ACN ayuda al Pacífico colombiano
NOTI-AMERICA | COLOMBIA
Desde su fundación hace 76 años en el mundo, y 9 en Colombia, Ayuda a la Iglesia que Sufre, ACN, en su propósito de contribuir de manera integral a la evangelización y al trabajo pastoral, propende por la calidad de vida, tanto espiritual como material, de muchas comunidades en 123 países, apoyando una media de 5.700 proyectos cada año.
Dos de esos proyectos, uno en camino y otro hecho una realidad, están en el Pacífico colombiano, en regiones que sufren carencias económicas, violencia, abandono y conflictos sociales: un templo en Buenaventura y paneles solares para la casa de las hermanas dominicas en Docordó, Chocó.
«Fiel a sus pilares y a su carisma, ACN sigue tendiendo un puente de caridad entre los que necesitan ayuda y quienes pueden ayudar; ciertamente, no lo lograríamos sin la generosidad de nuestros benefactores. El apoyo a proyectos como estos, en el Pacífico colombiano, pero también en muchas partes del mundo, no hace más que seguir extendiendo la mano para que la Iglesia permanezca presente allí donde más se necesita el amor de Dios. Nos alegra mucho ayudar a llevar consuelo y esperanza verdadera a estas poblaciones”, manifiesta María Inés Espinosa Calle, directora ejecutiva de ACN, Ayuda a la Iglesia que Sufre.
Templo para San Martín de Porres – Buenaventura
El Padre Lawrence Ssimbwa, párroco de San Martín de Porres, en Buenaventura, y toda su comunidad, esperan contar con un templo nuevo, gracias a la ayuda de ACN.
Entre Uganda y Colombia hay cerca de 12.000 kilómetros, distancia que recorrió el Padre Ssimbwa, misionero de la Consolata, para instalarse, desde 2017, como párroco de San Martín de Porres, una comunidad del puerto de Buenaventura.
Su territorio comprende cinco barrios y doce comunidades de base, con aproximadamente 30.000 fieles católicos. “Como muchas de las parroquias en América Latina, la de San Martín de Porres enfrenta complejos desafíos: pobreza extrema, violencia, jóvenes sumergidos en grupos ilegales y embarazos de niñas y adolescentes, entre otros. El apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre para la construcción del templo será lo mejor que le pase a la parroquia”, comenta el Padre Ssimbwa.
En efecto, la parroquia funciona, literalmente, en la sala y el garaje de una casa. El hacinamiento es mucho los días de fiesta o los domingos, y aunque la comunidad es muy activa, con una fe viva, realizar actividades comunitarias se restringe bastante por la falta de un espacio apropiado. El objetivo para cumplir con el inicio de esta misión asciende a 70.000 euros, suma que la Fundación ACN espera recaudar, y con la que se podrá empezar a hacer realidad el noble sueño del Padre Ssimbwa y su comunidad.
Energía solar en medio de la selva chocoana
Las hermanas Mercy Eneida Mendoza, Rubiela Ramírez Ramírez y Consuelo Giraldo, religiosas dominicas, viven en Docordó, Diócesis de Istmina – Tadó, en el Chocó. A principios de este año presentaron un proyecto de energía alternativa para su comunidad, y a finales de agosto se hizo la luz en su casa, gracias a los paneles solares que les proporcionan energía eléctrica las 24 horas del día y que, por la generosidad de los benefactores de la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, fueron instalados allí. El proyecto tuvo un costo cercano a los 10.000 euros.
“Nos beneficiamos mucho, nos da una tranquilidad, porque, imagínese esta selva, este sitio sin energía, eso queda como dicen, como la cueva del lobo… si acaso, lo único que se ve es la luna brillando en el río. Estamos supremamente agradecidas con ACN”, comenta la Hermana Mercy.
Ahora, gracias a contar con energía permanente, las hermanas dominicas también prestan un servicio a sus vecinos, que muchas veces dependen de apenas un par de horas de energía eléctrica en el día para sus actividades cotidianas. Igualmente, para estas religiosas con un fuerte carisma educativo, es una preocupación menos, lo que les permite mantenerse enfocadas en sus labores pastorales, especialmente dirigidas a la población infantil y juvenil.