Integración comercial como base en la economía Latinoamericana
Dr. Ronny González, Ph.D.
Noviembre 11, 2019
La integración comercial es la base del desarrollo de la economía para Latinoamérica y el Caribe, se puede describir muchos ejemplos al respecto, pero los lazos económicos entre con la República de Corea se han estrechado significativamente desde el inicio del milenio. No obstante, la comparación con otros competidores asiáticos sugiere que existe todavía un gran potencial por explotar.
Para revitalizar esta alianza estratégica, es necesario poner nuevamente el foco en la eliminación de las barreras comerciales que aún persisten, en la reducción de los costos del comercio y en la consolidación del marco de cooperación. Esto caracteriza las tendencias del comercio y las inversiones con el objetivo de señalar las principales oportunidades a futuro.
En las dos últimas décadas, el intercambio comercial entre Corea y la región creció a un ritmo mayor que el del comercio mundial y se cuadruplicó hasta alcanzar los US$43.000 millones en 2018, muy por encima de los US$11.000 millones de dólares registrados en el año 2000. Los flujos comerciales empezaron a aumentar en 2004 y continuaron creciendo hasta 2011, a pesar de una caída transitoria en 2009 derivada de una disminución de las importaciones de Latinoamérica y el Caribe desde Corea durante la crisis financiera mundial. En 2018, las exportaciones coreanas a la región alcanzaron US$26.700 millones, mientras que las exportaciones de la región totalizaron US$16.200 millones.
Sin embargo, la contracción de los flujos de exportaciones e importaciones observada durante los últimos años sugiere que es necesario acompañar las relaciones comerciales con nuevas iniciativas de políticas y cooperación. Durante este periodo, entre los países asiáticos, Corea surgió como un destino estratégico para los exportadores latinoamericanos y caribeños, aunque otros destinos suponen una fuerte competencia.
Hasta 2006, las exportaciones de la región a Corea eran comparables con aquéllas hacia el conjunto de los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Pero después de ese año, las exportaciones hacia ese sector se dispararon y dejaron atrás a Corea, alcanzando un nivel de US$25.500 millones en 2018.
Un modo de expandir el comercio es a través de la diversificación de mercados. De hecho, el comercio entre Corea y Latinoamérica y el Caribe está concentrado en pocos países. En 2018, cuatro economías de la región acumulaban casi el 90 % de las exportaciones totales de la región a Corea (Chile 27%, México 26%, Brasil 21% y Perú 15%). Este patrón de concentración no es nuevo, dado que en el año 2000 cinco economías representaban la misma participación de las exportaciones regionales (Chile 34%, Brasil 25%, Ecuador 13%, México 13% y Argentina 6%).
Por su parte, las exportaciones de Corea hacia la región están aún más concentradas, su principal comprador es México, con una participación del 43%, seguido por Brasil, con 18%, y Chile, con 4%. Aun así, el comercio con Corea como porcentaje del comercio total está aumentando en la mayoría de los países de nuestra región. Bolivia, Chile y Perú destacan, ya que las exportaciones a Corea rondan el 6% de las ventas totales al extranjero. El más notorio es el caso de Bolivia, que en 2002 exportaba apenas el 0,1 % del total hacia el socio asiático. Por el contrario, el peso de Corea en las exportaciones de Ecuador cayó de alrededor del 7 % a tan solo un 0,5 %, tendencia que también se registró, aunque en menor medida, en Argentina, Costa Rica, Guatemala, Honduras y Uruguay.
En términos generales, estas cifras sugieren que hay margen para crecer, dado que en 2018, apenas cinco países latinoamericanos y caribeños enviaban más del 1% de su oferta exportadora a Corea. A la par de la profundización de las relaciones comerciales, los flujos de inversión extranjera directa también mostraron una expansión inicial significativa, aunque subsiguientemente no pudieron mantener ese dinamismo. En 2015, las inversiones coreanas en la región alcanzaron un pico de US$2.400 millones, equivalentes al 8% de la inversión total del país asiático.
Sin embargo, desde entonces las inversiones en la región han ido menguando y para 2018 los flujos de inversión coreana llegaron a US$1.400 millones, representando apenas el 3 % del total, una participación comparable a la observada al comienzo del milenio, antes de que se iniciara el despegue del comercio.
Estas cifras, en conjunto con las relativas a la composición sectorial de los flujos de inversión, sugieren que a lo largo de los últimos años las multinacionales coreanas se han ido centrando progresivamente en inversiones relacionadas con la integración en cadenas de valor norteamericanas, más que a perseguir oportunidades de mercado en Latinoamérica y el Caribe.