El dilema de Duque: ¿Economía o vidas?
Opinión: Flor María Torres Estepa. Lic. Español – Inglés Universidad Pedagógica Nacional
“El que a dos amos sirve, con uno queda mal”, reza un adagio popular que se basa en la cita bíblica sobre Dios y las riquezas (Mateo 6, 24) y que -palabras más, palabras menos- dice que es imposible tratar de servir a intereses opuestos, porque, irremediablemente, a alguno de los dos se le incumplirá.
El que puede hablar con propiedad del tema es el señor presidente Iván Duque, quien, ante la disyuntiva con respecto prevenir la propagación del Covid-19 entre los colombianos o quedar bien con los gremios económicos, se inclinó por estos últimos. En primer lugar, al negarse por varias semanas a cerrar los aeropuertos, por donde ingresó el virus al país y luego, al inventarse un montón de excepciones para incumplir con la cuarentena y reabrir maratónicamente distintos sectores de la economía, porque las “tales” ayudas del gobierno, no se evidenciaron.
«Le pareció prudente organizar un evento dizque para reactivar la economía (la de los bancos y los comerciantes más pudientes, a quienes se les paga con tarjeta de crédito), que fue el detonante para que el número de contagios se disparara y llegáramos a las escandalosas cifras de muertos que hemos alcanzado a la fecha»
Para rematar, al mejor estilo de las fiestas gringas de varicela, le pareció prudente organizar un evento dizque para reactivar la economía (la de los bancos y los comerciantes más pudientes, a quienes se les paga con tarjeta de crédito), que fue el detonante para que el número de contagios se disparara y llegáramos a las escandalosas cifras de muertos que hemos alcanzado a la fecha, lo cual no deja ninguna duda de a cuál de los amos sirve el gobierno nacional.
«Los medios de comunicación optan por esquivar la relación existente entre el mundial y vergonzosamente célebre “Covid Friday” y las estadísticas de contagio actuales»
Los medios de comunicación optan por esquivar la relación existente entre el mundial y vergonzosamente célebre “Covid Friday” y las estadísticas de contagio actuales, pero las cifras coinciden con la advertencia que los epidemiólogos han realizado desde el principio: el periodo de incubación es de 1 a 14 días, es decir que por estas fechas estamos viendo el resultado del día sin IVA: la llegada del día sin UCI… ¡Tremenda oferta!
Y es que mientras el famoso 19 de junio contábamos con 3.059 casos mortales, hoy, 13 de julio, registramos 5.455, es decir que, en menos de un mes, han perecido 2.396 personas, solo 663 menos que en los 3 meses que ya habían transcurrido y, ante el alto nivel de contagios, la ocupación de las UCI empieza a tocar el tope en todo el país, más aún cuando no se cumplió con el abastecimiento de respiradores prometido inicialmente.
¿Qué viene? Más por sentido común que por presumir de pitonisa, pareciera inminente un caos superior porque, a la ya acostumbrada falta de conciencia de los ciudadanos, se suma el desespero e indignación por la actuación de los primeros, de aquellos que han soportado desde el principio cumpliendo con las normas y echando mano de lo que no tienen para poder sobrevivir, pero que ya no dan más.
¿Y qué va a pasar cuando los médicos se empiecen a enfrentar al dilema sobre a quién beneficiar con un respirador? ¿los vamos a amenazar de muerte? ¿vamos a organizar más marchas multitudinarias? ¿los “revolucionarios” de las canas van a seguir defendiendo su derecho a salir a contagiarse con los demás? ¿vamos a organizar otra fiesta de coronavirus, para lucir el televisor de 70 pulgadas junto al ataúd?
Aquí el tema es de conciencia colectiva, de acatar las normas de la manera en que más nos sea posible; de cuidarnos, porque, claramente, nadie lo va a hacer por nosotros y de dejar la idea ridícula de que no nos contagiamos porque somos buenas personas y nos echamos la bendición antes de salir de la casa sin elementos de protección y, peor aún, de seguir disculpando tanta improvisación y vagabundería de un gobierno que no tiene la más mínima intención de velar por nuestro bienestar.
