El peor enemigo tras casi un año de confinamiento
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR)
El aislamiento absoluto consecuencia de COVID-19 está cobrando factura en uno de los sectores más vulnerables de la sociedad.
Representando apenas un 2% de nuestro peso corporal y siendo el resultado de 2,5 millones de años de evolución humana, la mente continúa siendo un enigma para los estudiosos. No obstante, nuestro poco dominio en el tema no nos exime de sus graves padecimientos.
Si bien los trastornos mentales han estado con nosotros desde tiempos remotos, hoy se manifiestan de manera latente y poco esperada en uno de los sectores más vulnerables de la población: los jóvenes. Y es que el encierro abrupto que nos hizo presos de nuestros hogares consecuencia de COVID-19 ha cumplido casi un año, pero no ha afectado a todos por igual.
La renuncia a actividades anheladas, interrupción de la continuidad del aprendizaje y cambios de rutina, son solo algunas de las características de la actual vida diaria de los jóvenes mexicanos. ¿El precio? El sufrimiento de trastornos mentales.
Confinamiento abrupto
Como otros países de Latinoamérica, México fue de los últimos en entrar a confinamiento. Así que de manera temerosa y casi obligatoria, lo respetamos pensando que sería algo temporal, empero, hoy, sin saber con exactitud cuando terminará (o si quiera terminará), la mente de los jóvenes es el peor enemigo tras casi un año de confinamiento.
De acuerdo con algunos expertos, ser joven significa encontrarse en una época compleja, existen cambios físicos, emocionales, hormonas, sexuales y hasta sociales. Las problemáticas y la presión son abrumadoras y pueden llegar tan lejos hasta generar trastornos de salud mental y poner en riesgo sus vidas. Y si a ello se le suma una pandemia global, el impacto puede resultar catastrófico.
Fuerte impacto en la salud mental de los jóvenes
De acuerdo con un estudio realizado por la UNICEF con 8 mil 444 adolescentes y jóvenes de 13 a 29 de Latinoamérica y el Caribe:
El 27% reportó sentir ansiedad y 15% depresión en los últimos siete días.
Para el 30%, la principal razón que influye en sus emociones actuales es la situación económica.
46% reporta tener menos motivación para realizar actividades que normalmente disfrutaba.
36% se siente menos motivado para realizar actividades habituales.
43% de las mujeres se siente pesimista frente al futuro frente a 31% de los hombres participantes.
Si bien estas cifras son preocupantes, lo es más el hecho de que:
El 73% ha sentido la necesidad de pedir ayuda en relación con su bienestar físico y mental, sin embargo, el 40% no lo hizo.
Pero esto no es todo, la salud mental llegó tan lejos que a la fecha ocupa la posición 3 en el Informe de LLYC de Tendencias 2021.
Según el Informe de LLYC de Tendencias 2021 y una investigación de Harvard y el MIT, han crecido notablemente los comentarios y referencias a la ansiedad y el suicidio por parte de los usuarios de las redes sociales.
Cada día vemos cómo la gente comparte experiencias sobre su salud mental en Instagram y conecta con comunidades de apoyo.
Kevin Systrom, CEO y cofundador de Instagram.
Consecuencias visibles
De acuerdo con un artículo de Forbes y el testimonio de María Juárez de 29 años:
Uno de los días más difíciles fue cuando tuve que ir al supermercado y alguien me tocó el hombro. Tuve miedo de infectarme. Salí a llorar y a tratar de respirar.
María Juárez de 29 años
Según la especialista María Elena Medina Mora, jefa del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirma que si bien aún no existen cifras específicas del impacto del COVID-19 en la salud mental, sí se sabe que esta pandemia generará un aumento de la demanda de estos servicios.
La especialista detalla que entre las principales enfermedades mentales están la depresión, la ansiedad, la epilepsia, las demencias y la esquizofrenia, y la mitad de ellas surgen antes de los 14 años.
Una de las consecuencias más graves y visibles es el suicidio, con una tasa de mortalidad de 7.3 por 100 mil habitantes en Latinoamérica.
Se estima que la pandemia podría incrementar hasta en 20% los suicidios en Latinoamérica, donde la población más vulnerable es la más joven.
¿Los motivos?
Cambios en las rutinas
Tener que distanciarse físicamente de amigos, pareja y familiares en un momento tan complejo de su vida resulta lo más difícil, así como las dificultades para adaptarse a las nuevas rutinas sociales o el uso de mascarillas.
Interrupción de la continuidad del aprendizaje
Los cierres de escuela han dejado como recurso el aprendizaje en línea, dejando de lado el contacto con maestros y compañeros, así como la pérdida de habilidades atléticas a las que generalmente acceden en los colegios.
Aunado a ello, algunos jóvenes pueden sufrir fatiga a causa de las videoconferencias, conocida comúnmente como “fatiga de Zoomícono de sitio externo” o experimentar ansiedad ante la idea de retomar las clases presenciales o virtuales.
Omisión de eventos importantes
Todos esos momentos dignos de celebrar como cumpleaños, graduaciones, vacaciones o planes ocasionales se han cancelado, lo que hace sentir a los jóvenes como si la vida estuviese en suspenso.
