Las finales imposibles de River Plate y Boca Juniors
NOTI-AMERICA.COM | ARGENTINA – River Plate es el nuevo campeón del país campeón del mundo. Dirigido desde este año por Martín Demichelis, debutante con éxito tras el ciclo histórico de Marcelo Gallardo, los Millonarios vencieron este sábado 3 a 1 a Estudiantes de La Plata ante 86.000 personas en el modernizado Monumental, reconvertido en el estadio más grande de Sudamérica. River se aseguró la Liga Profesional 2023 con dos fechas de anticipación, una nueva confirmación del club que más ligas ganó en Argentina.
Pero además, en la generosa y enrevesada organización del fútbol local, el nuevo título le dará a River la posibilidad de definir al menos otras dos competiciones a partido único para seguir engrosando sus vitrinas: la Supercopa Argentina 2023 (contra el campeón de la Copa Argentina, a definirse a fin de año) y el Trofeo de Campeones 2023 (ante el ganador de la Copa de la Liga, que comenzará en agosto). Asimismo, el ganador del Trofeo jugará la Supercopa Internacional 2023 frente al equipo que sume más puntos en la tabla anual entre la Liga y la Copa de la Liga.
Parece demasiado, y lo es: Argentina y las exageraciones siempre se llevaron bien. Aunque el torneo que acaba de ganar River supone el título de mayor prestigio (como LaLiga en España, la Premier League en Inglaterra o el Brasileirão en Brasil), un berenjenal de seis competiciones y posibles campeones se superponen en cada temporada del fútbol argentino. Salvo, eso sí, que la final sea un superclásico.
Es curioso. Boca y River pasaron del partido de todos los siglos a las finales imposibles, evitadas, cuanto más lejos mejor. Si hace cuatro años y medio, en diciembre de 2018, los dos equipos de mayor popularidad en Argentina definieron en Madrid la final más infinita de la historia de la Copa Libertadores –postergada por la violencia en Buenos Aires y trasladada al Santiago Bernabéu-, en los últimos tiempos pasaron a postergar indefinidamente dos superclásicos que deben definir títulos domésticos.
Se trata de torneos tan desfasados en el tiempo que pertenecen a la temporada 2020, la Supercopa Argentina y el Trofeo de Campeones. Son finales a un único partido, incomparables en su jerarquía respecto a la Libertadores de 2018, sobre las que no hay fecha ni lugar designados. Sin voces oficiales que expliquen la tardanza, semejante dilación responde a la naturaleza de doble filo del superclásico: para muchos pesa más una eventual derrota que la posibilidad del triunfo.