Perspectivas y tendencia en los negocios de América Latina y el Caribe
Dr. Ronny González Hernández, Ph.D.
El año 2020 ha sido un año atípico, según el informe de las “Perspectivas de la economía mundial” del FMI de junio, estima que la región se contraerá 9,4% en 2020, cuatro puntos porcentuales más de lo previsto en abril y la peor recesión regional desde que se tienen datos. Para 2021, se prevé una leve recuperación del crecimiento a +3,7%; esto quiere decir que es un año de recuperación gradual y la región volvería a los niveles de producción económica anteriores a la crisis a partir de 2022.
Los países deberán ser cautelosos a la hora de plantearse la reapertura de sus economías, eso sí, permitir que los datos y los conocimientos científicos sean los que estén al mando del proceso. Numerosos países de la región tienen elevados niveles de informalidad en los negocios y están poco preparados para enfrentar los nuevos brotes de la pandemia, con una elevada ocupación de unidades de cuidados intensivos, escasa capacidad de pruebas y sobre todo rastreo.
Varios elementos que se deben tomar en cuenta dada la realidad de este año, en el mundo de los negocios y las inversiones, es considerar el incremento de las deudas de los países de la región, dado que también enfrentarán presiones de consolidación fiscal, lo que puede de manera directa afectar el crecimiento; a esto se le suma también un tema importante como lo que es el entorno político, un tema clave para no solo respaldar la estabilización económica, sino marcar las líneas internas de la reactivación económica.
Los datos económicos débiles y los brotes más prolongados de COVID-19 explican las significativas revisiones a la baja de nuestras proyecciones comparado con las realizadas en abril. El crecimiento del primer trimestre fue peor de lo esperado en la mayoría de los países, en tanto que datos económicos disponibles —producción industrial, consumo eléctrico, ventas minoristas y empleo— indican que la caída de la actividad en el segundo trimestre será más pronunciada que lo proyectado en abril. La rapidez con la que continúa propagándose la pandemia sugiere que las medidas de distanciamiento social tendrán que prolongarse, deprimiendo la actividad económica en el segundo semestre y generando secuelas importantes de cara al futuro.
Los riesgos no dejan de ser elevados. La pandemia podría agudizarse, deprimiendo la actividad económica, presionando los balances de las empresas, empeorando la pobreza y la desigualdad, y reavivando las tensiones sociales en la región. A la vez, existen riesgos al alza. Algunos indicadores de actividad en las economías avanzadas han sido mejores de lo previsto. El crecimiento mundial podría superar las expectativas, apoyando las exportaciones, los precios de las materias primas y el turismo.
Las medidas encaminadas a mantener las relaciones de empleo, como apoyo a las nóminas salariales y el financiamiento del capital de trabajo, serán importantes para evitar el cierre de empresas que en ausencia de la pandemia serian viables, reducir el desempleo a largo plazo, apoyar la recuperación, y estimular el crecimiento potencial. Las políticas de contención y mitigación deberían estar debidamente calibradas para evitar una segunda ola de la pandemia y controlar brotes locales.
No se puede dejar de lado el papel, de la evolución de Internet para los negocios ha sido muy rápida. Ello es debido a diversas razones, por una parte, las empresas han visto la enorme oportunidad que representa para hacer negocio y han apostado por tener la mayor visibilidad en la red, así como la enorme difusión alcanzada por los dispositivos móviles ha supuesto toda una revolución para el comercio en línea.
Internet para los negocios, supone en estos momentos una oportunidad de oro para los emprendedores y las pymes, ya que basta con tener una idea de negocio innovadora para conseguir los mejores resultados con la menor inversión, siempre y cuando se sepa utilizar de forma estratégica la minería de datos, donde las empresas podrán tomar decisiones enfocadas en función del consumidor que al final es una parte central de la reactivación económica de la región.