Pérdida de seguridad
El impacto económico puede causar que el joven y su familia tenga inseguridad económica, lo que se vincula a resultados adversos en la salud, el desarrollo y los logros académicos o hasta el acceso a comida saludable, transporte y vivienda. Aunado a ello, la exposición al abuso y violencia de diferentes tipos va en incremento.
Aumento de vida online
El aumento de tiempo que los jóvenes pasan frente al computador o en teléfonos celulares los puede poner en riesgo de explotación sexual en línea, ciberacoso, conductas riesgosas y exposición a contenido potencialmente perjudicial.
Preocupación por el futuro
Según el informe Los jóvenes y la pandemia de la COVID-19: efectos en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental , el 38% de los jóvenes manifiesta inquietud por su futuro profesional, y se prevé que la crisis dificulte el desarrollo del mercado laboral y prolongue el período de transición de los jóvenes desde que terminan sus estudios hasta que logran su primer empleo.
¿Cómo saber un joven está en riesgo?
Healthy Children recomienda a los padres y familiares estar atentos a los siguientes síntomas:
- Dormir en exceso, mucho más que por el cansancio usual, que puede indicar depresión o abuso de sustancias; dificultad para dormir, insomnio y otros trastornos del sueño.
- Pérdida de autoestima.
- Abandono o pérdida de interés en los pasatiempos favoritos
- Bajo e inesperado cambio en el rendimiento académico.
- Pérdida de peso y apetito, que puede indicar un trastorno alimenticio.
- Cambios bruscos de personalidad, como agresividad y exceso de enojo que no sean parte del carácter y podrían indicar problemas psicológicos, de fármacos o sexuales.
La realidad es que la situación no es sencilla y las medidas a tomar requieren apoyo no solo de familia, sino por parte del Gobierno.
La respuesta del Gobierno de México
Según el CIEP, de 2013 a 2021, nuestro país asignó únicamente en promedio 2.1% del presupuesto de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA) —dependencia del Poder Ejecutivo—, y ante dicha situación, en 2021 se ha propuesto destinar 3 mil 031 mdp, 2.1% del total de la SSA, esto representa 9.6% menos respecto a 2013 y 0.1% menos del aprobado en 2020.
Ante el contexto actual de la COVID-19, el presupuesto de salud mental es relevante y podría contribuir a reducir los efectos de la pandemia en las enfermedades mentales. Sin embargo, el presupuesto propuesto en 2021 es 9.6% menor que el ejercido en 2013 y 0.08% menor que el aprobado en 2020.
En este sentido, el panorama tampoco es alentador, por lo que muchos jóvenes comentaron a UNICEF algunas de sus “fómulas” para mantenerse mejor durante el confinamiento.
La voz de los jóvenes
Mi fórmula ha sido leer y escribir lo que me hace sentir mal. En muchas ocasiones, llorar. He tratado de distraerme dibujando o viendo series. La COVID-19 me ha cambiado mucho, ni siquiera me reconozco a mí misma.
Rosa, 14 años, Guatemala.
Mi fórmula ha sido: me he mantenido ocupado, me he ejercitado más y he tenido una gran actitud.
Kristien, 17 años, Jamaica.
Mi fórmula fue cambiar los hábitos, despertarme temprano para ser más productivo, el autoconocimiento también me ayudó mucho.
João, 17 años, Brasil.
Es un hecho que aunque no se pueda tapar el sol con un dedo y la situación cada vez se torne más crítica, es necesario hacer todo lo posible para que la mente de los jóvenes no sufra repercusiones tan graves.
Algunas formas de ayuda
Ante este tipo de situaciones, el especialista Emmanuel Sarmiento Hernández, director del Hospital Psiquiátrico Infantil ‘Dr. Juan N. Navarro’ sugiere:
- Reconocimiento y validación de las emociones: El validar y reconocer una emoción es hacerle ver que yo también me puedo sentir como él, que yo lo comprendo, que yo también me siento triste, que yo también he estado preocupado y que tengo momentos de malhumor.
- Transmitir seguridad y tranquilidad: Debemos de predicar con el ejemplo, o sea, si yo quiero transmitir algo tengo que demostrarlo, tiene que ser coherente lo que yo le pido que se calme, que esté tranquilo, eso yo también lo tengo que reflejar.
- Empleo de estrategias como “el tiempo fuera” y “la técnica de extinción”: El tiempo fuera significa darle un espacio en el cual se recomienda que la persona que está ocupando ese espacio, ese espacio de tranquilidad, de soledad, se puede respetar; mientras que la conducta de la extinción -traducida en términos coloquiales- es ignorar esa conducta, no prestarle atención, ni positiva ni negativa.
- Evitar utilizar el castigo como medida de control.
- Evitar el exceso de información en noticias o redes sociales.
- Enseñarles cómo cuidarse y evitar riesgos.
Es urgente detener las afectaciones que la pandemia de COVID-19 está dejando más allá que la sola enfermedad respiratoria, y apoyar a uno de los sectores más vulnerables socialmente dándole la importancia que merece.
Fuente: EXPOK