GUAYAQUIL Y SU DESARROLLO SOSTENIBLE
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR)
GUAYAQUIL Y SU DESARROLLO SOSTENIBLE POR ECON. CECILIA CALDERON
Guayaquil, por estar situada en la desembocadura de los ríos Daule y Babahoyo y su cercanía al mar, desde tiempos prehistóricos está destinada a ser la CASA GRANDE, donde son acogidos migrantes del interior del país que por diversas causas buscan un horizonte de bienestar y mejoras de su calidad de vida.
Nuestro sistema fluvial fue la vía expedita, para tiempos de la Colonia, el puerto de Guayaquil acogió migrantes de España y otros lares allende los mares así como, más tarde en la República, el tren fue el camino para que lleguen a Guayaquil muchísimas personas desde los valles andinos. Más tarde, las equivocadas políticas económicas, especialmente en tiempos de la dictadura militar cuando se encontró petróleo y se abandonó a su suerte el campo y la agricultura, para crear un modelo industrial, Guayaquil recibió una enorme migración campesina, de todas las partes del Ecuador, que huía de la miseria al mismo tiempo que buscaba salud y educación para sus hijos.
Este flujo de migración interna, no ha disminuido, por el contrario, en los últimos años ha sido alentada por el mismo Estado que empoderaba a dirigentes populares para que invadieran territorios para promover viviendas, sin planificación de ninguna clase. Se subastó Guayaquil, a cambio de apoyo electoral.
Esta realidad geográfica y social, hizo que la población de Guayaquil creciera a un ritmo superior y acelerado en relación a otras ciudades del país pero no creció de igual manera la infraestructura urbana para satisfacer las necesidades colectivas de la gente. Guayaquil nunca se preparó para enfrentar su crecimiento y no conocemos de que haya habido una planificación, en los términos que lo establece hoy la Constitución.
Este tipo de crecimiento desordenado, caótico, antidemocrático de la ciudad, trajo como consecuencia que surjan los barrios marginales, sub-urbanos, que ha costado decenas de años dotarlos de una mínima infraestructura. Mientras los municipios gastaban millones de volquetadas de cascajo para rellenar y dotar de infraestructura la parroquia Febres Cordero y la Letamendi, ya surgían Los Guasmos; mientras se rellenaba el Guasmo, surgían los asentamientos alrededor de la perimetral; mientras se dota de algo de infraestructura a este sector, ya está Monte Sinaí. Hemos rellenado barrios de barrios con basura y años la gente ha soportado la insalubridad; hemos depredado nuestros cerros para rellenar nuestros esteros.
Este modelo de crecimiento sin planificación, sin previsión, trae aparejada asentamientos poblacionales donde se perpetúa la pobreza, no hay servicios sanitarios, no hay escuelas, no hay atención a la salud, es una quimera aquello de los derechos del buen vivir.
Y en estos asentamientos nuevos, además de los problemas de infraestructura urbana, vivienda, servicios públicos, existen los problemas de convivencia social y seguridad, derivados del hecho de que se convive entre vecinos extraños, que se cambia completamente los estilos de vida que antes tenían en su lugar natal y que los jefes de hogar- hombres y mujeres- logran encontrar trabajo en sitios distantes mínimo a hora y media, lo que deja a los niños, niñas, adolescentes y ancianos sin cuidados durante mucho tiempo. Es en estas áreas desprotegidas donde surgen problemas de riñas, violencia familiar, violencia interpersonal; se aprovechan de esta situación los micro traficantes que sostienen las pandillas para que cunda el miedo y el sicariato.
Guayaquil tampoco se ha pensado como una ciudad que crea empleo. Siempre se ha ponderado la capacidad creativa y de emprendimiento de quienes aquí viven pero la verdad es que la gente es creativa para sobrevivir, en empleos informales y de riesgo porque la autoridad municipal quiere orden y disciplina en sus calles.
Los serios problemas de calidad educativa, la muy poca capacitación para emprendimientos, la falta de políticas públicas para convertir la informalidad laboral en emprendimientos populares y solidarios, la falta de encadenamientos productivos, generan trabas para el desarrollo económico sostenible de la ciudad.
Así las cosas, la solución a la urbanización desordenada, la inseguridad, pobreza, empleo informal y asuntos de salud pública, entre otros, presentan nuevos desafíos para las autoridades locales. Los gobiernos deben repensar las soluciones a estos problemas de manera integral y multidisciplinaria, considerando las características de la población rural y urbana, su edad, género, etnia, nivel socio económico y a los grupos poblacionales vulnerables. Precisamente para hacerle frente a esta necesidad de un abordaje holístico de los asuntos que realmente le importan a las personas, este año entraron en vigencia los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS). Las Naciones Unidas los definen como un llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad.
Los próximos gobiernos locales son los llamados a hacer esfuerzos desde lo ético y técnico, desde la planificación participativa, para convertir efectivamente a las ciudades en aliadas del campo y de la ruralidad buscando la dignidad de las personas en cuanto a satisfacer sus necesidades colectivas, a ejercer efectivamente sus derechos del buen vivir, a crear un hábitat ambientalmente sano.
Le corresponde a los gobiernos locales, además de lo que han venido haciendo, entre otras acciones, planificar el territorio desde un punto de vista metropolitano y participativo, promover la soberanía alimentaria y un consumo responsable, priorizando los alimentos e insumos cultivados en las zonas rurales cercanas a la ciudad y en los huertos urbanos, promover los cuidados ambientales del río y del Estero, de nuestros cerros y de los desechos sólidos y líquidos, cuidar de nuestros niños, niñas, ancianos, promover una cultura de paz y no violencia.
Guayaquil debería aprovechar la cercanía de su bicentenario para comprometerse seriamente en saldar deudas históricas con sus poblaciones vulnerables, garantizándoles una sociedad más justa, más digna, equitativa y solidaria.