Los sectores que en 2019 registraron los mayores incrementos anuales en el número de usuarios fueron eServices con 15% anual, así como FinTech y eCommerce con 13% anual cada uno, la mayoría de los usuarios de eCommerce y servicios de movilidad en línea tenían entre 25 y 44 años, lo cual supone un desafío adicional para la población mayor ante la emergencia sanitaria resultante de COVID-19, pues los datos indican que de los usuarios de servicios de movilidad en línea solamente 1 de cada 10 tenía entre 45 y 54 años, en tanto que solo 3% de los usuarios de eCommerce en 2019 tenía entre 55 y 64 años.
La economía digital presenta una oportunidad para una mayor generación de ingresos y desarrollo productivo en la región. Primero, los negocios digitales pueden implicar una mayor apertura a una mayor inclusión social y económica, ya que hay pocas barreras de entrada para ser oferente de bienes y servicios. (Buenadicha et al., 2017).
Asimismo, el desarrollo de negocios digitales ha permitido a algunas empresas a establecerse con un bajo costo, dado que muchas de ellas pueden operar con poco personal y sin necesidad de un establecimiento físico. Aunque las plataformas digitales son utilizadas principalmente por las clases media y alta, los estratos sociales con menores ingresos son quienes se podrían beneficiar más. (Fraiberger y Sundarajan, 2016).
Segundo, la digitalización de transacciones del sector representa una herramienta para formalizar esta economía, lo que podría contribuir a reducir las altas tasas de informalidad. En esta región, la población con un empleo informal representa, en promedio, 65% del empleo total (OIT, 2018). Cabe señalar que Honduras, Guatemala y Nicaragua son los países de esta región con las mayores tasas de informalidad (entre 77,4% y 79,9% del empleo total).
Tercero, la digitalización permite que las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) puedan participar de una manera más relevante en el comercio internacional, pues como señala Meltzer (2014), la digitalización les permite procesar pagos internacionales, así como enviar los productos que producen a cualquier parte del mundo.
Por último, la fiscalización de estos servicios podría resultar en una mayor recaudación tributaria en la región. Se estima que Uber, Netflix, Spotify y Apple tienen una recaudación potencial de USD 5,1 millones en Costa Rica (0,008% del PIB) y hasta USD 178,8 millones en México, equivalente a 0,01% del PIB (CEPAL, 2019) 6. A un clic de la transición: Economía Digital en Centroamérica y la República Dominicana 15 Asimismo, se espera una desaceleración en el ritmo de crecimiento del total de usuarios de la economía digital (2% anual vs. 8% en 2019).
Actualmente la mayoría de la población dispone de dispositivos móviles de todo tipo con conexión a Internet, gracias a lo cual se ha incrementado el uso del comercio electrónico y se ha popularizado la compra de productos en la red y las transacciones en línea. Una herramienta también poderosa para la reactivación económica en los negocios.
Existe una realidad y un panorama de gran incertidumbre para las empresas después del COVID 19, donde la continuidad de las operaciones de muchas entidades está sujeta a la recuperación económica de diferentes regiones del orbe (incluidas América Latina y El Caribe) que hoy están viendo afectadas seriamente las actividades comerciales, se han visto obligados a reinventarse y a acogerse a una economía de subsistencia para seguir vigentes. Estos negocios deberán optar por diferentes formas de mantener vivos después de que la pandemia o contingencia sanitaria haya dado algún respiro, como serían:
- El e-commerce o ventas en línea.
- Identificación del nuevo comportamiento del consumidor.
- Desarrollar planes de negocios para generar capital de trabajo o liquidez.
- Utilizar las redes sociales para mantener el contacto con los clientes.
- Adopción de técnicas de investigación de mercados.
- Priorizar productos y servicios.
- Establecer alianzas estratégicas.
- Volver la mirada a la competencia, para ver qué están haciendo y que podemos aprender de su experiencia.
- Reposicionar el producto o servicio brindado.
- Rediseñar nuevas estrategias de mercadeo y ventas a la luz de la situación actual.