El asalto al Capitolio de Estados Unidos a principios de 2021 puso de manifiesto el peligro que representan los líderes populistas para la democracia. El rechazo del expresidente Donald Trump a los resultados electorales de noviembre de 2020 -a los que tachó de fraude- alentó a miles de personas a ocupar el Congreso poco tiempo después.
La actual situación en Brasil recuerda bastante a este suceso ya que ambos asaltos golpistas comparten varias semejanzas. La principal: la gran amenaza que enfrenta la democracia cuando un expresidente populista no acepta los resultados electorales y, a través de declaraciones públicas, deslegitima al gobierno electo.
Este pasado domingo, miles de partidarios del expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, asaltaron violentamente las sedes del Congreso, la Presidencial y la Corte Suprema de Brasilia, provocando numerosos destrozos en el interior de las instituciones, al igual que hicieron seguidores de Trump aquel 6 de enero de 2021 en Washington. La turba bolsonarista permaneció durante horas en la Plaza de los Tres Poderes ante la incompetencia de las autoridades de la capital. Por este motivo, el gobernador de Brasilia, Ibeneis Rocha -aliado de Bolsonaro- ha sido apartado de su cargo.
“Invadieron los tres edificios, destrozaron muchas cosas y, tristemente, quien debía haber hecho algo a nivel federal, era la Policía Militar del Distrito Federal, que no hizo nada”, declaró el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que en el momento del asalto se encontraba en el estado de Sao Paolo visitando a las víctimas de unas inundaciones. Lula da Silva ha acusado a las autoridades de la capital de “incompetencia” y “mala voluntad”, asegurando que la propia Policía militar indicó a los manifestantes el camino a la Plaza de los Tres Poderes.
El presidente brasileño ha descrito a los asaltantes como unos “vándalos fascistas” y ha decretado el estado de intervención federal en Brasilia para reinstaurar el orden y la ley. Lula da Silva ha prometido que encontrarán a los responsables de la “barbarie” y serán “castigados”. Por el momento, al menos 400 personas han sido detenidas, según las autoridades de la capital.
Lula da Silva también ha subrayado que la turba que buscaba una intervención militar para devolver el poder a Bolsonaro fue “estimulada” por el propio expresidente. De acuerdo con Lula da Silva, el antiguo mandatario fue el culpable de esta “acción terrorista”.
Bolsonaro, por su parte, se ha desvinculado de los hechos, rechazando las acusaciones “sin pruebas” atribuidas por Lula de Silva. El expresidente, que actualmente se encuentra en Estados Unidos, ha señalado en Twitter que durante su mandato “siempre” cumplió con la Constitución, “respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y la sagrada libertad”. Igualmente, ha comparado este asalto con manifestaciones organizadas por la izquierda durante su Gobierno.
El resto de los países sudamericanos se han volcado con el Gobierno de Brasil. Desde Argentina hasta Venezuela los presidentes de la región han rechazado los hechos, expresando su total apoyo a Lula da Silva. El líder chileno, Gabriel Boric, calificó el suceso como un “cobarde y vil ataque a la democracia”, mientras que su homólogo colombiano, Gustavo Petro pidió una reunión de la OEA (Organización de Estados Americano). “Toda mi solidaridad a Lula Da Silva y al pueblo del Brasil. El fascismo decide dar un golpe”, destacó Petro.
El resto del continente americano también se ha hecho eco de lo sucedido, respaldando al ejecutivo brasileño. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador tachó el asalto como “un antidemocrático intento golpista” por parte de los “conservadores de Brasil”. No obstante, el mandatario mexicano recalcó que Lula Da silva “no está solo”, ya que “cuenta con el apoyo de las fuerzas progresistas de su país, de México, del continente americano y del mundo”.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha condenado “el asalto a la democracia” y ha expresado “todo su apoyo” a las instituciones democráticas de Brasil, al igual que ha hecho su homólogo canadiense, Justin Trudeau. “Respetar la voluntad democrática del pueblo es primordial en cualquier democracia”, recordó.
Al otro lado del Atlántico se mantiene una tónica similar. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo de la UE, ha expresado su apoyo a Lula da Silva, “elegido democráticamente por millones de brasileños a través de elecciones libres y justas”. Por otra parte, la líder de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quiso destacar que el asalto supone una “gran preocupación para todos los defensores de la democracia”. Al igual que hizo Michel, recordó que Lula da Silva fue “elegido libre y justamente”
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha calificado a los asaltantes como “extremistas violentos”, asegurando que la democracia brasileña “prevalecerá sobre la violencia y el extremismo”.
Otros mandatarios europeos como el francés Emmanuel Macron, el español Pedro Sánchez o la italiana Giorgia Meloni, han condenado el asalto golpista perpetrado por seguidores de Bolsonaro. Igualmente, potencias internacionales como China o la India han expresado su apoyo a Lula da Silva.
Coordinador América: José Antonio Sierra
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