¿Puede la legalización de las pandillas callejeras reducir el crimen?
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR)
Desde 2007, la propuesta ecuatoriana en cuanto al control del crimen se ha esforzado por alcanzar niveles más altos de control social basados en políticas de inclusión social e innovaciones en la justicia penal, y la reforma policial. Uno de los aspectos innovadores dentro de esta propuesta fue el de legalizar a varias pandillas callejeras a partir de 2007. El gobierno afirma que el éxito de estas políticas se ve reflejado en la reducción de homicidios de 15,35 por cada 100.000 en 2011 a 5 por cada 100.000 en 2017.
Sin embargo, se conoce poco acerca de los factores y de cómo estos se combinaron para producir ese resultado. Para analizar este fenómeno, se desarrolló un proyecto de investigación centrado en el impacto que el involucramiento de las
pandillas callejeras en los procesos de inclusión social tuvo en la reducción de la violencia.
Desde abril hasta octubre de 2017, se recopiló varios tipos de información, producto de 60 entrevistas personales a los miembros de cuatro diferentes subculturas callejeras en varios lugares, además de observaciones de campo y análisis de
material de archivo con el fin de responder a dos preguntas principales: ¿Cómo ha cambiado la relación entre los grupos callejeros y los organismos estatales en los últimos 10 años? ¿De qué manera esta nueva relación desempeñó un rol, aún indeterminado, en el fenómeno de reducción de homicidios en Ecuador?.
Se descubrió que la legalización de estos grupos ayudó a reducir drásticamente la violencia y la criminalidad, a la vez que otorgó un espacio cultural y legal para transformar el capital social de las pandillas en medios eficaces para alcanzar un cambio de comportamiento. En términos de políticas, en este documento sostenemos que el enfoque de inclusión
social de las pandillas callejeras debería continuar y destacarse como un modelo de las mejores prácticas del Estado.
Para analizar este tema, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) solicitó una investigación cualitativa por un lapso de seis meses para relevar el impacto que tuvo el involucramiento de las pandillas callejeras en los procesos de inclusión social en la reducción de la violencia. Desde abril hasta octubre de 2017, se recopiló información incluyendo 60 entrevistas personales en profundidad a los miembros de cuatro diferentes subculturas callejeras (los Sagrada Tribu Atahualpa Ecuador [STAE], los Ñetas, los Crazy Souls y los Masters of the Street) en varios lugares (Quito, Guayaquil, Santo Domingo y Esmeraldas).
Además, se hicieron observaciones de campo y análisis de material de archivo con el fin de responder a dos preguntas principales: (i) ¿cómo ha cambiado la relación entre los grupos callejeros y los organismos estatales en los últimos
10 años?; (ii) ¿de qué manera esta nueva relación desempeñó un rol, aún indeterminado, en el fenómeno de reducción de homicidios en Ecuador?.
El primer grupo en acogerse a la legalización fueron los STAE, quienes sirvieron como un punto decisivo en la política de seguridad de la nación. Pasar de ser una pandilla callejera a ser una organización juvenil fue posible debido a que la identidad de este grupo no se basaba únicamente en la actividad criminal. La legalización ayudó a que los miembros de este
grupo acogieran su identidad como subcultura urbana.
Salir de una organización clandestina y recibir el reconocimiento del Estado significó que los miembros del grupo podían usar sus atuendos y tener reuniones en espacios públicos, prácticas que resultan importantes para su propia identidad como un colectivo y como individuos. Por lo tanto, el Estado rechazó las tácticas represivas y optó por una estrategia a largo plazo para reducir el crimen colaborando de forma directa con dichos grupos.
El enfoque opresivo se vio reemplazado por uno mucho más holístico que incluye la creación de puestos de trabajo y el acercamiento a la educación, junto con la promoción de actividades culturales y el reconocimiento de pandillas como organizaciones culturales callejeras. Esta estrategia motivó a las pandillas a colaborar y cooperar con las instituciones estatales y a ayudar a cambiar su curso de desarrollo.
Fuente: Banco interamericano de Desarrollo