Paloma despalomada… ¿o malintencionada?
La idea de enviar a niños y estudiantes de colegios públicos a estudiar de manera presencial mientras se anuncia una nueva ola de contagios y con la plena conciencia de no haber movido un dedo por mejorar las condiciones de miles de instituciones educativas a lo largo y ancho del país, deja mucho que pensar con respecto a la empatía de quienes tienen poder de decisión con el pueblo sobre el cual legislan. Ahora, si a esto le sumamos que la persona que lanza la propuesta es la misma que alega por la necesidad de que el lugar en el que ella trabaja funcione de manera remota, nos encontramos simplemente con otra de tantas pruebas de la carencia de un sistema de valores que la lleve a ella (en este caso, la senadora Paloma Valencia) y a muchos otros “honorables” parlamentarios que secundan sus ideas, a sentir por lo menos algo de vergüenza por el descaro de sus acciones. Como dirían las abuelas: no tienen sangre en esa cara para proponer algo así.
«La señora Valencia le apunta a lo más fácil, que es echarles el agua sucia a los maestros y resumirlo todo en falta de disposición de parte de estos para enseñar»
Claro está que no hay mucho más que esperar de alguien que es capaz de hacer una campaña en contra de la paz, pues en últimas, las situaciones son bastante similares: yo voto porque los hijos de los demás mueran en la guerra, así como exijo que sean los niños y los maestros quienes se contagien de coronavirus y de paso a sus familias, mientras yo (en ambos casos) espero sentada en mi casa a que me consignen mis treinta y cuatro milloncitos.
Para completar la desfachatez del planteamiento, la señora Valencia le apunta a lo más fácil, que es echarles el agua sucia a los maestros y resumirlo todo en falta de disposición de parte de estos para enseñar, desconociendo por completo lo que supone la labor docente y lo que ha significado en términos de tiempo, esfuerzo y dedicación el trabajo desde casa. Aquellos padres de familia comprometidos que están asumiendo el reto de la mano con los maestros para sacar adelante a los niños -que es en últimas el propósito que debemos perseguir todos- son quienes pueden dar cuenta de lo que digo.
Y es que, con tal de seguir entregándole el país al sector privado, todo vale. Qué importa que la pandemia esté lejos de acabarse, que en las regiones del mundo donde los colegios han reabierto sus puertas hayan tenido que volver a cerrarlos por el aumento en los contagios, que no estén dadas las condiciones para el retorno, que el año escolar ya se esté acabando y que la mayor parte de los padres de familia no esté de acuerdo con el regreso; lo importante es que esta es una oportunidad de oro para proponer un supuesto bono escolar y llenar aún más las arcas del sector privado con los recursos del público.
«¿Por qué no le aconsejan a Paloma Valencia que opine sobre un tema que domine?»
¿Por qué el dinero del supuesto bono no se invierte en realizar los arreglos que vienen solicitando las instituciones desde mucho antes de la cuarentena, aprovechando que no hay presencia de estudiantes? ¿Por qué no hacer las adecuaciones pertinentes para ingresar al colegio con la debida preparación en el 2021? ¿Por qué repetir una experiencia tan cuestionada como “ser pilo paga”, en la que el dinero que debía beneficiar a una cantidad superior de estudiantes, terminó destinándose a enriquecer a las universidades privadas con la excusa de brindarles una oportunidad a los muchachos de bajos recursos, quienes tuvieron que padecer la ignorancia y aporofobia de sus compañeros de clase?… ¿Por qué no le aconsejan a Paloma Valencia que opine sobre un tema que domine?