MASCAR TABACO: ¿AHORA LA CULPA ES DE LOS VENEZOLANOS? Por Samuel A. Scarpato Mejuto
NOTI-AMERICA.COM (ITALIA)
MASCAR TABACO: ¿AHORA LA CULPA ES DE LOS VENEZOLANOS?
Por Samuel A. Scarpato Mejuto
Roma, Italia.-
Siglos haciéndose en EE.UU. y el Caribe
El tabaco masticable lo venden y consumen en casi todos los países del mundo. Hasta hace poco, era permitido en deportistas (casi obligado en el béisbol) e, incluso, algunos funcionarios públicos lo hacían de manera cotidiana. Con el paso del tiempo, el tabaco se ha ido alejando de nuestras vidas, por temas de mercado y especialmente de salud. Apenas quedan en promedio una o dos personas que lo usan o consumen en nuestras familias, lo cual se multiplica por tres a cinco en la anterior generación y, en promedio, unas siete a diez veces en la generación de nuestros abuelos.
El cultivo y uso de esta especie vegetal perteneciente a la familia de las Solanáceas, se origina en toda la cuenca del Caribe, desde los Estados Unidos, hasta el norte de la Amazonía, incluyendo toda Centro América y el extremo norte de los Andes, donde usualmente nuestros ancestros procesaban el tabaco a modo de pasta o «pomada» masticable. ¿Acaso usted jamás vio un western americano, donde «gringos» y mexicanos mastican y escupen tabaco?, es precisamente Hollywood quien transmite esta práctica y pone, literalmente, a mascar tabaco a medio planeta.
Ahora bien, la pasta de tabaco cocido o chimó es un producto esencialmente natural; se prepara con «ambire» (jugo o extracto de partes vegetales de tabaco cocidas) alcalinizado con ciertas sales carbonatadas y endulzado o aromatizado con especias y cenizas de plantas naturales. Este producto tiene muchas variedades o presentaciones, tan distintas como ingredientes que acompañan a su actor principal: las hojas de tabaco cocidas y eventualmente semi fermentadas. Así que no podemos generalizar. En todo el Caribe y espacios adyacentes mencionados, la pasta de tabaco se ha usado por milenios en pueblos y comunidades indígenas; posteriormente se hizo acompañante inseparable de gran parte de la población rural y de la porción de ésta que ha migrado a las ciudades.
En los campos lo usamos para sanar o mitigar ciertas afecciones cutáneas, también para prevenir o curar la picada de ciertos insectos y, en especial, para alejar las serpientes de nuestro espacio más cercano. Incluso, su color sepia se usa como tinte natural en hermosas pinturas y artesanías. De a poco, su uso y consumo se alejó de los fines rituales, laborales, artísticos y terapéuticos originarios, hasta asociarse con el uso estimulante con propensión al vicio; esto es inobjetable. El usuario o consumidor incauto, en ocasiones lo traga, y deglutirlo en considerables cantidades puede ser riesgoso, según los antecedentes cardiorrespiratorios de la persona que lo haga.
Es muy común verlo en más de veinte países de la geografía indicada, tanto así, que el envase (latica o cajetilla) jamás indica «no debe tragarse». Consideramos de tontos explicarlo. Lo que no es de tontos, es que llegue a países y, especialmente, a generaciones, desacostumbradas a mascar tabaco y, peor todavía, pasta de tabaco, que es aún más fuerte y concentrada. En México vimos un letrero en una tiendita del mercado que decía «no se traga, pendejo», tal vez por la gran cantidad de ingenuos turistas que, por descuido, lo hacían hasta sobre venirles una sudoración pasmosa y baja de tensión casi insoportable en las primeras dos horas; pudiendo salir de este cuadro con dos tragos de aguardiente, como recomiendan los viejos del campo.
Cuando viví en Chile en 2009, a propósito de mis pasantías doctorales, llevé varios productos típicos del Caribe, como el ron, chocolates, artesanías indígenas y, por supuesto, chimó. Mis compañeros de estudio, de residencia y amistades más cercanas, quedaron encantados con estos regalos y les quedó claro que la pasta de tabaco no se traga. Sin embargo, los flujos migratorios y la integración cultural, tienen estos riesgos y sobresaltos, basta adaptarnos, así como decantar y depurar el proceso, para que aprovechemos lo más hermoso y menos dañino de nuestras culturas.
Integrarnos, aprender y ayudarnos mutuamente, es de humanos dispuestos a crecer social y espiritualmente. Ahora queda de las instituciones con competencia en la materia, regular la comercialización, uso y consumo de la pasta de tabaco («chimó» es apenas uno de tantos nombres o denominaciones de origen) en los respectivos países donde les es extraño y, por supuesto, delimitar su alcance y posología. Recuerden, como todos los productos derivados del tabaco y el licor, la pasta de tabaco (chimó) se comercializa, usa y consume con permiso sanitario y exclusivamente entre mayores de edad y, reitero, jamás se traga.
Ya habrá oportunidad de encontrarnos en la selva amazónica, en los Andes colombianos, en Puerto Rico o en aquella tiendita mexicana, para que disfrutemos tantos productos de la zona, como el cacao y el maíz, que también son parte del mismo flujo milenario de tan humano intercambio.
Twitter: @samscarpato