Impulsar la educación temprana en los entornos más desafiantes
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR) por Giulia McPherson
Ansumana estaba sentada escuchando atentamente a su maestra antes de ir a jugar alegremente con sus amigos cuando la conocí a principios de este año. Con solo tres años, ella y su hermano mayor Bandu son alumnos de la clase de primera infancia del Servicio Jesuita para Refugiados (JRS, por sus siglas en inglés) que acoge a refugiados urbanos en Kampala (Uganda). Su padre, con quien hablé brevemente, me dijo que huyeron de la República Centroafricana cuando su esposa, la madre de los niños, fue asesinada debido a la violencia constante que existe en su país de origen.
Mientras Ansumana y su hermano aprenden el abecedario, juegan con sus amigos y reciben la formación amorosa de su maestra su padre está ocupado cerca de allí, tomando clases de idiomas y de sustento para lograr mantener a su familia. Al ser refugiados, es difícil encontrar los medios necesarios para sobrevivir y prosperar en tierras extranjeras.
Niños en emergencias
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), hay más de 70 millones de refugiados y otras personas desplazadas a la fuerza en todo el mundo, la mitad de los cuales son niños. Muchos de estos niños, y sus familias, tuvieron que huir de sus hogares en circunstancias extremadamente difíciles y han sufrido traumas, inestabilidad e inseguridad.
Garantizar que estos niños tengan acceso a oportunidades educativas tempranas es de suma importancia. Sin embargo, para los niños más pequeños, el acceso a un entorno de aprendizaje es aún más difícil en tiempos de conflicto y crisis. En los países afectados por emergencias, apenas 1 de cada 3 niños está matriculado en la enseñanza preescolar.
La estimulación temprana importa
Los primeros años de un niño, desde el nacimiento hasta los cinco años, son los más importantes en su desarrollo: más del 90 por ciento del desarrollo del cerebro sucede durante esa etapa de la vida de una persona. La nutrición adecuada, el buen cuidado de la salud, un ambiente afectuoso, interacciones significativas y amorosas y el juego, contribuyen al aprendizaje temprano. La estimulación psicosocial en el hogar, en la comunidad y en otros entornos en los que los niños pasan su tiempo son experiencias de aprendizaje temprano y son fundamentales para el desarrollo pleno del niño.
En este sentido, la educación preescolar es importante porque estimula el desarrollo cognitivo y emocional del niño, tiene un impacto positivo en la finalización de la escuela y en los resultados de aprendizaje en la niñez posterior y proporciona beneficios de por vida en términos de salud y ganancias financieras.
Por lo tanto, preparar a los niños para la escuela primaria es un objetivo fundamental de los programas de educación de la primera infancia. En algunos contextos de refugiados, la educación preescolar solo está disponible de manera paga y, por ende, se encuentra fuera del alcance de las familias de refugiados.
Promover la educación temprana
En un suburbio de Beirut (Líbano) el JRS brinda educación de la primera infancia a refugiados sirios en el centro Frans van der Lugt Centre, para prepararlos para que ingresen al sistema de escuelas públicas libanesas. El centro, que abrió en 2014, ofrece ocho clases de jardín de infantes con turnos de la mañana y de la tarde y brinda desayunos y meriendas. Algunos de los niños sufren de trauma y estrés debido a las dificultades que ellos y sus familias han padecido y continúan padeciendo. El centro es un refugio seguro para los niños y brinda tranquilidad a sus familias.
Si bien la necesidad es grande, por desgracia, históricamente ha habido gran falta de atención y recursos destinados a la educación preescolar. La ayuda a la educación preescolar representó solo el 0,5 por ciento del gasto en ayuda extranjera a nivel mundial en 2017. La asignación de la ayuda a la educación preescolar en general es similar para los países afectados por conflictos y también representó solo alrededor del 0,5 por ciento.
No dejar a ningún niño atrás
Esto está comenzando a cambiar gracias a nuevas iniciativas como Education Cannot Wait (ECW), el primer fondo mundial dedicado a la educación en situaciones de emergencia. Desde su fundación en 2016, ECW ha invertido en 32 países y llegado a más de 1,5 millones de niños y jóvenes, de los cuales la mitad son niñas. El objetivo de ECW es garantizar que el derecho a la educación de los niños no se vea afectado por conflictos o desastres, a la vez que realiza inversiones catalizadoras que apoyan la educación de calidad en algunas de las peores crisis humanitarias del mundo. A la fecha, el 66 por ciento de los países que ECW apoya brindan educación preescolar, que llega a más de 78.000 niños.
Debemos mantener el acceso a las oportunidades y entornos de educación de la primera infancia a la vanguardia de nuestros esfuerzos humanitarios para continuar con este importante avance. Hay muchos más niños como Ansumana y Bandu, que esperan y ansían la oportunidad de prosperar.
Fuente: BID.