A pesar del fracaso de la COP25 Chile-Madrid 2019, la ciencia insiste: quedan 10 años para reducir la concentración de CO2
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR)
- Solo nos quedan 10 años para reducir la concentración de CO2 en la atmósfera y evitar la hecatombe climática. Pero a las puertas de esta década crucial, los países no han logrado unir fuerzas para frenar de manera urgente el cambio climático.
La COP25 no empezó con buen pie pasando de mano en mano hasta llegar a España, y no ha terminado mejor. Desde el viernes por la tarde, día que tendría que haber culminado la cumbre, la decisión final no ha dejado de posponerse para intentar alcanzar un acuerdo que refuerce la ambición y que termine de regular los mecanismos de mercado en el Acuerdo de París, el primer tratado universal por el clima, entre otros aspectos relativos a la financiación.
Tras una prórroga de casi dos días, convirtió a esta cumbre en la más larga en sus 25 años de historia, el consenso total entre los 196 países reunidos en Madrid para terminar de poner en marcha el Acuerdo de París, finalmente no ha sido posible del todo.
La mayoría de los países prefería un no-acuerdo antes que un mal-acuerdo. Y así ha sido. Ya lo había advertido Andrés Landerretche, coordinador de la presidencia de la COP25, en una rueda de prensa el sábado por la tarde: “Si no hay consenso, no hay consenso”.
Sin embargo, de Madrid sale un documento llamado Chile-Madrid Tiempo de Actuar que, tras largas e ininterrumpidas horas de negociaciones, ha quedado en un tímido equilibrio para intentar satisfacer a todos en términos de ambición.
En este acuerdo, que no incluye el artículo 6 sobre los mercados de carbono, se sientan las bases para que en 2020 los países presenten compromisos de reducción de emisiones (NDCs, por sus siglas en inglés) más ambiciosos para responder a la emergencia climática.
Marcada por las diferencias entre naciones e intereses dispares entre países pobres, más vulnerables al cambio climático, y los industrializados, mayores emisores de CO2 , la COP25, presidida por Chile y que ha contado con la ayuda de España para minimizar los conflictos de las últimas horas de negociación esta madrugada, se ha quedado sobre todo a medio camino de conseguir lo que quería: el desarrollo del artículo 6 del Acuerdo de París que pretende regular los intercambios de unidades de carbono.
La próxima COP26, que se celebrará en Glasgow (Reino Unido), tendrá que asumir el reto de cerrar lo que Madrid no ha conseguido, en un año clave para la puesta en marcha del Acuerdo de París.
Los países de la Unión Europea y Japón, entre otros, se han mostrado “profundamente decepcionados” en el plenario final de esta COP25 por la incapacidad colectiva de llegar a una solución en esta cuestión tan importante y que es clave para la reducción eficaz de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Brasil, que pretende utilizar sus antiguos créditos de carbono en este nuevo periodo, ha declarado que el país ha invertido muchas energías en estos últimos años y “es muy frustrante no estar en condiciones de llegar a un acuerdo final”. Pero considera que “el vaso está medio lleno” y se compromete a seguir debatiendo esta cuestión.
“Llevamos 25 años hablando de cambio climático con certezas cada vez más contundentes de responsabilidad humana, pero todavía no hemos logrado superar de alguna forma esta división que impone la economía y los intereses”, declara a Sinc Inés Camilloni, científica en el Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires y autora de informes del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC).
A esto se suman las responsabilidades históricas que siempre están presentes y que no han dejado de aparecer durante esta COP25. En este sentido, ha sorprendido la aparición de países del Este, como la República Checa y Polonia con unas reivindicaciones un poco antiguas, desfasadas.
“A la hora de actuar hoy creo que ya no deberían tener peso”, lamenta Camilloni. La ciencia ha hablado: con los objetivos iniciales del Acuerdo de París la temperatura media del planeta alcanzará los 3,2 ºC, muy por encima del límite de 1,5 ºC establecido por la comunidad científica.
“No lo hemos conseguido esta vez, pero hemos avanzado. Destacar que hay flexibilidad más que nunca por parte de los grupos y esperamos que este clima se acompañe hasta Glasgow para garantizar la adaptación y mitigación”, ha manifestado la delegación de Costa Rica en el plenario celebrado esta mañana.
La mayoría de los Estados miembro han señalado que, a pesar de no haber llegado al consenso, sí se ha logrado un mayor conocimiento técnico de lo que implica este artículo 6. Además, “la ausencia de normas en este artículo no impide que el Acuerdo de París funcione y que las partes tengan mercados de carbono internacionales y que se relacionen”, han señalado esta mañana desde la UE.
