La Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre –ACN- pide respeto a la libertad religiosa en países de América Latina
NOTI-AMERICA.COM | COLOMBIA
El derecho a la libertad religiosa está reconocido en la mayoría de los países de América Latina, pero las garantías para ejercerlo dependen del contexto político de cada país.
Es tal la importancia de este derecho, que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos resaltó a finales de 2022 que en América Latina se están experimentando actualmente abusos en el ámbito de la libertad religiosa, lo que puede tener graves consecuencias no solo para las personas de fe, sino también para el futuro de la democracia en la región.
La fundación pontificia Ayuda a la iglesia que sufre, ACN, que trabaja por la Iglesia perseguida y necesitada desde hace 76 años, también desde hace más de dos décadas se ha dedicado a ejercer la denuncia de las violaciones al derecho de libertad religiosa en todo el mundo, vulneraciones que ya ocurren en países latinoamericanos, como Nicaragua.
María Inés Espinosa, directora ejecutiva de ACN Colombia, indica: “La dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua viene atacando sistemáticamente a la Iglesia católica sin argumentos de fondo, nombrándolos como terroristas sin que haya prueba alguna; de hecho, las hermanas de la caridad de la comunidad Santa Teresa de Calcuta fueron sacadas del país junto con otras comunidades. Desde hace dos años para acá la persecución es más fuerte: tal es el caso del apresamiento de Monseñor Rolando Álvarez, quien ha sido condenado a 26 años de cárcel con cargos totalmente falsos hechos por la dictadura, que ve amenazado su poder por la luz que la Iglesia católica está dando al pueblo nicaragüense. Nosotros promovemos la oración para darles una ayuda y mantenernos unidos como Iglesia universal, y denunciamos las amenazas”.
En consonancia, pero en otro escenario de la región, en Cuba, la Fundación ACN resalta las palabras del cardenal Beniamino Stella, emisario del Papa Francisco, quien destacó la labor de la Iglesia con los enfermos, los ancianos y los pobres; igualmente, el prelado envió un mensaje con la necesidad de promover en la isla “una auténtica reconciliación y fraternidad” que permita “a los jóvenes realizar sus sueños y proyectos en la Isla”, sin “odio ni conflictos entre hermanos”, y pidió la liberación de los que fueran encarcelados –sobre todo jóvenes- durante las protestas antigubernamentales de julio de 2021.
Al extremo sur del continente, Chile también ha sufrido acciones violentas en contra de la Iglesia, como las del pasado 4 de marzo, cuando miembros del grupo de Resistencia Mapuche Malleco incendiaron la capilla Nuestra Señora de los Rayos.
De acuerdo con el Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2021, elaborado por ACN, entre octubre de 2019 y octubre de 2020 se cometieron en Chile diversos actos vandálicos y daños en 59 iglesias de todo el país, 53 de ellas católicas y 6 evangélicas. Muchos de estos ataques fueron producto del llamado estallido social que se produjo en el país austral. Aunque no existe un recuento oficial actual, hay consenso en que este número ha aumentado de manera significativa desde entonces.
Por su parte, en Venezuela, con la difícil situación actual del país, la Iglesia sigue estando muy viva en medio de las dificultades y se ha fortalecido con el apoyo de los fieles. Los obispos piensan y creen que el cambio vendrá con las futuras generaciones. Por eso, ha puesto énfasis en apoyar a los jóvenes mediante iniciativas pastorales creativas, para conectar con ellos.
“Para ayudar a la Iglesia en Nicaragua y otros países del continente, hay que actuar de manera activa, promoviendo campañas de oración y dando a conocer la realidad que está sucediendo en cada una de estas regiones, que se convierten en una amenaza para el mundo. No podemos callar ante injusticias como estas”, indica María Inés Espinosa.
La Fundación ACN destina recursos para brindar ayuda, por medio de la Iglesia católica, a las comunidades más necesitadas, especialmente a los cristianos que enfrentan persecución y discriminación. A su vez, esto es una labor fundamental para garantizar la defensa de los derechos humanos y la libertad religiosa, asegurándose que los cristianos puedan practicar su fe sin temor a represalias.