Los desafíos del desarrollo infantil en América Latina y el Caribe
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR) Por Caridad Araujo
Los primeros años de vida son una oportunidad única para potenciar las habilidades de los niños y sentar las bases de una vida saludable. ¿Cómo pueden las políticas públicas potenciar el desarrollo infantil temprano? ¿Qué desafíos presenta la región?
El mayor crecimiento del cerebro humano ocurre durante los primeros años de vida. En esta etapa, las conexiones neurológicas se multiplican a gran velocidad, atrayendo la atención de padres y cuidadores que ven cómo los niños progresan día a día. Este crecimiento es un momento clave para potenciar las habilidades, la capacidad de aprender y para sentar los cimientos de una vida productiva y saludable, ya que no se repetirá en ningún momento de la vida. Además, en este momento los niños empiezan a observar y a asimilar las normas sociales y de convivencia. Lo que sucede en los primeros años de vida afecta la niñez, la juventud y la vida adulta en aspectos tan claves como, por ejemplo, el desempeño escolar, la productividad, la salud o la capacidad de regular las emociones.
El estado de la primera infancia en América Latina y el Caribe
Desde el BID, en los últimos años hemos analizado extensamente los datos disponibles sobre la situación del desarrollo infantil, así como sobre la cobertura y la calidad de los servicios que se ofrecen en esta parte del mundo.
Una de las principales conclusiones de estos estudios es que el desarrollo de los niños se encuentra directamente relacionado con la educación, el nivel de riqueza, y la calidad del ambiente en el que crecen, siendo inferiores entre los más desfavorecidos. Es decir, los niños que crecen en hogares en mayor situación de desventaja tienen menos oportunidades de aprender y desarrollarse. Son, por ello, quienes más pueden beneficiarse de servicios que les expongan a entornos más estimulantes, a más lenguaje, más juegos o más interacciones sensibles y receptivas a sus necesidades.
Si bien se ha registrado un importante crecimiento en la cobertura de los servicios en centros infantiles en América Latina y el Caribe, se trate de jardines de cuidado o de servicios de preescolar, los mismos son, todavía, insuficientes. Además, la expansión de esta cobertura no ha estado necesariamente focalizada en los niños más pobres, en especial en lo que se refiere a los niños de cero a tres años.
La calidad de los servicios
La calidad de los servicios es fundamental porque puede aumentar ó perjudicar el desarrollo. En América Latina y el Caribe, nuestros estudios señalan que existe un amplio margen de mejora en este aspecto. La baja calidad en los servicios puede perjudicar el desarrollo. Mejorar la calidad implica necesariamente invertir en la formación, motivación, retención y cuidado de quienes los dispensan, ya que los servicios de desarrollo infantil son intensivos en recursos humanos. La calidad de las interacciones entre niños y adultos, es un requisito imprescindible para que los programas de desarrollo infantil consigan resultados positivos, con independencia de que tengan lugar en centros institucionales o en el hogar. Estas deben ser cálidas, frecuentes, ricas en vocabulario y receptivas a las necesidades de los menores.
Los servicios de desarrollo infantil de la región tienen un gran potencial de expansión. Por ejemplo, se puede estudiar más profundamente la vinculación con otros servicios como las transferencias monetarias, y con los sistemas subsidiados que prioricen la atención de los más pobres. Además, existen otros nuevos desafíos como el tránsito de servicios de atención en instituciones a hogares de acogida, algo prácticamente inexistente en nuestra región y que ya es habitual a nivel internacional.
Cuidar a los que cuidan
La mejora de la calidad requiere también repensar el tema de los recursos humanos. Es indispensable cuidar a los cuidadores, aplicando políticas públicas que corrijan los esquemas de empleo precario. A la vez, se debe prestar mayor atención a los procesos de selección de personal, a los planes de formación, incentivos, remuneraciones y perspectivas de crecimiento profesional para atraer y retener a los profesionales más competentes.
Políticas públicas fundadas en datos.
Finamente, pero no menos importante, las políticas públicas de desarrollo infantil deben tener en cuenta los indicadores poblacionales, tanto del desarrollo como de la cobertura, calidad y focalización de los servicios. Para ello es necesario medir periódicamente el desarrollo infantil y la calidad de los servicios en las encuestas y sistemas nacionales. Esto plantea un nuevo desafío: fortalecer los marcos regulatorios y de gestión de la calidad.
Una mirada integradora
Conseguir un crecimiento saludable en los primeros años de vida supone tener una visión holística que considere la confluencia de múltiples sectores. Las atenciones en salud materno-infantil son importantes, pero también lo son variables como las condiciones de la vivienda, de la comunidad o el acceso a agua y saneamiento. Tener en cuenta todos estos factores permitirá avanzar en la dirección correcta para que niños y niñas sienten en sus primeros años de vida los cimientos adecuados con los que alcanzar su pleno potencial en la vida adulta y se abra esa ventana única e irrepetible hacia un mejor futuro para América Latina y el Caribe.
Fuente: BID