La idoneidad de la senadora Cabal: un falso positivo
Opinión: Flor María Torres Estepa. Lic. Español – Inglés Universidad Pedagógica Nacional
Resulta fácil mancillar la dignidad de una persona: solo basta con decir -o por lo menos insinuar- lo primero que se nos venga a la cabeza con respecto a su proceder. Así, sin ningún tipo de consulta, sin probar nada, solo con hacer una afirmación suelta que deje lugar a dudas, para que ella solita se convierta en una verdad socialmente aceptada de tanto ser repetida.
«hablan sin pensar o acomodando la información según su conveniencia»
A lo anterior habría que sumarle que dicha afirmación provenga de una figura pública; es decir, de alguno de esos seres que, por el simple hecho de ser reconocidos, hablan sin pensar o acomodando la información según su conveniencia, sin asomo de prudencia o de escrúpulos frente a los temas que están tratando y cuyas opiniones son esparcidas por sus seguidores de manera autómata, sin ningún tipo de análisis.
Es el caso de la senadora María Fernanda Cabal, quien suele expresar sus puntos de vista de la manera más escueta sin calcular la magnitud de sus afirmaciones para luego, ante la avalancha de críticas que se le vienen encima, salir a decir que no dijo lo que dijo, que le entendieron mal, mientras desvirtúa y minimiza las versiones de personas que han sido víctimas de hechos de alta complejidad y gravedad.
Claramente me estoy refiriendo a los hechos ocurridos con la menor indígena violada por siete soldados en Risaralda el pasado domingo, que la senadora calificó como posible “falso positivo”, desmeritando la versión de la niña (relacionándola incluso con grupos al margen de la ley), ignorando el clamor de su comunidad y pasando por alto algo tan importante como la admisión de los mismos soldados frente a la comisión del hecho.
Era previsible que la parlamentaria tuviera que retractarse de sus desafortunadas declaraciones, al tratarse de la palabra de una niña de 11 años (edad suministrada por su hermana en entrevista concedida a Vicky Dávila), perteneciente a una etnia indígena, que representa la ingenuidad propia de su edad y el abandono de un estado que solo se acerca a su pueblo para hacerle daño. En contra de la de una institución que, aunque la senadora afirme que es la más querida por los colombianos, después de los recientes escándalos de corrupción, chuzadas y maltratos a animales, no se encuentra muy bien parada frente a la opinión pública.
«“falso positivo” para descalificar lo dicho por la niña. Quizás sea pertinente recordarle que si hay algo que simbolice esta figura en Colombia es el “glorioso” ejército nacional, al que todavía le escurren las manos de la sangre de los civiles que hizo pasar por guerrilleros a cambio de beneficios personales para sus soldados»
Algo que es curioso en este caso es que la legisladora emplee justamente el apelativo de “falso positivo” para descalificar lo dicho por la niña. Quizás sea pertinente recordarle que si hay algo que simbolice esta figura en Colombia es el “glorioso” ejército nacional, al que todavía le escurren las manos de la sangre de los civiles que hizo pasar por guerrilleros a cambio de beneficios personales para sus soldados.
Si bien es cierto que en nuestro país está permitido expresar con libertad nuestro punto de vista, se espera que una persona en cuyas manos recae la toma de decisiones trascendentales para el país valore de manera más aterrizada lo que en este ocurre. Deja mucho qué pensar esta costumbre de la senadora Cabal de defender lo indefendible, atacar sin argumentos ni análisis y sumergir al país en discusiones que carecen de sentido.
Ahora lo importante es que los colombianos sigamos atentamente el desarrollo de este caso y que empecemos a cuestionarnos la manera en que las leyes colombianas y la jurisdicción militar en ocasiones terminan por favorecer más al victimario que a la víctima y cómo los intereses de prestigiosas instituciones van acomodando las situaciones según su conveniencia para no asumir su responsabilidad frente a los hechos delictivos en los que se ven involucrados.