A la hora de planificar políticas de desarrollo todos los ciudadanos cuentan
En políticas de desarrollo, si hay algo que no se puede medir, no cuenta.
¿Cuántos indígenas y afrodescendientes viven en la región?
Debe ser una pregunta corta. 40% de la población en la región, pero realmente la respuesta es un asunto un poco más complejo y demuestra lo importante que es mejorar la calidad de nuestras estadísticas regionales. En América Latina, 14 de los 18 países incluyen una pregunta de autoidentificación racial o étnica en la encuesta de hogares, el 13% la tienen en el censo.
Pero este cálculo, aparentemente fácil, con frecuencia lleva a más preguntas que respuestas. La encuesta de hogares, medida estándar en indicadores de desarrollo, no es representativa para las poblaciones raciales o étnicas en muchos países, lo vemos de primera mano al llevar las estimaciones a nivel nacional, cuando con frecuencia encontramos cifras más bajas que en el censo.
Por esto, el censo es una mejor herramienta, incluso aun siendo más antiguo, pero requiere de un trabajo puerta a puerta, complicado y costoso en las regiones remotas donde se asientan los pueblos indígenas. Por ello es necesario pensar en otras alternativas que aseguren que las poblaciones más vulnerables son tomadas en cuenta.
Aquí van 5 recomendaciones: La primera, el uso de la innovación y la tecnología para recoger datos de forma electrónica, las estadísticas raciales y étnicas son una gran oportunidad para usar nuevas tecnologías, como teléfonos celulares para encuestas más frecuentes o proxy, así como para nuevas metodologías de estimación que aprovechen los avances en big data.
Segunda recomendación: cruce de datos de fuentes locales para identificar posibles errores.
En Colombia, para acceder a los programas de transferencia monetaria condicionada, los gobiernos indígenas realizan sus propios censos. Los datos se utilizan para los programas sociales, pero no necesariamente se comparten con el Instituto de Estadísticas, aunque podrían ser una buena fuente de información para identificar posibles errores o áreas que requieren atención adicional en futuras encuestas oficiales de hogares o censos.
Tercera recomendación: continuar ampliando el acceso a bases de datos y hacerlo una prioridad política. Las estadísticas oficiales no siempre son compatibles, y mejorar su usabilidad puede crear consumidores que demandan una mayor calidad de datos.
En Brasil, el sistema diseñado por el gobierno junto con el BID utiliza información de diferentes bases de datos para crear indicadores de políticas que se pueden monitorear a nivel federal y local, y realizar seguimiento de estos indicadores en áreas como el desarrollo rural, la prevención de violencia en jóvenes en situación de riesgo.
La cuarta recomendación: sobre muestreo en situaciones en las que existe interés político.
A veces tiene sentido obtener una instantánea mirada de la situación actual cuando se están diseñando nuevas políticas, esto requiere un sobre muestreo que puede servir para futuras encuestas. En Perú, el gobierno, con el apoyo del BID y GRADE, ha llevado a cabo una encuesta especializada con el fin de diseñar plan nacional étnico.
La quinta recomendación: apoyo y formación de investigadores para identificar cambios en la población.
El número de departamentos de demografía ha alcanzado mínimos históricos en la región y la mayoría del personal técnico en estos institutos nacionales de estadística está capacitado exclusivamente en estadística o economía, con pocos conocimientos de demografía. Recientemente en Chile, por ejemplo, las tasas de poblaciones étnicas han aumentado, debido a un aumento de la autoidentificación y no de la tasa de natalidad.
La comprensión de estas tendencias es útil por el diseño de programas de desarrollo, y además una mayor formación puede mejorar la selección de las muestras.
Recordemos que cuando los datos oficiales subestiman los niveles de pobreza y exclusión, los más pobres entre los pobres no son tenidos en cuenta en las decisiones políticas.
¿Qué podemos hacer para mejorar la situación de los pueblos indígenas y afrodescendentes?
Podemos mejorar la calidad de las estadísticas y capacitar profesionales y ciudadanos en el uso de las estadísticas para monitorear las brechas. Pero también podemos utilizar esta información para diseñar políticas públicas para mejorar las condiciones de vida para personas indígenas, afrodescendiente, y mujeres, entre otros grupos.
Unas 2 herramientas que tenemos son:
Planes de acción al nivel sectorial, nacional y local. Estos son críticos, sabemos que tienen varios nombres como planes de acción nacional para “los pueblos indígenas”, “planes para el decenio afrodescendiente», planes municipales para poblaciones vulnerables, y muchos más.
En el caso específicamente de los pueblos indígenas, sabemos que esos planes pueden ser denominados o llamados como «planes de vida» o «buen vivir», «planes de sumak kawsay». También tenemos la opción de planes sectoriales. Los planes también deberían ser implementados en sectores específicos donde existen brechas de acceso y calidad.
Áreas críticas son educación, salud, desarrollo económico, y ambiente, donde sabemos existen brechas de acceso y calidad de servicios en muchos de los países de la región. En términos de calidad de servicios, deberíamos siempre contemplar representantes de la sociedad. para entender mejor su percepción de la calidad de esos servicios.
Por eso, comprender los factores determinantes y manifestaciones de la pobreza debe ser una prioridad para donantes, gobiernos, y también para mejorar calidad de las estadísticas de la región.
Fuente Banco Interamericano de Desarrollo