En 2020, los mercados deberán quedar regulados ya que son una importante herramienta para acelerar las reducciones de emisiones de dióxido de carbono, pero se necesitan normas multilaterales robustas para evitar la doble contabilidad, asegurar la integridad ambiental y proteger los derechos humanos.
“Hay muchos vacíos en Madrid y va a tocar en la COP26 trabajarlo en Glasgow”, apunta a Sinc Óscar Rodas, responsable de cambio climático de WWF en Paraguay. Las últimas horas de la COP25 han permitido que el artículo 6 quede lo más cerrado posible para volver a trabajar en ello en Glasgow.
Sin embargo, la falta de consenso en al artículo 6 no impide que la COP25 haya tenido éxito en otros aspectos. “El dejar el éxito de esta COP solamente en el que se lleguen a adoptar decisiones en el artículo 6 es una visión muy pobre de lo que es un proceso multilateral”, recoge a Sinc María José Sanz, directora del Basque Centre for Climate Change (BC3).
Así se escucha a la ciencia
La adopción del acuerdo Chile-Madrid. Tiempo de Actuar manifiesta la “urgente necesidad” de que las nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs) que deberán presentarse a lo largo de 2020, salven la brecha existente en las actuales con respecto al objetivo de París y así evitar un aumento de temperatura superior a 1,5 ºC.
Los países deberán presentar compromisos climáticos antes de la próxima cumbre del clima de Glasgow para que Naciones Unidas pueda elaborar un Informe de Síntesis previo a la COP26 que indique dónde estamos respecto al objetivo del Acuerdo de París de mantener la temperatura del planeta por debajo de 1,5 ºC. Más de 80 países ya se han comprometido a presentar el próximo año NDCs más ambiciosos.
“El mandato es claro: los países tenemos que presentar contribuciones nacionales más ambiciosas que las actuales en 2020, es importante responder a las demandas de la gente y de la ciencia, y comprometernos a hacer más y más rápido”, ha indicado la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera.
El documento aprobado este domingo reconoce justamente que las medidas adoptadas para abordar el cambio climático son más eficaces si se basan en la mejor ciencia disponible y si se reevalúan continuamente a la luz de nuevos hallazgos.
Los países también han querido reconocer el papel del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en el suministro de aportes de evidencia científica para reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, “en el contexto del desarrollo sostenible y los esfuerzos para erradicar la pobreza”, consta el acuerdo.
“Hay que acelerar la reducción de emisiones lo más posible porque cuanto más alejemos las evaluaciones en el tiempo, nuestra oportunidad de corregir nuestras acciones en base a lo que la ciencia dice va a ser menor. Y la ciencia ha hablado y ha sido categórica y se ha reafirmado en sus conclusiones”, manifiesta Rodas.
Para la científica del IPCC Inés Camilloni, que trabaja en la generación de escenarios futuros en Sudamérica y en la evaluación de sus impactos, ha habido un fuerte protagonismo del IPCC y de la ciencia en general con los mensajes generados desde el sector científico sobre la efectiva emergencia de tomar medidas ambiciosas para reducir las emisiones.
“Creo que la voz de la ciencia es cada vez más escuchada pero no necesariamente termina siendo tenida en cuenta en el momento de las decisiones. Está cada vez más presente en los distintos ámbitos de las COP”, subraya la argentina. En este sentido, muchos científicos se muestran pesimistas ante la inacción política dados los resultados científicos.
“Tenemos que dejar de quejarnos y empezar a colaborar entre nosotros, para hacer una ciencia que sirva también para poner encima de la mesa las soluciones, que no son fáciles. Tenemos que trabajar con los economistas, con los antropólogos, con sociólogos, con psicólogos… No solamente es cuestión de decir que el clima va a cambiar”, indica Sanz.
El valor de la naturaleza en la cumbre
El documento Chile-Madrid Tiempo de Actuar subraya además la contribución esencial de la naturaleza para abordar la crisis climática y sus impactos, así como la necesidad de abordar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático de manera integrada para ayudar a cumplir el objetivo de 1,5 ºC.
“Las soluciones basadas en la naturaleza son hacia las que tenemos que apuntar porque son las más económicas, las que más se vinculan con las poblaciones vulnerables y son las que el planeta necesita”, declara a Sinc Manuel Marcelo Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre de Argentina.
Estas soluciones cada vez más presentes confirman que la Tierra necesita que la recuperemos y la conservemos “para que siga prestándonos los servicios ambientales que nos ha prestado siempre y de esa forma evitar los efectos negativos del cambio climático”, recuerda Marcelo Jaramillo.
