La selección española de fútbol está siendo el objetivo de muchas críticas por sus pobres resultados, por su pobre juego y por la actitud del seleccionador y de los jugadores.
Hay una falta de empatía de los españoles con la selección que nunca se había producido en ningún campeonato internacional.
Es cierto que en España no tenemos actualmente ninguna “estrella” como antes sí hubo con Iniesta, Torres, Sergio Ramos, Iker Casillas, Xavi o algunos otros.
Esta falta de estrellas y su motivación creo que es la primera causa de esta desafección. La segunda es la elección del seleccionador. Luis Enrique no es una persona que históricamente se ha llevado bien con la prensa, sino todo lo contrario. No sabe tratar con los medios, sus declaraciones son en muchos casos desafiantes y le gusta mucho ser el protagonista.
Sus métodos intentan ser revolucionarios y los aficionados cuando no hay resultados no los entienden.
Luis Enrique se ha querido rodear de futbolistas jóvenes a los que poder moldear a su gusto. De momento, estos jugadores no están dando los resultados esperados. La afición entiende que la época de Sudáfrica es muy difícil de repetir, pero los dos partidos disputados son poco esperanzadores.
En el momento que los resultados no llegan y empiezan los nervios todo se revisa con lupa. El seleccionador no tiene la experiencia ni los resultados como entrenador para dirigir una de las mejores selecciones del mundo.
Sus resultados como entrenador, salvo en el Barcelona que ganó una Champions y dos Ligas, han sido muy discretos.
Los años en el Barcelona fueron muy buenos. Claro está que la plantilla estaba compuesta con unos jugadores en su plenitud de la talla de Messi, Busquets, Ter Stegen, Daniel Alves, Jordi Alba, Andrés Iniesta, Luis Suárez y Neymar. Todos con seis años menos que ahora.
Ganó títulos, pero no renovó. Su salida fue bien vista por el barcelonismo.
Anteriormente entrenó a la Roma donde solo estuvo un año y el equipo italiano acabó séptimo. Fichó por el Celta de Vigo y volvió a estar solo un año clasificando al equipo gallego en novena posición.
Ha sido una persona de trato difícil. No cuajó en Roma, no cuajó en Vigo y ni siquiera cuajó en su “casa” Barcelona.
Las críticas de la prensa no las encaja bien y toma una actitud como de pasotismo y al mismo tiempo como de desprecio al que no sabe de lo que habla.
A pesar de todo, es nuestro seleccionador y todo lo que rodea a la selección debe de remar en la misma dirección.
Cuando anunció la lista de convocados, algunos aficionados, sobre todo madridistas, se sintieron insultados. No llevó a Nacho, no llevó a Ramos. Parece una provocación al madridismo. Un madridismo que es mayoría en España.
Es igual, hay que apoyar a la selección, pensaron la mayoría. Pero es que en su lugar no ha puesto a Albiol, campeón de la Europa League y uno de los jugadores más destacados del Villarreal. Tampoco ha puesto a Azpilicueta, campeón de la Champions y capitán del Chelsea. Nunca le convocó para los partidos preparatorios y no tuvo la suficiente valentía de dejarle fuera al ser campeón de Europa. Da igual, no le pone.
En su lugar, alinea a Laporte, jugador que se autoproclamó francés hace unos años despreciando a España, que ha sido suplente todo el año y se le nacionalizó de urgencia. (Me imagino que ya pensaba dejar a Ramos fuera). Lewandowski, con un leve golpe de cadera, le dejó fuera de combate en el gol de Polonia en el partido anterior.
También ha llevado a Eric García, suplente de suplente en el City de Guardiola.
Y, hablando de Guardiola, gran amigo de Luis Enrique, también ha llevado a Ferran Torres, otro del City que junto a Laporte y Eric García ni calentaron en la final de la Champions contra el Chelsea. De momento, con España no ha desbordado por su banda ni una sola vez.
Los partidos se están jugando en Sevilla y gran parte de la desafección de los aficionados de la capital andaluza viene porque no hay ningún jugador del Sevilla ni del Betis. Tanto Jesús Navas como Sergio Canales están en la playa de vacaciones. Fueron a los partidos de preparación, pero sorpresivamente no fueron incluidos en la lista para la Eurocopa. Y eso que Navas jugó en el City.
Una gran parte de la afición sevillana no sabe ni en qué equipo juegan muchos de los integrantes del equipo español.
La afición echa en falta un líder, un Sergio Ramos, por cierto, andaluz, sevillano. Pero no le ha llevado ni para apoyar a los jóvenes, para dar un plus de ánimo, aunque quitara protagonismo al líder. Tampoco le deja ejercer de capitán a Azpilicueta que también lo hace en el Chelsea. Esto también crea desafección.
La falta de gol y de estrellas causa desafección también. Porque no va el gallego Iago Aspas, que, a pesar de sus lesiones, metió 14 goles este año. Lleva a Sarabia, otro suplente en su equipo. Nadie intenta el desborde, nadie encara, todos pases para atrás o horizontales. Mucha posesión, pero un rollo de partido. No jugamos a nada y no ganamos nada. 80% de posesión, qué fenómenos. ¡¡Más desafección!!
Las pocas ocasiones que se crean las falla Morata. No es su culpa. Los delanteros tienen rachas y nadie le puede negar el esfuerzo y la voluntad. Pero Álvaro tampoco puedes hacer unas declaraciones en las que dejas en muy mal lugar a los aficionados. Y estos jugadores jóvenes deben saber que ganan lo que ganan por los aficionados y que algunos han estado varias horas esperando para animarlos y vitorearles.
No puedes pasar por delante sin saludar y con los “casquitos de las narices”, que debían estar prohibidos en todo equipo serio. Es una falta de respeto que también crea desafección con la selección.
En resumen, la falta de respeto de algunos jugadores, una lista de jugadores desconocidos para los aficionados, la falta de un líder, una actitud del seleccionador con cierta prepotencia y un juego plano que aburre son las causas de la gran desafección de los aficionados con su selección.
Y no tiene pinta de cambiar.