Reformando la Función Legislativa
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR)
La asamblea está trabajando, aunque parezca mentira, en una reforma estructural de la función legislativa, lo que estaría muy bien si la causa del problema fuese su conformación, pero en realidad, la inoperancia de la asamblea no tiene nada que ver con el número de cámaras, ni de asambleístas, ni de comisiones, ni presupuesto, ni siquiera de su elección en primera o segunda vuelta electoral; pero sí en la calidad personal de estos funcionarios, que salvo poquísimas excepciones asumen este cargo sin preparación, ni capacidad, ni experiencia, y mucho menos probidad.
La investidura de asambleísta es un verdadero privilegio, y no un beneficio egoísta que se busque para alardear poder, inmunidad y soberbia. La responsabilidad del asambleísta es tan grande que pocos tienen la talla para asumirla, aunque sean muchos los que la pretenden y llegan incluso, ignorando que el fundamento es el servicio como vocación, y no como conveniencia.
Nunca estuve de acuerdo con la etiqueta de “padres de la patria”, más bien parece sarcasmo, pero los entendidos dicen que se debe a que su labor es legislar, y nuestro gobierno como institución se basa en el derecho. Sobre las mayorías en la asamblea, estas deberían estar supeditadas al pensamiento, la justicia, el bien común y el servicio incondicional, nunca al número de representantes apandillados para intereses particulares, eso solo los convierte en una horda. Es vergonzoso escuchar a los “dueños” de los partidos políticos cuando vociferan sin apocamiento alguno, que “sus asambleístas” votarán lo que el jefe decida, olvidando que su único patrono y mandante es el pueblo que los eligió, y al cual prometieron representar. Tal vez esa sea la falla más importante y una de las primeras por corregir.
Se debería establecer una ley que permita desligar a los asambleístas de las ataduras intransigentes de los partidos políticos, implementando una regulación que los exima de las posiciones partidistas por imposición. Cuando una persona se integra a una agrupación política, es porque comparte y acepta sus lineamientos y objetivos; si luego la dirigencia lo elige para ser asambleísta es porque habrá calificado su estatura política y su idoneidad. Será entonces la imagen de su partido, pero eso no debe convertirlo en un ente sin capacidad de discernimiento; el asambleísta debe tener la potestad de asumir una postura pertinente con su conciencia, incluso cuando no se identifique totalmente con la posición del jefe del partido o del bloque.
Ojalá los próximos asambleístas comprendan que esta designación debe asumirse como el ejercicio de un verdadero ministerio, y no me refiero a una cartera de gobierno, sino a un juramento de servicio llevado a la excelencia, como analogía de una misión sacerdotal.
Gonzalo Gómez Landires. Es Ingeniero Agropecuario, Asesor técnico financiero en sector Agropecuario, Proyectos de explotación y desarrollo, Asesor de la Unión de Asociaciones Agropecuarias Nacional del Ecuador, Estudio de Especialización en Israel, Universidad de Florida y Universidad en Dallas Texas. gonzalo_gomez_landires@hotmail.com