¿Puede la energía hidroeléctrica sostenible brindar algo más que electricidad?
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR) por Emmanuel Boulet | Zachary Hurwitz.
¿Pueden las palabras “sostenibilidad” y “energía hidroeléctrica” siquiera ir juntas en la misma oración? Es una pregunta que durante años ha intrigado a los profesionales del desarrollo (y fortalecido a los críticos) de esta fuente de energía renovable. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) está avanzando hacia la respuesta.
La energía hidroeléctrica puede producirse a escala masiva. En 2018, la generación de energía hidroeléctrica alcanzó aproximadamente 4.200 Terawatts-hora (TWh), estableciendo la mayor contribución de que se tenga registro por parte de una fuente de energía renovable (International Hydropower Association, 2019). Tal producción es suficiente para abastecer a más de 1.300 millones de viviendas al año (considerando el consumo promedio de 3.132 kWh per cápita) (Banco Mundial, 2019).
Semejante generación eléctrica requiere infraestructura, lo que, a su vez, tiene sus impactos. Las instalaciones hidroeléctricas pueden modificar el uso de la tierra, viviendas y hábitats naturales en el área de la represa. Pueden restringir el pasaje de peces e incluso alterar la calidad del agua corriente abajo. Entonces, ¿la recompensa justifica el impacto? ¿Será posible producir energía hidroeléctrica que además de ser sostenible, mejore la calidad de vida más allá de la provisión de electricidad? La respuesta depende de cuán bien se gestionen y mitiguen los riesgos ambientales y sociales.
Salvaguardias y energía hidroeléctrica = sostenibilidad
Es posible que la Planta Hidroeléctrica Reventazón en Costa Rica, financiada por el BID, sea la operación que mejor refleja el valor agregado de las Salvaguardias Ambientales y Sociales del BID. Para esta operación, el Banco contó con la posibilidad de trabajar junto a la agencia ejecutora, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), para alcanzar escenarios donde todos ganen: tanto la población como el medio ambiente y la biodiversidad, mientras se protege la capacidad de producción eléctrica de la represa.
La planta toma agua del Río Reventazón para generar más de 1.500 GW/h de electricidad al año. La energía producida se utilizará para abastecer la creciente demanda de electricidad en Costa Rica.
Como sucede con muchos proyectos de infraestructura de gran escala, fue importante conducir exhaustivas evaluaciones de impacto ambiental y social que ayudaran a identificar y mitigar cualquier impacto negativo.
El trazo original del embalse podía fragmentar la conectividad de un corredor de migración de jaguares en la zona.
El BID brindó apoyo para la preparación de un plan de gestión ambiental y social para restaurar la conectividad de hábitats de jaguares que atraviesa el corazón de la Cordillera Central, donde, tras siglos de uso de las tierras, se ha perdido cubierta forestal y se ha fragmentado el corredor por el que transitan los jaguares y otras especies autóctonas.
El Banco trabajó junto a ICE y la organización de conservación Panthera para promover la reforestación y mejorar las prácticas de uso de las tierras, lo que permitirá la recuperación y conectividad de la cubierta forestal.
Entre estas prácticas, se incluyen:
- Pagos por servicios ecosistémicos a los terratenientes;
- Desarrollo de capacidad en uso sostenible de las tierras para una mayor eficiencia en el pastoreo de ganado;
- Provisión de semillas para cultivo; y
- Educación ambiental
Se prevé que estas prácticas ayudarán a reconectar la cubierta forestal y, a la vez, que brindarán a los agricultores el conocimiento y el apoyo necesarios para mejorar la productividad de sus tierras.
La construcción de la planta hidroeléctrica exigía el reasentamiento de varias familias.
Un aspecto clave de las políticas sociales del BID es garantizar que cuando existan personas que deban ser desplazadas, esto no lleve al deterioro de sus condiciones de vida. El BID y el ICE trabajaron juntos para asegurarse de que a las familias reasentadas no se les ofreciera únicamente una indemnización por el valor de sus tierras, sino que también mejoraran las condiciones en que viven. En caso de que una familia poseyera una granja, se le brindaban un espacio y tierras para cultivar y mantener su ganado. A las familias que habitaban zonas propensas a inundarse, se les ofrecieron viviendas en nuevas áreas donde el riesgo era mínimo o nulo. El BID y el ICE colaboraron estrechamente con estas familias para que pudieran contar con medios de subsistencia sostenibles y para brindarles oportunidades de prosperar.
Operar la planta alteraría y reduciría el caudal fluvial, afectando el hábitat natural.
Quizás uno de los impactos más inevitables de la construcción de una planta hidroeléctrica es el efecto que tendrá sobre la fuente de agua. En este caso, el río. La Represa de Reventazón causará la fragmentación de la cuenca del río aguas abajo e impactará sobre los hábitats naturales, incluyendo los de especies acuáticas migratorias. El BID y el ICE colaboraron para crear conjuntamente un enfoque innovador para este desafío: trabajaron junto a las comunidades de la zona para mejorar la calidad del agua del Río Parismina, una cuenca “hermana” del Reventazón, asegurándose de que continuara siendo un río saludable que fluyera libremente para que puedan utilizarlo las especies migratorias afectadas por la Represa del Reventazón.
La compensación del Parismina, la primera compensación acuática en toda América Latina, quedará protegida de por vida por la ley costarricense. Las comunidades que habitan en áreas aledañas a la cuenca ya están viendo mejoras en la calidad del agua del Parismina y están dando pasos, con apoyo del ICE, para garantizar que el río siga mejorando.
Mejorando vidas con energía hidroeléctrica sostenible
La Planta Hidroeléctrica Reventazón es un ejemplo de que, con la gestión y mitigación adecuadas de los riesgos ambientales y sociales, es posible mejorar la calidad de vida de las comunidades y, simultáneamente, proteger los recursos naturales de los que éstas dependen. Esta es una de las razones por las que le fue otorgado el Premio Planeta Azul de la International Hydropower Association en 2019. Este galardón se entrega a una operación hidroeléctrica que haya demostrado excelencia en parámetros sociales, ambientales, técnicos y económicos.
¿Se puede replicar este modelo de sostenibilidad hidroeléctrica en la región? La respuesta varía según el caso. Algunas de las estrategias utilizadas en la Planta Hidroeléctrica Reventazón pueden resultar inviables en otros países donde, en cambio, puede haber desafíos que deban ser afrontados. No obstante, el caso de Reventazón demuestra que una operación que cuenta con el apoyo adecuado de instituciones, comunidades y el país al que pertenece, puede ser más que una fuente de electricidad. Puede volverse una fuente de desarrollo y medio de vida sostenibles.
Fuente: BID.