Emergencia CORONAVIRUS 2.0: ¿Y SI REORIENTAMOS EL ENFOQUE? Por: Samuel A. Scarpato
NOTI-AMERICA.COM (ITALIA)
Emergencia CORONAVIRUS 2.0: ¿Y SI REORIENTAMOS EL ENFOQUE?
Samuel A. Scarpato
Turín, 31/octubre/2020
La gestión de la crisis relacionada con la emergencia CORONAVIRUS de post-primavera italiana 2020, está caracterizada por una lenta consolidación de la curva de aprendizaje en la eficiencia de dicha gestión. Esto parece repetirse en el hemisferio occidental. Sin embargo, ¿qué sucede si cambiamos el enfoque y lo acercamos un poco más a la estrategia empleada por las naciones con mayor éxito en la gestión de este tipo de crisis?
En febrero de este año, expliqué en varias redes sociales que nos habíamos concentrado en las medidas de contención y poco en las medidas de prevención. Aún menos concentrados en las medidas de compensación socioeconómica frente a la crisis que llegaría poco luego. En abril 2020 expuse todo esto en mi canal de Youtube «La Aldea del pro. Samuel Scarpato». La segunda oleada que estalló en Italia en octubre de este año, amerita reasumir estos argumentos y presentar nuevos elementos para el análisis.
Las medidas de prevención se ocupan de afrontar los factores de riesgo aguas arriba y en los nodos que puedan desencadenar corrientes de contagios aguas abajo. Se refieren también al refuerzo inmunológico de la población, siempre que sea correctamente identificada la naturaleza y el comportamiento de la cepa del virus. Al inicio del año nos dijeron que se comportaba de modo similar al SARS; en primavera también encontraron comportamientos un poco similares a la malaria y, poco luego, al de la tuberculosis.
Aquellos que estamos habituados a trabajar como investigadores o voluntarios en áreas tropicales (en mi caso en los Andes y en la selva amazónica), tomamos una dosis reglamentaria de quina o quinina (sulfato de quinina, bajo supervisión médica) antes de ir a estos espacios. Esto fue lo que hicimos intuitivamente en casa tres meses antes que se determinara un comportamiento similar a la malaria, porque conocemos algunas enfermedades tropicales. Entonces, ¿el COVID-19 es, más allá de una enfermedad zoonótica, una enfermedad tropical y todavía no somos conscientes de ello?
En cuanto a la tuberculosis, sabemos que está asociada a la desnutrición y, desde al menos un siglo, que uno de sus agentes preventivos es la Vitamina D, en particular la D3. Existen centenares de publicaciones científicas indexadas que dan cuenta de esto. Pero, detengámonos un momento a preguntar, ¿por qué en este particular hablamos de una enfermedad ligada a la inadecuada alimentación? Ahora otra pregunta aún más importante, si la malaria y la tuberculosis son transmitidas por parásitos y bacterias (no virus), ¿por qué continuamos a tratar un cuadro viral?, ¿el COVID-19 es más que un virus y aún no lo sabemos? Esto nos lleva de nuevo al tratamiento de las enfermedades tropicales.
Como analista de políticas públicas que apuntan a la gerencia del desarrollo local, sugerí (en febrero 2020) utilizar un sistema de monitoreo similar al estándar HACCP que usualmente se usa en la industria espacial para identificar, monitorear y neutralizar distintos agentes contaminantes en las corrientes aguas arriba y aguas abajo y sus correspondientes nodos críticos, sobre todo en las medidas preventivas (que no son muy rigurosas en la mayor parte de nuestros países). La gestión de la crisis pudiese ser más sencilla si adoptamos un nuevo y disruptivo enfoque del problema real aguas arriba.
A pesar de ello, el cuadro general sigue pareciéndose al SARS identificado en el brote del 2002-2003, así como al rebrote del 2015-2016. Si es así, ¿por qué occidente no ha aprendido de esta experiencia y sólo algunas naciones asiáticas han aprendido rápidamente a gerenciar la crisis? Naciones con regímenes políticos y económicos tan diversos como Japón o China, Vietnam o Corea del Sur, han consolidado velozmente lo que al inicio hemos denominado curva de aprendizaje. ¿El drama político en nuestras naciones nos impide ver y afrontar el verdadero problema?