Familiares del equipo periodístico de Diario El Comercio secuestrado en la provincia de Esmeraldas revelan sus identidades en busca de la sensibilización de sus captores
REDACCIÓN NOTI-AMÉRICA (ECUADOR)
Paúl Rivas Bravo, 45 años, fotógrafo. Javier Ortega Reyes, 32 años, periodista. Efraín Segarra Abril, 60 años, conductor. Estos son los nombres de los integrantes del equipo de Diario El Comercio que fue secuestrado el 26 de marzo del 2018 en la parroquia de Mataje, cantón San Lorenzo, provincia de Esmeraldas, frontera norte con Colombia, mientras hacían su trabajo, mientras realizaban una cobertura periodística sobre las condiciones de vida de los pobladores que habitan en esta zona, en la que en los últimos meses se han registrado varios atentados con explosivos.
Las familias de los tres trabajadores de la comunicación secuestrados hemos decidido dar a conocer sus nombres públicamente pues estamos convencidas de que saber quiénes son permitirá que todo el país se nos una en el pedido de su pronta liberación. Hasta ahora, por recomendaciones oficiales y para garantizar la seguridad y buen avance de las investigaciones, se ha mantenido la identidad reservada; no obstante, cuando han transcurrido siete días desde la confirmación de su secuestro consideramos que es prudente terminar con ese sigilo y darle un nombre y un rostro a nuestros seres queridos.
Lo hacemos conscientes de que en el mundo entero una de las formas de proteger a periodistas secuestrados es dando a conocer su identidad y su trabajo. Diversos protocolos internacionales establecen que, en estos casos, la visibilización de las víctimas es una medida importante para reducir su vulnerabilidad y eso es lo que hoy buscamos, que sus captores se sensibilicen sabiendo que tienen familias y amigos que los esperan todos los días y que no descansarán hasta que vuelvan a sus hogares sanos y salvos.
A quienes tienen retenidos a Paúl, Javier y Efraín queremos pedirles que nos devuelvan a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros nietos, a quienes amamos profundamente. Que sepan que estos siete días sin saber de ellos han sido dolorosos, llenos de ansiedad, que las noches se hacen días -y viceversa- y que lo único que deseamos es que en la próxima comida ellos estén en nuestra mesa como hace una semana cuando partieron desde Quito con la convicción de que con su trabajo garantizaban el derecho humano a la comunicación.
Confiamos en que las autoridades, Policía y Fuerzas Armadas, tanto de Ecuador como de Colombia, pondrán a disposición todo su contingente y no escatimarán esfuerzos para traer de vuelta, sanos y salvos a Efraín Segarra, Javier Ortega y Paúl Rivas. La vida de nuestros seres amados es valiosa y esperamos que tengan eso presente en cada paso que se da en el proceso.
Hoy que se celebra una de las fiestas mayores de la iglesia pedimos a los creyentes que los incorporen en sus oraciones; y a los no creyentes que los piensen y pidan públicamente por su liberación. Pedimos al país, a esta comunidad de gente noble y solidaria que no los olvide, que se una a nosotros en los esfuerzos para lograr que vuelvan a sus hogares. Pedimos a las instituciones públicas y privadas, a la academia, a las organizaciones de la sociedad civil que se unan a nosotros en los esfuerzos para que el retorno de Paúl, Javier y Efraín sea pronto una realidad.
Agradecemos de todo corazón todas las muestras de solidaridad en estos días de tristeza, han sido un aliciente en medio de todo el dolor que experimentamos. Pese a ello, estamos fuertes, hacemos el seguimiento de todo lo que sucede, estamos y estaremos atentos y vigilantes.
Javier, Efraín y Paúl los esperamos en casa, están en nuestros pensamientos a cada segundo. Sepan que tienen miles de personas que todos los días despiertan con la esperanza de saber que han vuelto. No están solos, no descansaremos hasta que se reúnan con nosotros en un abrazo.
PAÚL RIVAS
La fotografía está en sus venas. Paúl creció entre rollos de fotos y cámaras, la pasión por captar imágenes la heredó de su padre, también fotógrafo. Por ello, era natural que su aspiración fuese convertirse en fotoperiodista, una labor que cumple desde hace 20 años en diario El Comercio, medio de comunicación ecuatoriano al que le ha entregado no solo su amor hacia la fotografía y su dedicación, sino múltiples reconocimientos nacionales e internacionales.
