Los desafíos de la contraciclicalidad para los Bancos Multilaterales de Desarrollo
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR) Por Leopoldo Avellán y Arturo J. Galindo
Según lo establecido en la Agenda de Acción de Addis Abeba (2015), se espera que los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) ofrezcan préstamos a los países en caso de una crisis financiera o económica. Esto es conocido por los economistas como financiamiento contracíclico. Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado que, si bien el sistema de los BMD en su conjunto actúa de manera contracíclica, es decir, presta menos a un país durante sus períodos de auge y más durante sus épocas de desaceleración, la evidencia de este comportamiento para los Bancos Regionales de Desarrollo (BRD) no es concluyente.
En el caso de América Latina y el Caribe, la evidencia de los BRD es más robusta. No obstante, estudios muestran que la contraciclicalidad de los BMD se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Hace una década, los BMD eran fuertemente contracíclicos; actualmente no lo son, particularmente los BRD.
Varias razones explican esto. Por un lado, se destaca como el factor más importante los modelos de suficiencia de capital utilizados por las agencias calificadoras de riesgo que limitan el rol contracíclico de los BMD; por el otro, el gasto público en algunos países miembros prestatarios ha incrementado su prociclicalidad, extendiéndose al financiamiento de los BMD.
Con respecto al primer punto, el desafío que enfrentan los BMD es que las ponderaciones de suficiencia de capital se vinculan a la calificación crediticia de cada país prestatario. Las calificaciones de las agencias de riesgo son procíclicas por naturaleza, como muestran varios estudios [véase Auh. (2015); Cavallo, Powell, and Rigobón, R. (2012); o Ferri., Liu, and Stiglitz, J. (1999)].
Por ejemplo, un país que experimente una desaceleración económica probablemente enfrentará presiones crediticias, ya sea a través de un cambio en la perspectiva económica o de una reducción real de su calificación. Una vez reducida la calificación crediticia de un país, los préstamos de los BMD hacia ese país se encarecen en términos de consumo de capital, dificultando aún más la contraciclicidad de los BMD en dicho país. En el caso de una desaceleración en toda la región o subregión atendida por los BMD, el aumento en los costos de capital podría llevar a una contracción en el total de los préstamos de los BMD a la región o subregión.
El otro aspecto que limita la contraciclicidad de los BMD es el comportamiento de las finanzas públicas con respecto al ciclo económico del país. Históricamente, el gasto público ha tendido a ser procícliclo en la mayoría de los países en desarrollo, amplificando las fluctuaciones económicas y empeorando las recesiones. Durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, parecía haberse logrado avances cuando algunos países pudieron aumentar sus gastos gracias en parte al espacio fiscal construido durante el auge de 2002-2008. Sin embargo, la evidencia sugiere que luego, los países volvieron a la política fiscal procíclica.
En América Latina y el Caribe, pocos países han logrado reducir el sesgo procíclico en la política fiscal. Esto ha sido posible sólo en aquellos casos donde ha prevalecido una regla fiscal de balance estructural sólida complementada con un fuerte marco institucional. Como resultado, la política fiscal ha podido permanecer contracíclica y ha evitado el sobre optimismo en la estimación de cualquier variable macroeconómica clave que podría descarrilar posteriormente el desempeño de las reglas fiscales.
La política fiscal procíclica es un impedimento para que los BMD actúen de manera contracíclica. Si en un país el grado de prociclicalidad de la política fiscal es alto y si los BMD se comprometen a través de un programa de desembolsos que se correlacione con el gasto gubernamental agregado, es muy probable que los BMD terminen siendo procíclicos. Dado que para los BMD reducir sus compromisos con los países no es una opción política viable, para revertir esta situación los BMD controlarán su carácter cíclico en la medida en que pueden gestionar la composición de sus programas de préstamos con los países.
Fuente: BID