La triste vida del inmigrante. Africanos: Una travesía con final mortal en Nicaragua
Colaboración Internacional
Noelia Celina Gutiérrez
Redacción Noti América
«Migración. Ante el recrudecimiento de la violencia en su ciudad de origen y la quema de su casa, cuatro hermanos salieron de Camerún hace tres meses rumbo a EE. UU. En un tiroteo en Rivas, uno de ellos murió. Los demás buscan repatriar el cuerpo».
Mbang Atanga Azehfor murió a diez mil kilómetros de distancia de su natal Camerún, mientras intentaba llegar a Estados Unidos en calidad de refugiado. Falleció en una carretera de Nicaragua el 29 de septiembre, ese día cumplía 23 años.
Él y sus tres hermanos mayores salieron de Camerún hace tres meses: el 29 de junio. “Tuvimos que huir por la crisis”, cuenta Azeh Maclaire, su hermana de 30 años.
Con once mil dólares en conjunto, los cuatro hermanos Mbang huyeron caminando a Nigeria, país fronterizo, y desde allí tomaron un avión a Ecuador. “Ese país no nos exige visa, por eso llegamos allí”, explica Maclaire.
De Quito viajaron en bus hacia la frontera norte con Colombia. Tras atravesar todo el país, tomaron un bote a Panamá. Desde allí atravesaron Panamá y Costa Rica, también en bus, por medio de salvoconductos.
Llegaron a la frontera norte de Costa Rica el 28 de septiembre por la noche e intentaron ingresar a Nicaragua a través del puesto fronterizo de Peñas Blancas. “Cuando llegamos a la frontera nos denegaron la entrada, nos dijeron que no aceptaban la entrada de inmigrantes. Así que tuvimos que buscar otra forma de pasar para llegar a nuestro destino”, comenta Maclaire.
Crisis en Camerún
Desde noviembre de 2016 se endurecieron los enfrentamientos entre anglófonos y francófonos , los dos grupos poblacionales más importantes que conforman Camerún.
“Los anglófonos han sido discriminados y marginalizados desde que empezaron a pedir la separación. Los francófonos se rehusaron a y empezaron a arrestar y matar a los anglófonos, a quienes llaman terroristas”, cuenta Maclaire, quien es parte de la minoría anglófona que representa un 20% de la población camerunesa, según reportes oficiales.
“Quemaron nuestra casa y por eso huimos todos al mismo tiempo”, dice Maclaire, quien asegura que antes de la crisis “habíamos vivido una vida normal, no teníamos ninguna carencia”.
Atanga Azehfor era un estudiante universitario, sin hijos, ni esposa. Estudiaba Procesamiento de Alimentos en la Universidad de Buea. “Él era muy respetuoso y sociable, le encantaban los deportes, especialmente el futbol”, confiesa su hermana.
Víctimas de coyotes
En el paso fronterizo, del lado costarricense, dos hombres se acercaron al grupo de cameruneses. “Uno de ellos nos habló en inglés y nos dijo que por 500 dólares nos llevarían hasta la frontera con Honduras. Así que les pagamos para que nos enseñaran el camino”, recuerda Azeh Maclaire.
Caminaron a través de una zona selvática alrededor de unas ocho horas hasta que llegaron a una carretera. Eran las 3:00 de la mañana del viernes 29 de septiembre y mientras caminaban, Maclaire tuvo tiempo de prometerle a su hermano que celebrarían su cumpleaños una vez llegaran a Honduras.
“Dos carros ya estaban esperando por nosotros al lado de la carretera. Los dos hombres que nos pasaron por el bosque solo nos dijeron: ‘rápido, rápido, entren’ (al vehículo), así que entramos. Los dos hombres no entraron al carro, se regresaron”.
Según Maclaire, su hermano abordó el primer vehículo, un Toyota Corolla color negro, y ella y sus otros dos hermanos subieron al segundo, una camioneta Pathfinder.
Esa madrugada había efectivos del Ejército de Nicaragua y la Policía Nacional desplegados desde Peñas Blancas hasta la comunidad La Virgen, en Rivas, “ante informaciones de posibles actividades del narcotráfico y otras actividades delictivas”, según un comunicado oficial.