Paúl estudió en el Colegio San Gabriel. Luego fue a la Universidad Tecnológica Equinoccial donde optó por la carrera de Publicidad, aunque no la ejerció, pues su genio estaba en aquello que denominaba “dibujar con la luz”. Este 25 de abril Paúl cumplirá 46 años. Es sensible, extrovertido, alegre, jovial, solidario, sociable y muy inteligente. Busca soluciones, da apoyo a las personas, tranquilidad a los demás y es comprometido con su trabajo. Su sensibilidad con las problemáticas sociales le llevó a realizar foto reportajes para contar historias a través de las imágenes.
En el 2013 registró la problemática de la desaparición de personas en Ecuador, en su foto reportaje de 10 imágenes “Desaparecidos y tatuados en la piel” que se publicó en el diario El Comercio, registró los rostros y la corporalidad de los familiares, se colocó en el lugar de las personas, transmitió la impotencia, e l dolor y la frustración de quien no tiene datos de un ser querido, los mismos sentimientos que hoy deben estar sintiendo sus familiares y sus amigos. Por este trabajo, ganó el Premio Nacional de Periodismo Eugenio Espejo otorgado por la Unión Nacional de Periodistas (UNP) y en dos ocasiones su trabajo le significó la Pluma de Oro que otorga el premio Jorge Mantilla Ortega. Su fotografía del volcán Tungurahua, en plena erupción fue catalogada como una de las mejores en América Latina, a esta realidad
también se acercó desde el retrato con su foto reportaje “El Volcán es su hogar y no quieren dejarlo”. La migración tampoco ha escapado de su lente en su obra “Los que se van” expone las condiciones de vida de ecuatorianos que llegaron a España en busca de trabajo y oportunidades. No es un fotógrafo que se conforma, su trabajo puede llevar meses de preparación para tener la foto perfecta. Tras el terremoto ocurrido Manabí y Esmeraldas, viajó a la zona para registrar las primeras horas del acontecimiento. Y cuando en diciembre del 2016 Esmeraldas fue abatida por las réplicas del movimiento telúrico fue a Tonsupa para poner en evidencia el trabajo de sus pobladores para sacar a flote su localidad.
Toda su vida está articulada al ejercicio de su profesión, todo momento es una posibilidad para obtener inmortalizar los segundos dentro de su cámara de fotos de marca Canon, que es la que siempre ha preferido. En su casa a Paúl, le esperan su familia y sus amigos. También su inmensa colección de cámaras de fotos antiguas y sus camisetas de Liga Deportiva Universitaria.
JUAN JAVIER ORTEGA
Se lo conoce como Javier, tiene 32 años, nació el 17 de diciembre de 1986. Un apasionado por el fútbol y en especial por el Fútbol Club Barcelona y su estrella Leonel Messi. Javier Ortega Reyes vivió sus años de adolescencia en la comunidad de Valencia, playa de Gandía, España. Allí cursó la secundaria, pero la nostalgia y el apego a su patria pudieron más y decidió regresar al Ecuador para iniciar con sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Politécnica Salesiana en la ciudad de Quito.
Años más tarde, su padre, su hermano y hermana también volvieron al país. Para ese entonces Javier ya había culminado sus estudios de periodismo y había ingresado a la redacción de Diario El Comercio, primero en calidad de pasante, pero su sagacidad y sentido por la noticia le valieron el contrato definitivo en este medio, en el cual labora desde hace ocho años.
Los temas relacionados con la seguridad y la justicia siempre están en su pluma. Atento a los detalles, cauteloso y con la convicción de informar con responsabilidad lleva adelante reportajes vinculados con las leyes del país y lo hace con un enfoque humano, con un profundo respeto y apegado a lo que la ética dicta, como lo hizo con el reportaje sobre las personas cubanas deportadas en julio del 2016 o el reportaje sobre personas desaparecidas, en septiembre de 2015.
