Invertir para crear mejores sociedades sin sacrificar los retornos
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR)
Durante mucho tiempo, a los inversionistas deseosos de utilizar su dinero para mejorar el mundo a través de inversiones con conciencia social y ambiental les preocupaba estar sacrificando los retornos en el proceso. Pero ese ya no es el caso. Las inversiones que tienen en cuenta factores ambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ASG) a menudo igualan o incluso superan a las inversiones que ignoran dichos factores. Actualmente más de US$20 billones, o una cuarta parte de todos los activos gestionados profesionalmente en todo el mundo, siguen estrategias ASG. Y lo más seguro es que esa cifra aumente con los jóvenes en auge que manifiestan especial preocupación por el tema del cambio climático.
Además, dicha inversión podría ser especialmente importante para lograr una recuperación sostenible después de la pandemia y una mejor realidad para las generaciones actuales y futuras.
La pregunta que surge aquí es si resulta prudente que los gobiernos también orienten las inversiones de los fondos soberanos y de pensiones en torno a las preocupaciones ASG, ya sea en materia de cambio climático, igualdad de género, condiciones laborales u otras. Nos propusimos averiguar esto. Por ello, en un estudio reciente, comparamos el rendimiento real de los dos fondos soberanos de Chile y de los cinco fondos de pensiones regulados por el gobierno con sus referencias en el mercado convencional. También creamos un contrafactual en el que reemplazamos los puntos de referencia de los fondos con sus contrapartes ASG. Encontramos que durante el período de nuestro análisis (en general desde 2013 hasta la actualidad) los fondos soberanos y de pensiones podrían haber restringido sus inversiones a aquellas con buen desempeño en materia ambiental, social y de gobernanza empresarial sin sacrificar los retornos financieros.
La importancia de invertir en fondos soberanos y de pensiones
Esto tiene importantes implicaciones. Para empezar, los gobiernos tienen un interés particular en inversiones que se ajusten a sus prioridades de desarrollo. Invertir en empresas que llevan a cabo prácticas poco éticas e insostenibles, por ejemplo, con altas emisiones de carbono, corrupción o prácticas laborales injustas, es siempre una opción. Pero desde el punto de vista del desarrollo tiene poco sentido: los costos de esas prácticas serán sufragados por la sociedad y, en el caso de las inversiones nacionales, por las comunidades, los empleados y, tal vez, por toda la nación.
Los fondos soberanos y de pensiones también tienen largos horizontes de inversión durante los cuales es más probable que se materialicen los riesgos ASG. Invertir en empresas de petróleo o carbón durante los próximos seis meses puede no ser un problema. Pero invertir en ellos durante un período de 20 años o más es una historia totalmente diferente. En las próximas décadas, los países sustituirán sus perfiles energéticos con fuentes más renovables, lo que probablemente reducirá el valor de esas empresas de petróleo y carbón. Y con los fondos soberanos y de pensiones controlando una gran parte de los activos globales, esos fondos están en posición de presionar a las empresas para que mejoren su rendimiento ASG. Eso significa que, aunque tome tiempo, los fondos pueden marcar el camino, creando incentivos para que las empresas se comporten de manera más sostenible.
Los retornos financieros iguales o mejores de las inversiones ASG deben ser persuasivos. Por ejemplo, al examinar uno de los fondos soberanos de Chile, el Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), encontramos que, entre agosto de 2013 y mayo de 2020, el rendimiento financiero del contrafactual utilizando los puntos de referencia ASG produjo un rendimiento acumulado del 20,13%, en comparación con el 19,82% para el rendimiento real del FEES durante ese período y con el 19,04% para el contrafactual utilizando los puntos de referencia actuales. Al realizar un ejercicio similar para los cinco fondos de pensiones de Chile, construyendo una cartera ASG con la misma asignación de activos que la asignación promedio de cada fondo, encontramos que los retornos financieros de la cartera ASG fueron igualmente superiores. De manera interesante, la inversión ASG superó sustancialmente a los índices tradicionales incluso durante el período de la pandemia COVID-19. Esto se debe, quizás, a que las empresas que dan prioridad a los factores ambientales y sociales, así como a la gobernanza empresarial, cuentan con más experiencia y están mejor gestionadas, lo que les permite orientarse mejor durante la crisis.
Todo esto son muy buenas noticias. Significa, por un lado, que no existe un argumento comercial o fiduciario para no hacer inversiones más sostenibles, y por el otro, que un país puede invertir su dinero en empresas con buenas calificaciones en áreas como cambio climático, derechos humanos, igualdad de género, protección laboral, conservación de los bosques y una serie de otras medidas ASG sin sufrir un perjuicio económico.
Un momento crucial
La crisis de la Covid-19 ha impuesto una presión sin precedentes sobre el sistema económico y de salud mundial. Pero también representa una importante llamada de atención. Mientras que anteriormente los políticos solían postergar la búsqueda de soluciones a problemas importantes o hacían cambios mínimos, la pandemia representa una nueva realidad. Es algo que resulta sorprendente. Pero lo que no sorprende son los problemas relacionados con el cambio climático, la distribución desigual de los ingresos, la cohesión social, las disparidades por razón de género y la injusticia general. El sistema financiero puede marcar la diferencia. Puede ayudar, a través de una inversión sostenible, a crear una mejor normalidad. La idea de que existe una compensación entre dicha inversión y los retornos financieros no es más que un mal pretexto para evitar las transformaciones que deben llevarse a cabo.
La tendencia a incorporar el rendimiento ASG en las decisiones de inversión forma parte de una redefinición más amplia del papel de las empresas, en el que la maximización del valor para los accionistas ha dejado de ser el único objetivo, una tendencia que ahora representa una enorme proporción de los activos mundiales. Y que, mientras gana impulso en América Latina, promete hacer que las empresas estén mejor gobernadas y tengan mayor conciencia ambiental y social. Hay que celebrar el hecho de que los fondos soberanos y de pensiones puedan alentar ese movimiento sin sacrificar los retornos.
Fuente: Blog del BID