Caracas Hundida en la Miseria: Proliferan indigentes en plazas y accesos del Metro
Con Información de JULIO MATERANO ElUniversal.com
Caracas.- Quienes transitan la ciudad con el primer rayo de luz lo saben. Las plazas de Caracas, jardineras y accesos del Metro revelan una realidad que cobra mayor visibilidad y que para algunos se torna antipática, desgarradora. Se trata de los indigentes, hombres, mujeres y niños en situación de calle, que han escogido como abrigo los lugares más inusitados de la ciudad: las emergencias de los hospitales, las islas de avenidas, parques, techos de quioscos y puertas de instituciones del Estado, donde se arriman a la «comodidad» que les ofrece un lugar seco, para refugiarse de las noches convulsas.
La situación, coinciden algunos transeúntes, es más que un problema de salud pública, es el retrato de una gestión de Gobierno que se mide por la cantidad de personas que vive en la calle. Guillermo Eduardo Gómez se sabe alcohólico. Tiene 59 años de edad y 37 en la calle. En todo ese tiempo no ha podido dominar su vicio. La droga lo esclaviza y le arrebata también sus momentos de lucidez.
Así lo cuenta en la Casa de Acogida y Rehabilitación Padre Machado, en El Valle, un lugar donde acude cada cierto tiempo para cambiarse de ropa. Gómez cuenta que hay quienes prefieren dormir en Chacao, en los alrededores del Centro Comercial San Ignacio, la plaza Bolívar y en los pasillos externos de la Torre Provincial, en la avenida Francisco de Miranda. Otros duermen en Sabana Grande y Chacaíto, donde abundan los recodos para ocultarse de la policía, cuenta.
Aníbal Morantes, un comerciante de Candelaria, reclama soluciones. «La pobreza extrema es una realidad que nos convoca a todos. Caracas huele a orine, la basura está desperdigada por dondequiera y no hay quien se ocupe», se lamenta.
Pero hay un drama que no se ve y que transcurre bajo los pies de quienes peregrinan la capital. Decenas de personas, algunas en miseria insospechable, se han instalado bajo puentes para hacer de esos lugares de paso su hogar. Como ocurre en la «Jungla», un refugio de mendigos debajo del puente de Las Mercedes, donde residen personas de Vargas, Guarenas, Valles del Tuy y otras ciudades. Son ciudadanos de la calle, que viven en una urbe de contrariedades, cuyos cerros son pocos atractivos para los vagabundos.
«La calle hay que saberla vivir. Por lo general solemos buscar sitios seguros, en Chacao, para evitar peligro», agrega Guillermo Gómez, quien vive de anunciar paradas de autobuses en la Baralt y arrastra su pierna derecha.
Son los rostros de la deuda social en un país que reclama 3.742.226 soluciones habitacionales, según el Registro Nacional de Viviendas. Aseguran que la atención en los centro de Negra Hipólita es deficiente por los problemas de higiene, el desabastecimiento de alimentos y el hacinamiento que provoca la deserción, antes de que puedan comenzar su proceso de rehabilitación y reinserción.
En el municipio Libertador uno de los lugares más concurridos son las plazas Miranda, Caracas y Parque Carabobo, en las inmediaciones de las oficinas del Cicpc. También hay quienes se cobijan en los pasajes oscuros del Centro Simón Bolívar y Quebrada Honda, un corredor cultural donde la Mezquita, los templos maronita y católico reciben a sus propios huéspedes por las noches.
El drama de la calle trasciende a los vagabundos viciosos y pordioseros que hurgan bolsas para comer de la basura, también arropa a personas de buen vestir, que viven de oficios informales y que se asean en las fuentes de agua de El Ávila.
Jhonny Suárez es de Barlovento y duerme debajo del puente Gamboa, en la Av. Panteón, a la altura de San Bernardino. Dice que le transitan carros por su techo, una cubierta que por encima es una carretera y por debajo es el cauce de la quebrada Anauco.»No nos ayudan, nos quieren esconder».