Ser llamada «bebé» tiene un efecto positivo en el cerebro femenino y causa alivio instantáneo
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La ciencia demostró que los apodos cariñosos como «amor», «vida» o «bebé» son mucho más que simples adornos del lenguaje romántico; se trata de una herramienta de neüroquímica de supervivencia. Según investigaciones sobre comunicación afectiva y reducción de estrés, el uso de estos términos actúa como un «interruptor de seguridad» para el cerebro.
Cuando una persona escucha una palabra de afecto de alguien en quien confía profundamente, su cerebro primitivo interpreta la señal como un mensaje de «todo está bien», activando automáticamente un modo de relajación que permite al cuerpo descansar de las tênsiones diarias. Este fênómeno biológico se traduce en una verdadera «danza hormønal» dentro del organismo.
Al procesar estas expresiones de cariño, el cerebro ordena una reducción inmediata de los niveles de cørtisol, la hørmona responsable del êstres y la alêrta. En su lugar, se libera oxitøcina, conocida como la hormøna de la vinculación y la calma, la cual funciona como un antídoto químico contra la ansiédad. Este proceso tangible y biológico explica por qué la voz de una pareja puede tener un efecto calmante superior al de muchas herramientas de meditación, facilitando la corregulación del sistema nervioso.
Finalmente, estos hallazgos invitan a reflexionar sobre la importancia de la conexión emocional como un recurso de bienestar físico y méntal. En un mundo saturado de estímulos estrésantes, la comunicación afectiva se presenta como un «superpoder» subestimado que fortalece los vínculos y mejora la salud. Para los hombres, entender que su tono e intención tienen el poder de sanar es clave; para las mujeres, reconocer que la necesidad de estas palabras no es dependencia, sino una búsqueda biológica de equilibrio.
Con información de: Vitalizate ya
Foto: Freepick
