Un superintendente para la banca…y para el agro
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR)
La crisis de institucionalidad que afecta a algunos de los poderes del estado, convierte su accionar en una verdadera tragicomedia, como la actual elección del Superintendente de Bancos, pues entre tanto vericueto burocrático nadie sabe quién ni cuándo será posesionado. En esta espera queremos resaltar que algunas políticas de la Superintendencia han sido nefastas para el sector agropecuario.
Muchas normativas para el Financiamiento del sector han mostrado ser anacrónicas, elitistas y discriminatorias, por eso nos atrevemos a recomendar un par de temas puntuales que el próximo Superintendente de Bancos, debería incluir como urgente entre sus proyectos y planes de gestión, para su período.
Nuestra carta magna reconoce tres sectores diferentes en el Sistema Financiero nacional: Banca Privada o Comercial, Banca Pública para Desarrollo, y la Banca para el sector Popular y Solidario. Y señala además que “cada uno contará con normas y entidades de control específicas y diferenciadas” (art. # 309 de la Constitución).
El sector agropecuario tiene particularidades que son muy distintas a las demás actividades de producción. La Industria por ejemplo, trabaja con materia inerte y sus productos finales son consecuencia de acciones mecánicas, por tanto sus resultados dependen de la “capacidad instalada”. En agropecuaria la materia prima son seres vivos, donde los productos finales son elaborados por sus propios procesos fisiológicos y afectados por el medio ambiente, por eso los resultados son variables, misceláneos, y se proyectan como “potencial de producción”.
Por lo dicho necesitamos una Entidad de Control exclusiva para la Banca de Desarrollo, que corrija las barbaridades que limitan el correcto financiamiento del sector agropecuario. Nombraremos algunas a continuación:
- Prevalece la calificación del sujeto de crédito, sobre la viabilidad del proyecto.
- Estrambóticos y demenciales requerimientos sobre garantes codeudores.
- Absurdos niveles de cobertura de las garantías.
- Financiamiento incompleto de las necesidades de inversión del proyecto.
- Priorización de métodos judiciales para la recuperación de los préstamos, en lugar de promover el repago apoyando el éxito del proyecto de producción.
- Términos y condiciones pre-establecidas para la estructura del préstamo.
- Tablas de amortización incompatibles con la capacidad de generación de ingresos.
El futuro Superintendente de Bancos deberá recordar que el Agro todavía existe, que necesitamos un sistema crediticio independiente que considere la implicación social por sobre el capital, que fomente el desarrollo del sector y “reconozca al ser humano como objeto y fin” (art. # 283 de la Constitución).