De acuerdo con la versión del Ejército, “en el puente Las Lajas (…) un retén combinado de tropas del IV Comando Militar Regional y la Policía Nacional realizó señales de alto a dos vehículos sospechosos, estos desatendieron las mismas, realizaron disparos y trataron de atropellar al personal del retén, quienes respondieron a la agresión con sus armas de reglamento”.
Mbang Atanga Azehfor murió en el tiroteo y dos de los traficantes de personas resultaron heridos: Yaser Eduardo García López de 22 años, de Rivas, y Bayron José Jarquín López, de 27 años, de Tipitapa. Otro hombre identificado como Kiver Steven Martínez Sánchez, de 20 años y originario de San Juan del Sur, fue arrestado. El segundo vehículo se dio a la fuga, de acuerdo con el comunicado del Ejército.
Maclaire recuerda que tras recibir los disparos, el chofer de la camioneta en que ella y sus dos hermanos viajaban aceleró. “El conductor siguió alrededor de 5 minutos a toda velocidad. Se detuvo al lado de la carretera, abrió la puerta y dijo: ‘vamos, vamos’, para que saliéramos”, dice. El conductor, aparentemente herido, se dio a la fuga en ese momento.
Una de las mujeres que viajaba en el mismo vehículo había sido herida en el brazo. “Nos salimos y estábamos buscando cómo detener la sangre de la mujer que había sido herida dentro del carro. No sabíamos la situación de las otras personas en el otro carro. Estábamos buscando a la Policía para que nos rescatara”, rememora Maclaire.
Luego de caminar sobre la carretera, una patrulla del Ejército los encontró y los llevó al lugar donde el vehículo negro había sido detenido. “Yo no vi a mi hermano y pregunté por él. Me dijeron que había recibido un disparo y que lo habían llevado al hospital”, dice Maclaire. Tras recibir la noticia, su hermana se desmayó, por lo que Maclaire y ella fueron trasladadas al hospital de Rivas en una ambulancia.
“Cuando le pregunté al policía sobre mi hermano, me dijo que me calmara, porque iba a recibir una mala noticia. Dentro del hospital, abrieron una puerta y allí estaba mi hermano, ensangrentado, en una morgue”, recuerda la mujer, quien no puede evitar las lágrimas cada vez que recuerda la escena.
Tras salir del hospital, regresaron a la estación de Policía, donde les tomaron una declaración. “El sábado el policía vino en la mañana y nos dijo que tenía que llevarnos a la corte para testificar”. Así lo hicieron cada uno de los once migrantes de origen africano que habían sido capturados.
“El juez nos dijo que no era un delito que pasáramos por el país, que no deberíamos estar asustados porque no éramos criminales”, recuerda Maclaire, tras lo cual regresaron a la estación policial de Rivas. De allí, fueron conducidos de regreso a la frontera de Peñas Blancas.
Quieren repatriar el cuerpo
Ahora Maclaire y sus dos hermanos están en un campo de inmigrantes en Costa Rica, en donde tienen agua, techo y comida. Perdieron el poco dinero que les quedaba tras pagar US$2,000 a los coyotes, por lo que debieron llamar a su madre, una viuda que está refugiada en Bélgica, para que les enviara un poco de dinero.
La mayor preocupación de Maclaire es ahora el cuerpo de su hermano, el cual vio por última vez en la morgue del hospital de Rivas. Sin embargo, con la imposibilidad de entrar a territorio nicaragüense no ha logrado conseguir mayores detalles de su paradero.
La madre de los cuatro hermanos Mbang en Bélgica está a la espera que el consulado de Nicaragua en Bélgica le apruebe una visa para poder reclamar el cuerpo de su hijo a las autoridades.
Pero la repatriación del cuerpo de Atanga Azehfor podría ser un trámite complicado, manifiesta Maclaire, puesto que no hay representantes diplomáticos de Camerún en Nicaragua. De hecho, las embajadas de Camerún más cercanas están en Brasil y Estados Unidos.