Ojo al páramo de Santurbán
Colombia pareciera ser un lugar bendecido por sobre los demás en la tierra y no lo digo simplemente por el orgullo que pueda generarme el hecho de haber abierto mis ojos por primera vez bajo su cielo, sino porque es reconocido entre los demás países por la riqueza de su biodiversidad, la variedad de su geografía, sus fuentes de agua y la diversidad de sus ecosistemas, entre ellos el de páramo, fundamental para la producción de agua y del cual somos propietarios ni más ni menos que del cincuenta por ciento a nivel mundial. Es un pedacito de paraíso en la tierra.
Bueno, no sé hasta qué punto está bien afirmar que somos sus propietarios; tal vez el término más adecuado sería “administradores”. Ya sea por azar o por fortuna a los colombianos nos correspondió ser garantes de que ese pedacito de paraíso continúe siendo el hogar de muchas de esas especies por las que sacamos pecho; tenemos una responsabilidad con el medio ambiente que adquirimos sin saberlo, simplemente por haber nacido aquí. En estos tiempos de calentamiento global, tener bajo nuestra tutela las fábricas de agua más grandes del mundo, nos da una importancia de la que quizás no somos muy conscientes.
Es aquí donde el debate en torno a la explotación minera adquiere relevancia porque es la protección de la vida la que está en juego y, si bien es cierto que desde la llegada de los españoles algunas de las zonas de páramo se han visto deterioradas por el accionar del hombre, una cosa es la minería artesanal, a pequeña escala, utilizando molinos, picas, bateas y poleas y otra muy diferente explotar, con tecnología de avanzada, el terreno durante más de dos décadas, extrayendo 300.000 toneladas de roca mineralizada por año, como pretende hacerlo la trasnacional árabe Minesa.
«No olvidemos que la explotación de un recurso codiciado por muchos no trae más que miseria para el pueblo que lo posee, ha sido parte de nuestra historia desde la conquista, tengámoslo presente.»
¿Hasta qué punto el interés por unas cuantas monedas (que muy seguramente no se destinarán al mejoramiento de la calidad de vida de los santandereanos) vale el deterioro de nuestros recursos? ¿Hasta cuándo la estrategia del estado de abandonar a su población para obligarla a venderse al mejor postor va a seguir empobreciéndonos? No olvidemos que la explotación de un recurso codiciado por muchos no trae más que miseria para el pueblo que lo posee, ha sido parte de nuestra historia desde la conquista, tengámoslo presente.
«Le deja la responsabilidad de decidir el otorgamiento de la licencia ambiental para la explotación del páramo al tristemente célebre por el escándalo de corrupción por los bonos del agua y quien también estuvo involucrado en el escándalo de Odebrecht, ministro Alberto Carrasquilla;»
Mientras el señor presidente juega con sus caritas felices, le deja la responsabilidad de decidir el otorgamiento de la licencia ambiental para la explotación del páramo al tristemente célebre por el escándalo de corrupción por los bonos del agua y quien también estuvo involucrado en el escándalo de Odebrecht, ministro Alberto Carrasquilla; aspecto que deja mucho qué prever con respecto a las decisiones que tome y de qué manera estas favorecerán los intereses de los árabes por sobre los del pueblo colombiano.
Tenemos que hacernos a la idea de una vez por todas de que nuestros dirigentes son nuestros servidores y fueron elegidos para velar por nuestro bienestar. Tantos manejos turbios y tanta inconsciencia nos pueden salir muy caros así que entre todos tenemos que apoyarnos para evitar que nuestro país continúe virando hacia el abismo.