Tres factores para que las visitas domiciliarias de estimulación temprana sean efectivas
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR) Por: Marcela Aracena
Los programas de visitas domiciliarias tienen el potencial de fortalecer prácticas parentales favorables al desarrollo infantil. Particularmente cuando cuentan con un recurso humano capacitado y que establece relaciones de calidad cuidador-visitador, pueden ser poderosas intervenciones muy costo efectivas.
Los estudios sobre la calidad de las visitas han permitido identificar cómo fortalecer estos programas. Las siguientes reflexiones pretenden ser una guía para los actores que intervienen en el diseño y estructura de las políticas de visitas domiciliarias.
1. Capacitación y acompañamiento continuo a los visitadores
Los implementadores de los programas de visitas domiciliarias deben cumplir con los mandatos de las políticas establecidas y, a la vez, con las necesidades y exigencias de las comunidades a las que sirven. Si bien muchas veces los profesionales tienen claro cómo, cuándo y con quién intervenir, no se sienten suficientemente empoderados para cambiar las reglas del juego. La mayoría de las veces, los profesionales actúan como ejecutores de programas diseñados – a veces sin su participación— más que como profesionales formados para tomar decisiones.
De ahí la importancia de fomentar espacios de capacitación que privilegien el diálogo, favorezcan el desarrollo y fortalezcan el conocimiento de los visitadores. Deberían contar con oportunidades para intercambiar conocimientos y experiencias entre visitadores al menos dos veces al año. Asimismo, las políticas públicas deberían incluir en sus programas espacios para la “supervisión reflexiva”, un espacio de acompañamiento al visitador por parte de un par o supervisor. Esto ofrece dos ventajas: 1) apoya al visitador en los aspectos afectivos de su trabajo y 2) ofrece un modelo de cómo establecer el diálogo y la relación con las familias que se atienden.
Además, es importante que los implementadores también puedan elevar su voz para ofrecer retroalimentación a los tomadores de decisión acerca de las dificultades en la implementación de las visitas domiciliarias a nivel local. Deberían reportar y derribar las estructuras que debilitan estos programas, como que en 3 horas de trabajo no es posible realizar 5 visitas de calidad, o que una visita aislada no aporta significativamente a fortalecer las prácticas parentales de una familia.
2. Decidir el presupuesto…
…es determinante para el éxito de estos programas. En las visitas domiciliarias (como en todos los servicios sociales), no basta que el visitador llegue al domicilio para ofrecer un determinado servicio. Es necesario que la prestación sea de calidad; que cada familia reciba una visita con una frecuencia y duración suficiente para lograr los cambios de comportamiento que promueve el programa, que el visitador sea capaz de atender a una misma familia por un periodo prolongado de tiempo, entre otros.
En nuestras evaluaciones, debemos ser capaces de demostrar que tras un número hay una familia real. Las evaluaciones nos deben permitir entender sus necesidades y en qué medida el visitador está capacitado para responder a ellas o cuenta con un sistema de apoyo al cual referir a las familias con necesidades que rebasan su ámbito de acción.
3. Los investigadores deben transmitir el conocimiento adquirido
A quienes estamos a cargo de evaluar e investigar el impacto de las visitas domiciliarias sobre las familias, nos queda el reto de transmitir el conocimiento adquirido a todos los involucrados en la ejecución de programas, en especial a aquellos que toman decisiones a nivel de políticas públicas. Es claro que perderemos valiosos recursos humanos y económicos si no usamos la evidencia como punto de encuentro entre los distintos mundos que impactan sobre el diseño, el desarrollo y la implementación de los programas. Nuestra invitación es a que cada uno de los actores se apoyen en la evidencia acumulada para que sus estrategias de intervención sean eficaces.
Fuente: BID