“Lo que muestra la ciencia es que si en los próximos 10 años no reducimos drásticamente las emisiones y generamos sumideros (no alcanza solo con reducir, también hay que remover dióxido de carbono de la atmósfera) no es posible alcanzar el objetivo planteado en París. Mientras estemos a tiempo de reducir y actuar, todavía hay algo de optimismo”, añade Camilloni.
En el acuerdo alcanzado hoy en Madrid también se da un especial protagonismo al vínculo entre los océanos y los usos del suelo con el cambio climático, como respuesta a los informes especiales del IPCC publicados durante 2019. En junio 2020 se celebrará un diálogo de océanos y otro sobre usos del suelo.
Aunque durante el plenario estos dos puntos han sido cuestión de debate por la oposición de Brasil de aprobarlos, finalmente han salido adelante gracias al apoyo de Costa Rica, Belice, Australia, Noruega, Tuvalu, la UE, Islas Marshall, España, entre otros.
“Son recursos fundamentales y el IPCC ha enviado un mensaje muy firme sobre la relación de los océanos y uso de la tierra con el cambio climático”, ha destacado la ministra española durante la celebración del plenario.
Avances mitigados de la COP25
En la COP25 los negociadores han acordado también un nuevo Plan de Acción de Género –que las organizaciones sociales valoran positivamente– que permitirá desarrollar medidas para dar respuesta al efecto desigual del cambio climático en mujeres y niñas, y a promover su papel como agentes del cambio en este proceso hacia un mundo libre de emisiones.
Este nuevo plan, que estará vigente hasta el año 2025 –cuando se tendrá que revisar–, pretende lograr más participación de las mujeres en la negociación internacional, y asegurarles un papel activo en la toma de decisión a escala nacional.
Aunque en la cumbre no se ha establecido un nuevo mecanismo de financiación para daños y perjuicios, sí se ha acordado dar directrices al Fondo Verde para que amplíe su ámbito de financiación, y que, aparte de dirigirse a mitigación y adaptación, por primera vez destine recursos para las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables y afectados por los impactos de los fenómenos climáticos extremos.
Sin embargo, sin fondos nuevos y adicionales, los más indefensos no contarán con suficientes recursos para recuperarse y reconstruir sus vidas después de efectos climáticos cada vez más intensos. La organización Oxfam Intermón ha demostraba en un informe que los desastres relacionados con el clima ya son la principal causa de los desplazamientos internos y cada dos segundos una persona se ve obligada a abandonar su hogar.
Con la COP25 nace la Red de Santiago que permitirá catalizar asistencia técnica de organizaciones y expertos a estos países vulnerables, mejorando de este modo su capacidad de respuesta a los efectos del calentamiento. Esta era una de las cuestiones más demandadas por los pequeños estados insulares que sufren de manera más directa los impactos más severos del cambio climático. De hecho, la delegación de Tuvalu, en la Polinesia, ha declarado en el plenario final que no atender a estas cuestiones es “un crimen hacia la humanidad”.
Una vez finaliza la COP25, los países seguirán, hasta la próxima cita, con sus planes para luchar contra el cambio climático, con la presión cada vez mayor de la ciencia y la sociedad. Como recordó esta semana el astronauta Luca Parmitano desde la Estación Espacial Internacional, la mayor fragilidad de la Tierra es el ser humano. “Nosotros somos los elementos más frágiles porque la vida en la Tierra seguirá sin nosotros. Tenemos que ser buenos comandantes”.
El mayor éxito: la cumbre social
Durante estos 15 días se ha celebrado una cumbre alternativa que ha mostrado la implicación de la sociedad en la lucha contra la emergencia climática. Las discusiones han demostrado que en el centro de la respuesta a esta crisis deben estar las personas y su futuro. El texto presentado recoge, por ello, que la transición hacia un mundo libre de emisiones debe ser justa.
Miles de personas han formado parte de la cumbre social por el clima, lo que ha permitido seguir tejiendo la red social ante las consecuencias del cambio climático y ejercer mayor presión a las decisiones políticas que debían de tomarse.
“Un logro de esta COP es que ha tenido mucha influencia en los sectores ajenos a la negociación, como el sector privado. Ha habido declaraciones del sector privado muy importantes. También ha habido un giro en la sociedad esencial. Yo creo que esta COP la importancia que tiene es esa, y hay que reconocérsela”, concluye María José Sanz.
Fuente: SINC