Emergencia climática mundial: Más de 11,000 científicos la han declarado
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR) por Corinna Acosta
Un nuevo informe, que ha recabado el apoyo de la comunidad internacional, advierte de que nos hallamos ante una «amenaza catastrófica» y plantea las medidas necesarias para evitarla.
Mientras algunos de los más importantes líderes mundiales siguen negando la existencia del cambio climático; el progreso de las afectaciones ambientales no se detiene. Estados Unidos anunció recientemente su salida del Acuerdo de París y, aunque ninguna otra nación lo ha hecho oficialmente, apenas una fracción de los pactantes que se mantienen en pie ha emprendido las acciones necesarias para frenar este fenómeno.
En este contexto, jóvenes activistas como Greta Thunberg, han alzado la voz en todo el mundo para solicitar a los líderes que recapaciten. Su voz, sin embargo, parece llegar a ninguna parte. La palabra de miles de científicos parecía correr la misma suerte. Entonces decidieron unirse.
Más de 11 mil científicos en todo el mundo unieron sus voces para firmar una alerta de emergencia climática y declarar que nuestro planeta está en crisis. La advertencia se publicó en Bio Science y ha sido retomada en diversos medios de comunicación de diferentes idiomas.
El diario español El Mundo retomó seis elementos importantes de esta alerta para publicarlos. Mismos que con gusto te compartimos a continuación para ayudarte a reflexionar. ¿Está tu empresa actuando en línea con todos ellos?
«Los científicos tienen una obligación moral de avisar con claridad a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica». Así arranca un nuevo informe sobre el cambio climático que ha revisado la literatura científica de los últimos 40 años y ha buscado el apoyo de más de 11.000 investigadores de todo el mundo para declarar «la emergencia climática».
Los autores publicaron la advertencia en la revista BioScience y se basa en un análisis de 40 años de datos sobre el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, el calentamiento de los océanos y la fusión del hielo ártico y antártico.
El estudio, además de dar la voz de alarma, concreta las seis medidas que, según sus autores, son necesarias para hacer frente a la amenaza del cambio climático y evitar un «incalculable sufrimiento humano».
El problema atañe, advierten, a diversas áreas científicas, sociales y políticas. No sólo se trata del aumento de las temperaturas, sino de un amplio rango de «peligros reales derivados de un calentamiento del planeta», plantea el informe, publicado en la revista BioScience.
David Vieites, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y uno de los 11.333 investigadores que secundan la declaración, explica que «los seis puntos que propone el estudio se reducen a uno: es necesario un cambio social masivo». Lograr los objetivos requiere, según este experto, «que la sociedad consuma de otra forma, que entienda que los recursos son limitados». Un cambio de mentalidad y costumbres que, entiende Vieites, «es muy difícil de lograr». Aunque, advierte, también urgente: «Estamos llegando a un punto sin retorno».
El valor del nuevo estudio, que ha revisado datos públicamente disponibles, no está en la novedad, sino en la perspectiva general que ofrece tanto del problema como de sus posibles soluciones. «Es una alerta sobre lo que ya se sabe, una síntesis», explica Vieites.
Pablo Acebes, ecólogo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), quien también ha respaldado la declaración de emergencia climática, está de acuerdo en que los seis puntos han de considerarse como problemas íntimamente unidos e interdependientes. «Uno de los grandes errores es, precisamente, considerar a las distintas áreas relacionadas con el cambio climático como compartimentos aislados, cuando, en realidad, están interrelacionadas». Al final, todo conduce a una misma y fundamental idea: «El planeta es finito, los recursos son limitados».
1. Energía:
El cambio de modelo energético es el primero de los seis puntos que propone el informe para hacer frente a la crisis climática. Dentro del mismo, los investigadores desglosan varias medidas, todas orientadas a un mismo objetivo: reducir y eliminar los recursos fósiles. «Implementar prácticas de conservación masivas; reemplazar los combustibles con renovables limpias; abandonar los yacimientos de petróleo que quedan bajo la tierra; eliminar subsidios a las companías de combustible; e imponer tasas al carbono que sean lo bastante elevadas para restringir el uso de fósiles», son las propuestas para lograr un futuro sin energías fósiles.
«Hay recursos que sí son ilimitados, como la energía del Sol. El problema es que no los estamos utilizando bastante«, denuncia Vieites. El cambio de modelo energético es urgente, recuerdan los expertos, porque incide en varios de los problemas ambientales a los que nos enfrentamos en un escenario de cambio climático.
«La temperatura global de la superficie, el calor de los océanos, los eventos meteorológicos extremos y sus costes o el nivel del mar están todos aumentando», resume William Ripple, autor principal del informe desde la Universidad Estatal de Oregón (EEUU) y primer firmante de la declaración.
2. Contaminantes de vida corta:
Además del dióxido de carbono, el estudio llama la atención sobre los llamados contaminantes de vida corta, tales como el carbono negro, el ozono troposférico, el metano o los hidrofluorocarbonos, que se usan en todo el mundo y ponen en riesgo tanto la salud humana como la de los ecosistemas.
Evitando estas emisiones contaminantes «se podría reducir la tendencia de calentamiento a corto plazo en más de un 50% durante las próximas décadas, al tiempo que se salvarían millones de vidas y se incrementarían las cosechas debido a una reducción de la contaminación del aire», según el estudio.
