La tragedia familiar colombiana
Opinión: Flor María Torres Estepa. Lic. Español – Inglés Universidad Pedagógica Nacional
“Quiero que se pongan la mano en el corazón de una persona que más allá de ser fiscal es padre de familia”, indica el fiscal Barbosa en respuesta a los cuestionamientos que ha suscitado su paseo familiar el pasado puente festivo a la isla de San Andrés y lo hace, como acostumbra el funcionario corrupto de turno, cuando necesita justificar lo injustificable y posar de víctima después de haber sacado ventaja de su estatus político para burlarse del pueblo, con la plena conciencia de que gracias a esta condición nada va a ocurrirle y lo peor es que, tristemente, tiene toda la razón.
«nuestros honorables funcionarios van haciendo y deshaciendo, mientras la justicia hace oídos sordos a sus triquiñuelas»
Así, con la excusa de la “tragedia familiar” y aún a sabiendas de que no son dignos de credibilidad, nuestros honorables funcionarios van haciendo y deshaciendo, mientras la justicia hace oídos sordos a sus triquiñuelas, hasta que estas se van convirtiendo en parte de ese desolador paisaje que los colombianos nos hemos acostumbrado a contemplar día a día.
Un día es el padre comprometido, otro es la pobre funcionaria hermana del narco, otro la esposa del exministro que sale a rogar por una segunda instancia para favorecer al que repartió entre los ricos el dinero de los pobres. Tal vez lo hacen pensando que la gente les cree o que sus lamentos (o regaños en caso del fiscal) generan algún tipo de empatía entre las personas, pero no: el colombiano se la pasa tratando de digerir la manera como en este país se magnifica lo irrelevante y se minimiza lo realmente importante y cómo la corrupción revictimiza una y otra vez a los mismos indefensos de siempre, por eso ya ni reacciona ante tanto bagazo.
¿Saben qué es una tragedia familiar?… Que las madres de Soacha no vayan a volver a ver a sus hijos a causa de la asquerosa corrupción del estado; que la familia Samboní tenga que asumir su pérdida y ver cómo su verdugo cada vez obtiene más beneficios y va reduciendo su pena; que las familias de las indígenas abusadas sexualmente por militares sean víctimas de amenazas y que tengan que ver cómo, en vez de castigar a los culpables como se debe, las fuerzas armadas se lavan las manos con quien denuncia el hecho y lo destituyen.
«“Cada vez que yo tenga la oportunidad de desplazarme con ella, lo haré”, lo que traduce en el caso cualquier malandrín de alto rango»
Tal vez en Colombia, a nivel general, si padecemos de una tragedia familiar: la de depender de un papá estado con hijos consentidos a los que les permite hacer y deshacer de la manera más impune mientras maltrata de la manera más cruel a los que le hacen bien. De ahí nace la indiferencia y la desesperanza de una nación que observa cómo, de la manera más descarada, aquellos mimados de papá estado cometen sus delitos con toda la intención del mundo conscientes de que no será la única vez. Como lo expresara el fiscal Barbosa con respecto a la salida con su hija: “Cada vez que yo tenga la oportunidad de desplazarme con ella, lo haré”, lo que traduce en el caso cualquier malandrín de alto rango: “cada vez que yo tenga la oportunidad de saltarme la ley, lo haré (y no me va a pasar nada)”.