¿Hay alguna manera de hacer que los ciudadanos aprueben los aumentos de los precios de la energía?
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR)
Tu gobierno quiere aumentar los precios de la gasolina. ¿Estás de acuerdo? Si eres como la mayoría de las personas, la respuesta es no. Viajas en el transporte público o tal vez usas tu propio automóvil para ir al trabajo. En cualquiera de estos casos, un alza en el precio de la gasolina puede afectar tu presupuesto.
Una investigación llevada a cabo por el Banco Interamericano de Desarrollo muestra que podría haber una forma asequible para que los gobiernos hagan que apruebes el aumento de los precios de la gasolina.
Si bien el aumento del precio de la gasolina y otras fuentes de energía es una política impopular, puede ser necesaria:
1) Los precios más altos de la gasolina incentivan la adopción de automóviles eléctricos, los cuales necesitaremos para reducir las emisiones a cero y estabilizar el cambio climático.
2) Los precios más altos de la electricidad también pueden ayudar a incentivar a que las empresas privadas y los hogares compren electrodomésticos más eficientes e implementen medidas de eficiencia energética en los edificios.
3) En términos más generales, los impuestos al carbono pueden ayudar a llenar las arcas de gobiernos mientras se envía la señal a los mercados privados de que serán recompensados financieramente por reducir su huella de carbono.
¿Ya estás de acuerdo? Si no, déjame continuar explicando. Las lecciones aprendidas de éxitos y fracasos en el aumento de los precios de la energía sugieren que algunos elementos son importantes. El primero es que los gobiernos deberían reconocer que existen desventajas en los aumentos de los precios de la energía y por lo tanto, deberían proponer políticas para compensar a las personas que se verían afectadas negativamente. Así, la verdadera pregunta es: ¿cómo pueden los gobiernos conciliar la aceptabilidad pública y las señales de precio eficientes?
El estudio recientemente publicado puede ayudar a los gobiernos de América Latina y el Caribe a tomar pasos para que los aumentos de los precios de la energía no necesariamente tengan consecuencias sociales negativas. Muestra que una cuarta parte del dinero que ganan los gobiernos por el aumento de los precios de la energía suele ser suficiente para compensar a los hogares pobres y vulnerables por el impacto de la reforma en su presupuesto. Los resultados revelan diferentes contextos nacionales y diversos patrones de uso para diferentes tipos de energía, como se muestra en la tabla a continuación.
Una pequeña fracción de los ingresos de energía es suficiente para compensar a una parte considerable de la población
Fracción de los ingresos del gobierno por la eliminación de subsidios o impuestos a la energía necesarios para compensar a los hogares en el 40% inferior de la distribución del ingreso, para 11 países de América Latina y el Caribe y 3 tipos de energía.
Estas cifras consideran tanto el impacto directo del aumento de los precios de la energía (cuánto subirían los servicios públicos y los precios de la gasolina) como el impacto indirecto (cuánto se vería afectado el precio de otros bienes y servicios por las alzas de los precios). En equipo con investigadores de la Universidad de Maryland, rastreamos, por ejemplo, la cantidad de gasolina y diésel que se utilizan para transportar bienes de consumo. Luego evaluamos cómo el aumento del precio de la gasolina podría afectar el precio de estos bienes – resulta que el impacto en el precio de los alimentos y el transporte público son los más importantes para los hogares pobres. De manera similar, la electricidad se usa en la mayoría de los negocios y el gas a veces se usa para producir electricidad. También tomamos eso en cuenta.
El punto es que los gobiernos pueden devolver parte de los ingresos generados por los impuestos a la energía o la eliminación de subsidios de energía a los hogares vulnerables. El impacto final de una reforma fiscal siempre depende de cómo el gobierno redistribuye la recaudación. Se pueden utilizar muchas opciones, como mejorar el acceso a servicios de salud gratuitos o mantener bajo el costo del transporte público.
Una de las políticas que se ha utilizado con éxito en Medio Oriente y África del Norte es el uso de transferencias directas de efectivo a hogares pobres. En nuestra región, Brasil y República Dominicana son ejemplos de países que han usado soluciones similares. Ampliar la cobertura o los montos entregados por los programas nacionales de transferencia de efectivo es una solución prometedora: la mayoría de los países de América Latina y el Caribe tiene uno (desde Bolsa Familia en Brasil hasta Prospera en México), generalmente están asociados con buenos resultados de desarrollo (como reducir la desnutrición y mejorar la participación en los mercados de trabajo) y también pueden ayudar a los hogares a enfrentar las consecuencias del cambio climático. Una situación beneficiosa para todos.