“Cure Violence”: ¿Y si tratamos la violencia callejera como un problema de salud pública?
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR)
América Latina y el Caribe es la región más violenta del mundo. Nuestra región registra, en promedio, cuatro homicidios cada 15 minutos. En otras palabras, 400 asesinatos por día. Esta violencia afecta particularmente a los más jóvenes. El 90% de todas las víctimas de asesinatos fueron jóvenes entre los 18 y 25 años. Además de esto, la violencia es predominantemente armada: el 80% de los homicidios de jóvenes en la región fueron cometidas con armas de fuego.
Existen modelos de represión que buscan detener el comportamiento violento a través de una aplicación proactiva de la ley a través del policiamiento, como es el caso de las redadas. De igual manera, existen modelos de disuasión que buscan prevenir comportamientos ilegales a través de medidas ejemplificadoras a los infractores. Si bien este tipo de modelos puede generar resultados inmediatos, estas intervenciones no conducen necesariamente a un cambio sostenible en el comportamiento social de los individuos. ¿Qué tipo de intervenciones son efectivas en situaciones particularmente críticas de violencia juvenil? Un trabajo que está dando grandes resultados es el método Cure Violence, que trata a la violencia callejera como un problema de salud pública.
Intervenciones Prometedoras: Cure Violence y sus resultados
Cure Violence es uno de los pocos programas que han resultado ser efectivos en prevenir la propagación de un delito de gran impacto social, como es el homicidio. Basándose en el modelo de salud pública para combatir la violencia y trabajando con pandillas, busca la resolución pacífica de conflictos entre jóvenes en riesgo. Más aún, procura verdaderos cambios en conductas en la comunidad.
El modelo de Cure Violence se ha implementado en diferentes partes del mundo con resultados muy prometedores. Por ejemplo, una evaluación independiente en la ciudad de Chicago demostró que la implementación del modelo generó una reducción del 73% en tiroteos en los barrios más violentos. En Nueva York, la aplicación de este método contribuyó a reducir en un 63% los tiroteos en la zona del Bronx. Y en Baltimore, una de las ciudades con mayor índice de criminalidad en EEUU, generó una reducción del 56% de los homicidios en unos de los barrios más violentos.
Basados en la evidencia sobre la efectividad de este modelo, el Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) ha venido apoyando a algunos países en la implementación de esta innovadora intervención. Por ejemplo, en Trinidad y Tobago, un año después del lanzamiento del proyecto de Cure Violence, las comunidades que se unieron a la iniciativa registraron un 45% menos de delitos violentos y una reducción del 23% en llamadas a la polícia por asesinatos y tiroteos. Y en Cuauhtémoc, México, los resultados preliminares parecen demostrar que las acciones de los mediadores comunitarios fueron exitosas al reducir los conflictos comunitarios en un 65%. En Honduras, en las comunidades donde se implementó el programalos tiroteos se redujeron en un 88% y un 94% en 2014 y 2015 respectivamente.
El caso más reciente es el de Cali, Colombia. En dos años (2018-2020), el piloto generó la interrupción temprana de casi 2.500 conflictos, con una tasa de éxito cercana al 85%. El modelo de Colombia se desarrolló con un convenio de asociación entre el BID, la Fundación Alvaralice y la Alcaldía de Cali, generándose un modelo de enfoque multi-actor que contó con la transferencia de conocimiento y aportes técnico de todas las partes implicadas.
¿Cuáles son algunos elementos clave en el diseño de iniciativas de Cure Violence?
- Tener en cuenta el contexto
Es necesario que el modelo se adapte cuidadosamente a las realidades especificas de las comunidades intervenidas. Tal es el caso de San Pedro Sula, en Honduras. Debido a que el programa era nuevo para la comunidad, se decidió implementar por fases para privilegiar la consolidación de relaciones sólidas entre los trabajadores del programa y los socios locales, asegurando así la seguridad y credibilidad de los involucrados.
2. Proteger e invertir en los mecanismos claves de cambio
Para que el modelo de Cure Violence sea efectivo es necesario priorizar e invertir en una alta capacitación para los interruptores de violencia que les permita mediar conflictos sin violencia, detectar disputas a tiempo y obtener información y cooperación por diversos actores comunitarios. Por otra parte, también es crítico invertir en campañas de movilización comunitaria y educación pública que contribuyan a la sostenibilidad de la intervención a través del cambio en las normas comunitarias respecto a la violencia.
3. Promover una efectiva articulación con oferta de servicios sociales
Un desafío importante en la implementación de los modelos de Cure Violence es la escasa oferta de servicios sociales para apartar a los jóvenes de los factores de riesgo que los hacen vulnerables al crimen y la violencia. En este sentido, es crucial garantizar el acceso de estos jóvenes a programas de educación, empleo, emprendimiento, terapias conductuales y programas de desintoxicación.
4. Centralidad del individuo
Uno de los elementos transformadores y de sostenibilidad de este modelo es cambiar las normas sobre la violencia, tanto a nivel individual como comunitario. Medir la efectividad de los programas, únicamente en reducción de tiroteos y homicidios, pierde de vista este componente central. Es importante desarrollar metodologías innovadoras que permitan medir el impacto del modelo en los cambios conductuales de los individuos y las comunidades.
5. Priorizar la evaluación de procesos
La evidencia ha demostrado que la calidad de la implementación juega un papel fundamental en el logro de resultados. Comprender de manera clara como se implementó el modelo tiene enormes ventajas tales como identificar diferencias críticas entre lo planificado y la implementación, identificar barreras y facilitadores de la implementación, influencias externas… Esta comprensión del proceso ayuda a informar el desarrollo de futuras intervenciones en contextos diversos y a ajustar donde sea requerido para potencializar la efectividad.
El crimen y la violencia son un desafío estructural que impacta el desarrollo económico y social de los países de la región. El intercambio de conocimiento y experiencias del territorio entre el sector público, la academia y las organizaciones internacionales es crucial para construir políticas públicas sustentadas en la experiencia y la evidencia rigurosa. Resultados concretos de modelos innovadores, como el de Cure Violence, demuestran que es posible medir resultados, generar impacto y transformar normas y comportamientos para hacer de América Latina y el Caribe la región segura y justa que todos los latinoamericanos merecen.
Fuente: BID.