El viaje del fiscal y la normalización de la corrupción
Opinión: Flor María Torres Estepa. Lic. Español – Inglés Universidad Pedagógica Nacional
Tres meses y una semana de cuarentena; cien días con sus noches confinados en nuestros hogares; tal vez un poco cansados por el encierro, pero protegiendo tanto nuestra salud, como la de los nuestros y cumpliendo con las normas impuestas por el gobierno nacional para afrontar la emergencia sanitaria generada por el coronavirus. Solo los trabajadores de los sectores económicos que se ven obligados a laborar de manera presencial, dejando a sus hijos encargados con alguien de confianza, han podido salir de sus casas, cumpliendo con los protocolos de seguridad para evitar cualquier riesgo de contagio. La mayoría conscientes y responsables de todo lo que la realidad de la pandemia implica, los que no, sancionados, multados y recriminados por las autoridades.
Es por esto que llama la atención e indigna la visita del señor fiscal, Francisco Barbosa, y el señor contralor, Carlos Felipe Córdoba, a la isla de San Andrés el pasado puente festivo en compañía de sus familias e incluso de la amiga de la hija del señor Fiscal. Dicha situación recuerda el episodio de la fiesta de cumpleaños de la hija del presidente Duque en Panaca a principio de año en el que el avión presidencial fue empleado para trasladar a los invitados y deja muchos interrogantes frente a aspectos que van desde la necesidad de llevar a cabo tal visita, hasta la destinación que se le está dando a los recursos públicos que, cabe resaltar, salen del bolsillo de los contribuyentes.
¿Era realmente necesario desplazarse a la isla en medio de un confinamiento obligatorio, para decirles a los sanandresanos que el gobierno estaba con ellos? ¿las razones para el presidente no se podían enviar vía Zoom? ¿Por qué los visitantes no se entrevistaron con el gobernador, ni con los raizales? ¿Por qué no se trataron temas relacionados con corrupción y seguridad de la isla?
La falta de trascendencia de la intervención del fiscal, sumada a la presencia de personas que no cumplían función alguna en la visita y a la fecha en la que esta se llevó a cabo, no dejan más para pensar que todo se reduce a un paseo familiar, con el pretexto de un viaje de trabajo. Esto representa a todas luces una irresponsabilidad, en primer lugar, porque bien es sabido que TODOS los colombianos tenemos restringido el desplazamiento, en especial entre departamentos y más aún si el lugar al que se llega presenta deficiencias en su sistema de salud -como es el caso de la isla- y que, en caso de que sea inevitable la visita, se debe guardar una cuarentena de catorce días.
«También es irresponsable por parte del señor fiscal andar de departamento en departamento, como si estuviera en campaña política, arriesgando a los residentes de los lugares que visita, en vez de concentrarse en mostrar resultados contundentes»
También es irresponsable por parte del señor fiscal andar de departamento en departamento, como si estuviera en campaña política, arriesgando a los residentes de los lugares que visita, en vez de concentrarse en mostrar resultados contundentes frente a una situación tan delicada como las investigaciones frente a la “ñeñepolítica”. Ese debería ser el primer punto en su “agenda anticorrupción”.
La reacción del señor fiscal ante las críticas se limita a minimizar con tono de molestia todos los esfuerzos que se han hecho por sobrevivir a esta etapa y decir que lo que hay que hacer es salir a trabajar (ante la embarrada, mejor me enojo). Lo preocupante del caso es que los colombianos vamos normalizando estas formas de corrupción y las tomamos con todo el folclor que nos caracteriza.
«¡ah cierto, es la fiscalía! Así que podemos sentarnos a ver como esta situación se repite una y otra vez mientras nuestros transparentes funcionarios se ríen en nuestra cara»
Afortunadamente contamos con un ente de control dispuesto a investigar este tipo de conductas, así como cuando la señora alcaldesa y su esposa salieron a hacer mercado… ¡ah cierto, es la fiscalía! Así que podemos sentarnos a ver como esta situación se repite una y otra vez mientras nuestros transparentes funcionarios se ríen en nuestra cara.