Cojan un mapa y dibujen un triángulo. Junten con una línea recta Alburquerque, Nueva York y Madrid. Un triángulo que ha conformado una extraña alianza protagonizada por aquellos que ponen en jaque los intereses de España.
Primer vértice. Alburquerque. Ciudad fundada en 1706 por el Gobernador de Nuevo México, el asturiano Francisco Cuervo, quien le dio el nombre del entonces Virrey de Nueva España: el duque de Alburquerque. Allí los españoles eran asediados por apaches y navajos. Y viceversa.
Ahora Alburquerque es la ciudad más grande de Nuevo México, más de medio millón de personas viven en ella. Es donde se cuece toda la vida social y económica del estado, en mayor medida que en la capital Santa Fe.
Allí la Gobernadora del Estado, Michelle Luján Grisham. Fue la primera gobernadora demócrata e hispana de un estado en los Estados Unidos. Diputada en el Congreso, la Cámara de Representantes, pronto se presentó a gobernadora llevándose una significativa mayoría de apoyos.
Como gobernadora progresista quiere que se provea de energía limpia los hogares y la industria de todos los norteamericanos que habitan el 47 estado de la Unión. Tras el éxito de Iberdrola en comenzar la descarbonización de 25 estados de Estados Unidos, en los que lleva casi veinte años a través de la empresa Avangrid, la gobernadora ve con toda simpatía la presencia de la empresa de Bilbao para ser la punta de lanza de la política medioambiental y ecológica de Nuevo México.
Iberdrola-Avangrid goza de la mejor fama en EEUU. Los norteamericanos están deslumbrados, y así lo atestiguan los medios de comunicación, con el imponente parque eólico marino, que será el primero en Norteamérica y que supone una inversión de 3.000 millones de dólares para la empresa de Galán.
Hasta tal punto la fama de Iberdrola en EEUU es tan gigante, especialmente en el mundo ecologista y demócrata, que el Fiscal General apoya sin fisuras la inversión de 6.000 millones de dólares que se dispone a hacer en Nuevo México. Una más.
Pero la gobernadora tiene toda una serie de enemigos que, si bien apenas tienen capacidad de representación, forman parte de una comisión sin cuya autorización no puede ponerse en marcha el proceso. Comisionados cuyo enfrentamiento con los demócratas de Nuevo México viene de lejos
A pesar entonces del visto bueno de todas las autoridades de Washington, de las autoridades también y los comités de Nuevo México, una mera comisión ha paralizado la inversión española. Sus argumentos, con el fin de erosionar la imagen de la gobernadora han sido, entre otros, el inocuo caso Villarejo en el que Galán nada tiene que ver.
Una inversión que apenas representa para Iberdrola una más en su expansión en EEUU y cuyo aplazamiento ha retrasado el bienestar y la salud de los ciudadanos de Nuevo México (saldrá adelante en cualquier caso).
Pero los comisionados que se han opuesto no son ajenos a otros agentes económicos residentes en Nueva York que les han animado a tomar una decisión en contra de sus propios ciudadanos.
Segundo vértice. Nueva York. Las grandes petroleras ven las empresas eléctricas renovables como sus grandes enemigas. Es natural: la descarbonización del planeta va a hacer que estas empresas se tengan que dedicar a freir palomitas en lugar de seguir contaminando.
No en vano, Repsol le pidió a Pablo Casado volver al carbón, carbón que produce sin reparo alguno la italiana Endesa-Enel para producir electricidad en Asturias y en Galicia.
Pues bien, desde Nueva York se ha estado animando a la comisión a posicionarse contra la gobernadora y así dañar la reputación de una eléctrica sostenible. Las mismas empresas que, ante la pretensión de Iberdrola de descarbonizar el estado de Maine, incitaron a un referéndum que ganaron las petroleras contaminantes norteamericanas y ha llevado a la compañía de Galán a acudir a los tribunales.
