Tiempos de cambio en Latinoamérica y el Caribe
Dr. Ronny González, Ph.D.
Octubre 7, 2019
Latinoamérica y el Caribe enfrentan un complicado proceso de transición en torno a los cambios internacionales por la reconfiguración del mapa político regional y a un desgaste de los intentos de regionalización y concertación política de la década pasada, asociados en su momento al boom de los commodities y al auge de gobiernos populistas y de izquierda.
La crisis venezolana puede ser el epicentro de esta situación regional y de su impacto sobre la encrucijada por la que atraviesa el regionalismo y la integración regional. Para entenderla no basta con la introspección centrada en la potencial convergencia del Mercosur con la Alianza del Pacífico, la redefinición de las políticas externas de sus miembros a raíz de cambios electorales o el rediseño de sus vínculos internos.
Al combinarla con las dinámicas que impone un entorno cambiante internacional, donde las crisis de la globalización, de los avances de la gobernanza global, del multilateralismo y del orden liberal internacional se conjugan con la reconfiguración y la difusión del poder a nivel mundial.
El sistema internacional vive una transición compleja, con altos niveles de incertidumbre y de transformaciones aceleradas que implican desplazamientos y reconfiguraciones geoeconómicas. Las características de esta transición global afectan a América Latina y el Caribe y demandan un conocimiento de su dinámica, de su impacto en la región y de formular respuestas de la misma.
Uno de estos ejes lo configura la crisis del proceso de globalización y de las modalidades de gobernanza global, la principal razón de su perdurabilidad se enmarca en el contexto económico con el que se desarrolló.
En este sentido, la gobernanza global remitió a un concepto de gobernanza sin gobierno, la ausencia de una autoridad central en el sistema internacional implicó, en consecuencia, la necesidad de colaboración y de cooperación entre diversos actores para desarrollar objetivos, normas y prácticas comunes en el tratamiento de los temas globales.
La globalización se apuntaló con base en el desarrollo de las corporaciones transnacionales a escala mundial que contribuyeron a impulsar la liberalización económica y la transnacionalización en contraposición o por encima de los intereses de Estado y de la soberanía nacional.
El crecimiento y el desarrollo sostenido de economías emergentes, de nuevas vías de desarrollo capitalista no liberal y de nuevas relaciones de poder debilitaron las instituciones multilaterales surgidas en los noventa. Este debilitamiento dio lugar a que algunos analistas comenzaran a plantear, en especial luego de la crisis financiera mundial de 2008, lo que recrudece las rivalidades entre las grandes potencias y su competencia geopolítica.
Actores como China y Rusia, entre otros, comenzaron a ofrecer modelos alternativos a la democracia liberal, mientras que el crecimiento económico en el mundo en desarrollo se aceleraba con base en alternativas políticas que respondían más a diversas variantes del capitalismo de Estado que a los modelos democráticos liberales.
Estos procesos están asociados a la consecuente reconfiguración y difusión del poder mundial y a un nuevo tablero geopolítico con nuevos actores relevantes como China, Rusia e India, junto con otros actores que proyectan su influencia a nivel regional como Japón, Australia, Turquía e Irán, que dan lugar a nuevas visiones y narrativas globales, eventualmente en competencia, contribuyendo a impulsar nuevas modalidades de gobernanza y nuevas normas internacionales.
La coyuntura que vive la región no sólo se produce en el marco de una reconfiguración de su mapa político y de sus actuales dificultades de crecimiento y desarrollo, sino que abre también una serie de interrogantes sobre los factores externos que pueden condicionar su evolución y que se vinculan con la evolución del orden global condicionado, por ejemplo, las orientaciones internacionales de Estados Unidos de la administración Trump, las transformaciones en Europa y el acomodamiento de China a su ascenso global.
En tanto el orden liberal global se cuestiona o revisa, la reconfiguración de los poderes globales y regionales tendrá un efecto de crucial importancia para América Latina y el Caribe en su intento de inserción en el mundo como región, en una etapa de bajo crecimiento, baja integración, liderazgos débiles, menores niveles de concertación y mayores niveles de pragmatismo, en una región más atomizada y de limitadas convergencias, que pone en duda las modalidades del regionalismo desarrolladas.