Sensible al dolor de todos los sectores sociales, también cubrió el dolor de los militares y las familias de los militares que perecieron en un accidente aéreo, en marzo del 2016. “Los gritos de los hijos de los soldados caídos en Pastaza retumbaron ayer (16 de marzo) en la capilla que se improvisó en la Escuela Militar Eloy Alfaro (Esmil) de Quito. Los pequeños se abalanzaron hacia los féretros y acariciaron las banderas que se colocaron encima. Así, intentaron ver por última vez a sus padres. El llanto de los niños estremeció a los militares y civiles que asistieron a la ceremonia religiosa”, empieza relatando Javier Ortega sobre el sepelio de los militares.
Aunque las características de las fuentes que cubre hacen que su jornada de trabajo se extienda hasta la noche, trata de conjugar la pasión por el periodismo con la pasión por el balón. Los miércoles son el día marcado en la agenda para colocarse los botines, avanzar por la media cancha, armar una jugada y anotar para su equipo; pero no solo eso, también apuntó al atletismo, participando en las carreras de Ultimas Noticias.
Hoy la silla de Javier en la redacción de El Comercio está vacía, su sonrisa contagiosa ya no flota por el ambiente y la solidaridad que lo caracteriza en su casa es una falta permanente para su familia. Su mascota lo echa en falta por las noches, cuando llegaba a casa, cansado de la jornada, pero siempre lleno de cariño.
Su habitación está intacta desde el domingo 25 de marzo cuando partió hacia Esmeraldas para cumplir con su trabajo. Los carteles de Leonel Messi, las banderas, las camisetas y el resto de sus artículos del club catalán reposan en este lugar al que ahora ingresan su familia, su abuela, sus primos, sus tíos, quienes no descasarán hasta que vuelva sano y salvo.
EFRAIN SEGARRA ABRIL
Nacido el 5 de diciembre de 1957, con 60 años de edad aún tiene la fuerza y la entereza para ser el conductor de los equipos de comunicación de Diario El Comercio. Los lleva a donde tenga que llevarlos.
Efraín Segarra nació en la ciudad de Pasaje, provincia de El Oro, pero quien lo conoce apuesta a que es quiteño de cepa, y sus señas le dan la razón pues desde que tenía 5 años llegó a la capital. Y en esa ciudad se quedó, se enamoró, tuvo dos hijos y forjó una carrera como conductor profesional. Es animalista, tiene la capacidad de hacerse amigo de cualquier animal que encuentre en la calle, aunque sea el perro más bravo. Es fotógrafo por afición e hincha del Deportivo Quito.
Muy joven ingresó al Ministerio de Agricultura como asistente de oficina, pero los motores le llamaban más la atención y al graduarse como chofer profesional optó por poner sus manos al volante en esa misma institución durante 10 años. Luego, su carácter aventurero le llevó a probar en una institución financiera. En el Banco del Pacífico, lugar en el que pasó 7 años, condujo toda la variedad de autos: motos, automóviles, camionetas y hasta blindados.
Pero él no es un hombre de un solo lugar, cuando lo llamaron a vincularse al Centro Comercial El Recreo, no dudo en cambiar el mundo de las finanzas por el paseo comercial. Allí pasó 3 años.
Un nuevo trabajo – y esta vez definitivo- tocó a su vida y desde hace unos 16 años es parte de la planta de conductores de Diario El Comercio. Ahí está disponible siempre que “el deber llama” como él mismo dice cuando una llamada ingresa a su celular, dispositivo electrónico en el que atesora su gran colección de “selfies” en todas las ciudades que visita por su trabajo.
Y nuevamente, la curiosidad innata de Efraín ha hecho de él un reportero, un fotógrafo, un asistente de locación, es que casi dos décadas en el mundo de la prensa le han contagiado el amor al oficio. De vuelta a casa Efraín cuelga las llaves y alimenta a sus dos gatos y a su perro, animales rescatados y adoptados que van creciendo en número conforme se cruzan por su camino. De entre su amplia colección de camisetas del equipo de sus amores escoge una y se dirige hacia el estadio.
A Segarrita lo esperan todos en Diario El Comercio, esperan su amabilidad y siempre su buena disposición; esperan su espíritu aventurero y sus ganas de emprender por cualquier carretera buscando una nueva crónica, una nueva realidad