Las líneas de teléfono Alburquerque-Nueva York han echado humo durante estas últimas semanas. Había que parar a los españoles que ya se habían convertido en la segunda eléctrica privada del mundo, líder en renovables, descarbonización y lucha contra el cambio climático.
En Nueva York buscaron debajo de las alfombras para ver si le encontraban alguna mácula a los ´nuevos conquistadores´ vascos. Allí estaba, bajo la alfombra, un comisario jubilado tratando de hacer daño de forma ridícula y naif. Y así fue como el nombre de Villarejo llegó a Nueva York y desde allí lo enviaron a Alburquerque bien empaquetado para que los comisionados pusieran como argumento en contra el asunto de la denuncia falsa a Galán.
Y así es como llegamos a…
Tercer vértice. Madrid. Iberdrola es una empresa con sede social en Bilbao de enorme proyección internacional. Es casi cinco veces el tamaño de Repsol. Ahí queda eso.
Pero en Madrid ha sufrido no pocas agresiones que ha rechazado sistemáticamente: Gas Natural o ACS (Florentino Pérez), entre otras. Intentos de hacerse con la compañía y que han acabado en el basurero de la historia. Pero no en el olvido.
Desde Madrid se envía a los contaminadores de Nueva York y a los populistas de Alburquerque toda la información precisa para hacerle daño a Iberdrola. Reconocen ambos que hay intereses en España que les alimentan con el único objetivo de destruir la reputación y la expansión de la compañía vasca.
Y en Madrid es donde se distribuye el resultado. Uno (o dos) bufetes de abogados, dicen, reciben las noticias de los daños que infringen a Iberdrola y las distribuyen a la mayor celeridad posible a aquellos medios de comunicación que tienen a Iberdrola en el punto de mira.
La personalidad de Galán, presidente que ha convertido a la compañía de una mera generadora local a la segunda eléctrica privada del mundo, le pone fácilmente en el punto de mira frente a otros que se esconden debajo de una mesa.
Ha resultado patético como la noticia de la decisión de una comisión en Alburquerque, que representa una pequeña parte de los intereses de Iberdrola en Estados Unidos, alentados por Nueva York, llegó a España en décimas de segundo. Nunca una noticia llegó tan pronto. Los rumores dicen que vía bufete de abogados madrileño, cuyo cliente es una empresa del IBEX. De ahí, acto seguido, pasa a un medio de comunicación determinado y, posteriormente, el resto de medios con objeto de dañar la reputación y el crecimiento de Iberdrola.
Crecimiento, por cierto, imparable, porque acaba de firmar un acuerdo con el primer ministro del Reino Unido para invertir allí 7.700 millones de libras esterlinas.
Pero en Madrid está también la Audiencia Nacional, cuyo juez, García Castellón no quiere dejar el caso e insiste en sentar en el banquillo a Galán por el caso Villarejo. No pasaría nada si no se supiera que ese mismo juez no quiso anteriormente que declarase Galán. No pasaría nada si no fuese que la prueba por la que se imputa a Galán es falsa. No pasaría nada si no fuera porque el magistrado no ha querido hacer un examen pericial de la falsa prueba. No pasaría nada si no fuese porque el caso, además de falso, está prescrito para el asunto que afecta al presidente de Iberdrola. No pasaría nada si no hubiésemos visto el empecinamiento obsesivo de García Castellón de sentar en el banquillo a Ignacio Galán. Ahora sabemos todos que se ha metido en un buen lío para demostrar que algunos miembros o funcionarios de la Audiencia Nacional no habitan en el mismo vértice que otros.
Vuelvan al mapa y observen el triángulo que dibujaron entre Alburquerque, Nueva York y Madrid. Piensen en una trama evidente que a nadie se le escapa. Piensen en las inversiones españolas en el exterior y su éxito. Pero sobre todo piensen que el futuro de nuestros hijos serán las energías limpias… o no será.