estructural” del mercado eléctrico europeo y sobre todo del sistema marginalista de fijación de precios, que en la práctica los hace depender de la cotización del gas, que se ha disparado en el último año y sobre todo desde el comienzo de la guerra en Ucrania.
Sin embargo, eso ha chocado hasta ahora con la oposición de otros estados del norte y con la reticencias de la Comisión Europea, que consideran que abandonar ese sistema marginalista que garantiza la remuneración de las centrales con los costos más elevados –ahora las de gas– podría poner en peligro el mercado único y el equilibrio continuo entre oferta y demanda que evita grandes apagones.
La semana pasada, Madrid y Lisboa, que comparten el mercado eléctrico ibérico –muy poco conectado con el resto de Europa– habían lanzado la idea de poner un límite al precio de la luz en el mercado mayorista a 180 euros por megavatio hora, pero poco antes de la reunión entre Sánchez y Macron en París, el Gobierno español anunció que la retiraba.
Macron explicó que uno de los puntos que iba a abordar con Sánchez era el de las interconexiones, que ha sido desde hace muchos años una prioridad de la política energética española que no ha encontrado la misma sintonía al otro lado de los Pirineos.
El conflicto en Ucrania ha puesto en evidencia la fuerte dependencia europea del gas ruso (un 40 % del consumo) y la utilidad que tendría ahora el proyecto de gasoducto MidCat entre España y Francia que se abandonó en 2019, sobre todo por falta de interés desde París.
Macron y Sánchez también se refirieron, en la declaración previa a su entrevista, a la respuesta europea a la invasión de Rusia. El presidente del Gobierno español destacó que los “esfuerzos” de Macron antes incluso de que empezara la guerra junto al canciller alemán, Olaf Scholz, para discutir con Vladímir Putin, han demostrado que “no ha habido una falta de diplomacia por parte de Europa, sino que lo que ha sobrado ha sido agresión por parte de Rusia”.
A su juicio, Putin ha cometido con su ataque “tres errores fundamentales”: “subestimar la respuesta” y la resistencia de la sociedad y del Gobierno de Ucrania; considerar que la UE no iba a responder de forma unida con sanciones “contundentes” e “inéditas” pero también con ayuda humanitaria y militar; y no tener en cuenta «la respuesta de la comunidad internacional”.