Entre sueños y latidos: ¿por qué dormir mal puede generar una enfermedad cardiovascular?
NOTI-AMERICA.COM | ARGENTINA– En promedio, las personas pasamos dos tercios de nuestra vida despiertos y un tercio dormidos, lo que equivale prácticamente al 30% de nuestro tiempo total. Sin duda, esto demuestra que el sueño más vas allá de ser un estado de calma, una reposición de la energía o un período de simple reposo. En realidad es una parte vital de la salud humana, ya que entre sus múltiples funciones, ayuda a consolidar y procesar la información del día, facilitando el aprendizaje y la memoria a largo plazo, mejora los umbrales emocionales, lo que favorece a una mayor estabilidad y manejo del estrés, además, se encarga de la regulación del metabolismo, entre otras.
Sin embargo, en la sociedad moderna muchos individuos tienden a sufrir de diversos trastornos del sueño debido a horarios agitados, estrés y malos hábitos, lo cual no únicamente afecta al estado de alerta y el bienestar integral, sino que también puede traer consigo una serie de consecuencias graves para la salud cardiovascular.
¿Cuál es la conexión entre la calidad del sueño y la salud cardiovascular?
Durante el período del sueño existe una actividad bioquímica en las células (cardíacas, sanguíneas y cerebrales) que permite regular adecuadamente funciones vitales, tales como la presión arterial, la frecuencia cardíaca, los factores que promueven o disminuyen la coagulación o la trombosis y los factores pro inflamatorios y anti inflamatorios, tanto en personas sanas como en aquellas con antecedentes de alguna patología cardiovascular, como insuficiencia cardíaca, arritmias, enfermedad obstructiva de las arterias cardíacas coronarias o cardiopatía isquémica, aseguró Arturo Lamas, cardiólogo de la Clínica Internacional a Bienestar.
“Definitivamente, la calidad y cantidad de sueño está estrechamente relacionada con la salud cardiovascular, pues diferentes investigaciones han demostrado que, al no lograr un sueño reparador de entre 6 a 9 horas, se puede generar un mal manejo de la hipertensión arterial, arritmias cardíacas, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria o incluso infartos cerebrales. Siendo el trastorno más estudiado en cuanto a efectos adversos a nivel cardiovascular, el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), se caracteriza por episodios de ronquidos frecuentes durante el sueño, apneas (cese de trabajo respiratorio transitorio) y disminución de la saturación de oxígeno en la sangre. Asimismo, enfermedades como el insomnio, el cual se estima que un 35% de la población podría tener esta afección temporalmente y un 10% de forma crónica, se le atribuye un aumento del 45% en el padecimiento de las enfermedades cardiovasculares. De igual modo, la narcolepsia y el síndrome de piernas inquietas, también guardan relación con los eventos cardiovasculares”, indicó Lamas.
De acuerdo con Frank Villarreal, neurólogo y coordinador de la Unidad de Medicina del Sueño de la Clínica Ricardo Palma, la privación del sueño hace que las curvas de cortisol- la hormona del estrés-se mantengan mucho más elevadas, lo que produce un incremento significativo en los marcadores inflamatorios del endotelio (capa más interna de los vasos sanguíneos), razón por la cual, se origina un aumento significativo de la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares. Por este motivo, se calcula que, una persona con una mala calidad de sueño tiene un factor de riesgo del 1.3 respecto a un individuo sano para sufrir de estas afecciones al corazón.
Igualmente, entre los mecanismos biológicos que vinculan la falta de sueño con las enfermedades cardiovasculares se encuentran: la disfunción del sistema nervioso autónomo, el cual se encarga de regular funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca y la respiración, por lo que la falta de sueño puede llevar a una mayor actividad del sistema nervioso simpático, que a su vez, está asociado con un mayor estrés cardiovascular y una función cardíaca comprometida. Además, la respuesta inflamatoria crónica que se genera en el organismo puede desencadenar una mayor actividad plaquetaria, expresó el cardiólogo.