Vieites no tiene dudas sobre la gravedad del problema: «Nos estamos envenenando. No es concebible que haya en China niñas de 11 años con cáncer de pulmón», lamenta.
3. Naturaleza:
El informe propone «restringir el desbrozamiento masivo de tierras. Restaurar y proteger ecosistemas como los bosques, pastizales y manglares, lo que contribuiría ampliamente a secuestrar dióxido de carbono atmosférico».
Los científicos subrayan el papel que pueden desempeñar los bosques de todo el mundo en la absorción o secuestro de las emisiones contaminantes. «Debemos reducir rápidamente la pérdida de hábitat y biodiversidad, protegiendo los bosques primarios e intactos, especialmente aquellos con alta cantidad de carbono almacenado y otros bosques con la capacidad de secuestrar rápidamente carbono».
Las recursos naturales permitirían, según estima el informe, una reducción de emisiones de un tercio de las necesarias para cumplir el Acuerdo de París de aquí a 2030.
En resumen, se trata de asimilar que «no podemos sobreexplotar el planeta», indica Vieites.
4. Alimentación:
Consumir menos carne y más vegetales sería un cambio que «reduciría significativamente las emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero y liberaría tierras agrícolas para cultivar comida humana», señala el estudio, que destaca también la importancia de reducir los desperdicios de comida, cuyo nivel actual se ha disparado. «Al menos un tercio de toda la comida que se produce termina en la basura», alerta el informe.
Acebes se muestra de acuerdo en la necesidad de cambiar hábitos dietéticos, pero matiza que es necesario diferenciar entre la ganadería intensiva o industrial y ganadería extensiva. «La ganadería intensiva, que en la última década está multiplicándose principalmente a través de granjas aviares o porcinas, produce una inmensa cantidad de residuos (purines), está asociada a enfermedades como las vacas locas, la gripe aviar o porcina, al consumo excesivo de antibióticos y a la producción de grandes cantidades de piensos para consumo animal, en vez de para las personas», según este experto. Por el contrario, la ganadería extensiva, que una buena parte del año se alimenta «a diente» en pastizales de la Península desde hace milenios, contribuye a mantener ecosistemas y paisajes que albergan una gran biodiversidad, además de tener «un gran valor cultural y paisajístico».
La diferencia es clara: «No es lo mismo la ganadería tradicional típica de la región Mediterránea que deforestar el Amazonas para alimentar al ganado», resume Acebes. De hecho, prescindir de la ganadería extensiva tradicional acarrearía problemas adicionales, dado que esta actividad contribuye a «mantener el monte abierto». Es decir, sin ella, habría más matorrales, más biomasa vegetal y, por tanto, «la intensidad y recurrencia de los fuegos sería mayor».
5. Economía:
La transformación económica que proponen Ripple y sus colegas se resume en tres puntos, uno de los cuales está más comúnmente aceptado -el cambio de modelo energético-, si bien no implementado, y otro sin duda más polémico, pues acarrea un cambio profundo de paradigma, referido al modo en que se mide y persigue el crecimiento económico.
Las propuestas son: «Transformar la dependencia de los combustibles de carbono, teniendo en consideración la dependencia humana de la biosfera. Redirigir los objetivos de crecimiento del producto nacional bruto y búsqueda de riqueza. Disminuir la extracción de materiales y las explotación de ecosistemas, con el fin de mantener a largo plazo la sostenibilidad de la biosfera».
Sobre el primer punto, Vieites señala que el modelo energético sería «fácil de revertir», por lo que es «una vergüenza» que no se haya hecho ya con mucha mayor intensidad. «Tenemos energías limpias«, insiste. El reto es extraer de ellas el máximo provecho, en detrimento de los fósiles, que no son sino «otra manera de sobreexplotar el planeta».
6. Demografía:
El último punto que proponen los científicos es el control demográfico, un asunto que no está hoy tan presente en la agenda de la comunidad internacional como lo estuvo hace ya décadas. De hecho, es uno de los puntos en el que admiten que ha habido «signos esperanzadores», debido a que las tasas de nacimiento globales han descendido. Sin embargo, recalcan también que, en los últimos 20 años, la disminución de las tasas de nacimiento se ha ralentizado. Por ello, argumentan, es necesario «estabilizar la población global, que se está incrementando en más de 200.000 personas al día». Piden, para ello, que se «usen enfoques que aseguren la justicia social y económica».
Vieites, por su parte, reconoce que «es duro decirlo», pero insiste en que el problema es real y su perspectiva, si no se soluciona, dramática: «Somos demasiados. Llegará un punto en que lucharemos por los recursos. Si no se controla el crecimiento y no hay recursos para todos, la población reventará».
La demografía es otro de los puntos en los que, recuerda Acebes, «la simplificación puede conducir a una mala interpretación«. Los retos demográficos de los países desarrollados, incluido España, son diferentes a los que deben atajarse en otras naciones emergentes, como Brasil, China o el sudeste asiático, donde el crecimiento demográfico excesivo podría causar graves problemas. Por el contrario, Europa se enfrenta a un envejecimiento de la población, acuciante en nuestro país. «En España tenemos problemas demográficos serios; si no fuera por la población inmigrante, la situación sería desastrosa», advierte Acebes.
Fuente: EXPOK
Este artículo fue publicado originalmente en El País.